Los altos funcionarios han instado a Trump a no apartarse de un acuerdo global para abordar el cambio climático, mientras el presidente Xi Jinping dijo que la región Asía-Pacífico que no se rindiera a las presiones proteccionistas, sino que volviera a comprometerse con la globalización y el libre comercio. "La apertura es la salvación de la economía regional", dijo Xi en el summit Asia-Pacific Economic Cooperation en Lima, Perú.

La agencia oficial de noticias Xinhua dijo que el discurso de Xi puso a China y a la región en la "vanguardia" de un esfuerzo conjunto para revivir la economía global. Por supuesto, Estados Unidos y China han usado a veces su poder para ignorar las reglas globales, ya sea para eludir a Naciones Unidas para invadir Irak o para avanzar en las reivindicaciones territoriales en el Mar de China Meridional.

Sin embargo, China está defendiendo el orden colaborativo basado en las normas porque se ha beneficiado enormemente del sistema: su adhesión a la Organización Mundial del Comercio en 2001 dio un impulso inmenso a las exportaciones chinas, pero también proporcionó un verdadero incentivo para las reformas económicas nacionales. Sus 1.400 millones de personas también podrían perder mucho si el planeta continúa calentándose bruscamente.

Pero ¿está China preparada para aceptar la carga del liderazgo? En 2014, el presidente Obama acusó a China de ser un "free rider" (algo así como un oportunista) en el escenario mundial, pero no hay duda que, bajo Xi, el país ha estado tomando un papel global más fuerte -lanzando el Asian Infrastructure Investment Bank en 2014 y el plan de desarrollo regional “Belt and Road”. La influencia de China también podría expandirse ya que Trump cumplirá su promesa de campaña de alejarse del Trans-Pacific Partnership, un ambicioso pacto comercial que involucra a 12 naciones del Pacifico.

El TPP fue elemento clave del reequilibrio estratégico de Obama con Asia, pero su administración ha renunciado a la idea de ratificar el acuerdo en la sesión lame-duck en el Congreso. China, por su parte, no ha perdido tiempo en impulsar su visión del libre comercio en Asia, a través de la Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), un acuerdo potencial que ha defendido durante mucho tiempo que involucra a 14 naciones asiáticas, además de Australia y Nueva Zelanda. El RCEP implicaría normas mucho más bajas para el medio ambiente, los derechos laborales y la protección de la propiedad intelectual que el TPP y no incluye a Estados Unidos, lo que podría dejar a Estados Unidos en desventaja competitiva en Asia.

"No hay duda de que habrá un pivot para la Regional Comprehensive Economic Partnership si el TPP no avanza", dijo el primer ministro japonés, Shinzo Abe, según la agencia de noticias Kyodo. Vietnam ha indicado que no ratificará el TPP, y Malasia ha dicho que volverá su atención hacia las negociaciones del RCEP. Chile y Perú también han expresado su interés en unirse a las negociaciones del RCEP a la luz de los problemas del TPP.

Además de su ofensiva de libre comercio, el viaje de Xi por Latinoamérica, con paradas en Ecuador y Chile, permitió que China invirtiera millones en inversiones y ayuda en el patio trasero de Estados Unidos, incluyendo una donación de 150 millones de dólares para construir dos hospitales en Ecuador. El volumen comercial entre China y América Latina ha aumentado más de veinticuatro en la última década, alcanzando 236.5 billones de dólares el año pasado, según Xinhua.

Benjamin Creutzfeldt, un investigador de la Johns Hopkins University, dijo que había amenazas y recompensas por la inversión china en América Latina. "Los riesgos de comprometerse con economías tan frágiles como las de Venezuela, tan impredecibles como la de Brasil o tan insulares como las de Colombia deben ser mitigadas", dijo Creutzfeldt. "En este espíritu, la gira de Xi por Ecuador, Perú y Chile, es decidida y prometedora. Ecuador ha logrado convertir los préstamos masivos de China desde 2009 en avances muy reales en infraestructura física, inversiones estratégicas en ciencia y educación y alcanzar una cobertura de energía renovable casi completa".

Creutzfeldt dijo que el éxito de tal desarrollo sólo crecería si otros grandes jugadores del hemisferio reconocían su potencial y "reconocen que los puentes y las fronteras abiertas hacen del mundo un lugar mejor".

Los observadores dicen que China está interesada en fomentar el comercio mundial para satisfacer sus propias necesidades. Thomas Rawski, profesor de economía de la University of Pittsburgh, dijo que la economía china estaba más abierta a las importaciones tanto de bienes como de capitales que las de Japón y Corea del Sur. "El apetito de China por los recursos es enorme y no puede satisfacerse con las importaciones de los países vecinos. Sus exportaciones tienen alcance verdaderamente global", dijo Rawski.

Pero defender un acuerdo comercial regional no es lo mismo que liderar el mundo y, al menos en ese aspecto, China todavía no está preparada para asumir la carga. "China, siempre ha estado abierta a que en su etapa actual de desarrollo no tiene capacidad ni ambición para reemplazar a Estados Unidos", dijo Yanmei Xie, analista de políticas de China en Gavekal Dragonomics en Beijing. "Quiere que Estados Unidos abandone poco a poco el control y gradualmente hagan espacio para China. Pero no quiere que Estados Unidos se retire repentinamente -no quiere lidiar con lo impredecible y el caos potencial que iría con eso".

Hace algunas semanas, el principal enviado de China para el cambio climático, Xie Zhenhua, dijo que Estados Unidos aún necesita desempeñar un papel de liderazgo conjunto en la lucha contra el calentamiento global. Por una parte, los países desarrollados han propuesto alrededor de 100.000 millones de dólares en apoyo anual a los países en desarrollo para 2020, un compromiso que depende de la participación de Washington.

De manera más general, sin embargo, el Global Times argumentó que China todavía no es rival para Estados Unidos, ya que carece de la capacidad y la disposición psicológica para liderar el mundo "Si Washington se retira del acuerdo climático de París, China puede cumplir su compromiso, pero no podrá compensar la pérdida causada por Estados Unidos", escribió. "O si Estados Unidos toman un camino anti-libre comercio, las consecuencias desordenadas estarán más allá de la capacidad de China para reparar".

Incluso en la región de Asia y el Pacífico, los "chafes" de China contra la dominación de Estados Unidos, dijo Xie, "pero muchos expertos en política exterior admiten en privado que China se ha beneficiado de la paz y la estabilidad en el orden actual". El Global Times llegó a la conclusión de que era inimaginable que China pudiera reemplazar a Estados Unidos. "Por lo tanto, la cooperación sino-estadounidense es la única opción para la futura gobernanza mundial. Durante mucho tiempo, el liderazgo de Estados Unidos será insustituible", concluyó. "Mientras tanto, el ascenso de China es inevitable".

¿Quién se beneficia de una guerra comercial con China?

En la cumbre de Perú, una de las preguntas más importantes fue si Donald Trump, como próximo presidente, se aferrará a su amenaza de erigir fuertes barreras comerciales contra Beijing, arrastrando a Estados Unidos a una confrontación tit-for-tat (pagar con la misma moneda) con la segunda economía mundial. Ninguna guerra ha comenzado, pero parece claro que Estados Unidos ya ha perdido. China ha ido ganando constantemente en el sistema económico mundial. Hacer una guerra contra la globalización, Estados Unidos está haciéndole el juego a China. Eswar Prasad, ex jefe de la división para China del Fondo Monetario Internacional, sostiene que "a largo plazo, China saldrá ganadora sin importar".

La economía china sufriría si Estados Unidos impusiera un arancel del 45% a casi 500 billones de dólares de importaciones chinas. Estados Unidos absorbe sólo el 16% de las exportaciones chinas, pero es el mercado de exportación más saludable de China. Los temores del proteccionismo americano ya están alimentando la fuga de capitales de China. Pero China podría estar mejor ubicada que Estados Unidos para soporta el golpe- Y sin duda el contragolpe. Una editorial en el Global Times de China, portavoz del partido Comunista, probablemente no está lejos en su advertencia de lo que la acción americana significaría: "Un lote de pedidos de Boeing serán reemplazados por los Airbus. Las ventas de autos y iPhone de Estados Unidos en China sufrirán un revés, y las importaciones de soja y maíz de Estados Unidos serán detenidas".

China tiene varias maneras de tomar represalias. Podría impedir que las empresas estatales hagan negocios con empresas estadounidenses. Podría limitar el acceso a los commodities esenciales., como lo hizo en respuesta a una disputa pesquera con Japón al detener las exportaciones de los llamados minerales de tierras raras esenciales para la industria electrónica. Podría suavizar los esfuerzos para combatir la piratería de patentes y copyrights.

Algunas de las empresas más exitosas de Estados Unidos estarían en un duro camino. La gran mayoría de los iPhones de Apple, por ejemplo, se montan en China. Los costos de montaje, sin embargo, representan menos del 4% del valor agregado del dispositivo. Eso significa que China podría forzar a un alto en la producción de iPhone a poco costo para sí mismo, mientras que Apple se enfrentaría a un esfuerzo profundamente disruptivo y costoso para cambiar la producción en otros lugares. Construirlo desde cero en Estados Unidos es casi imposible.

¿En cuánto tiempo los americanos podrían resolverlo? Un análisis realizado por el Peterson Institute for International Economics pro-trade concluyó que una guerra comercial con China y México impulsaría el desempleo en Estados Unidos a casi 9% en 2020, desde el 4,9% actual. Eso no mejoraría las perspectivas económicas de millones de estadounidenses de clase trabajadora en cuyo nombre Trump propuso esta pelea.

Y eso ni siquiera puede ser la peor parte. Circundar los vagones alrededor de la frontera estadounidense juega directamente en manos de China de otras maneras. Washington sería echado como el villano en la lucha. No importa cuántos trucos el gobierno chino pudiera desplegar contra los intereses estadounidenses, seguiría siendo la víctima a los ojos de muchas naciones, un campeón de la causa del comercio basas en reglas abiertas.

Incluso si Trump solo está fanfarroneando, como muchos de sus aliados dicen, para obtener un apalancamiento en alguna negociación futura, gran parte del daño ha sido hecho. Su fanfarronería ha cambiado la percepción del papel que Estados Unidos jugará en el mundo. En medio de un giro hacia el nacionalismo populista en otros países ricos -como Gran Bretaña y Francia -China ha surgido en el improbable papel de defensor del capitalismo globalizado. "China es la única potencia importante que sigue hablando de una mayor integración", dijo Nicholas Lardy, un especialista de China en el Peterson Institute. "China es el único país importante en el mundo que proyecta la idea de que la globalización trae beneficios". Y esa es la pérdida de Estados Unidos.

Muchos países del mundo en el desarrollo todavía creen que la prosperidad depende de su integración exitosa en las cadenas de suministro que atraviesan la economía global. Al volverse hacia dentro -una medida ya reforzada por el rechazo del Trans-Pacific Partnership- Estados Unidos parecen tener poco que ofrecer. Steven Ciobo, ministro de Comercio de Australia, transmitió ese punto pocos después de las elecciones estadounidenses diciendo que su país trabajaría para concluir RCEP y apoyaría el propuesto Free Trade Area para Asia Pacífico de Beijing. Lo mismo ocurre con Perú y Chile, que, según un alto funcionario chino en Lima, también están buscando unirse a la iniciativa comercial china.

"Prácticamente todas las economías de la región asiática consideran que su futuro está más estrechamente vinculado con China", dijo Prasad, ex funcionario del FMI. "Con Trump hablando de retirarse de los acuerdos comerciales y hacer que los aliados paguen por protección, será difícil para los países asiáticos resistir el abrazo de China". Y si las acciones de Washington contra China comienzan a perturbar las cadenas de suministros de Asia, Estados Unidos podría convertirse rápidamente en el paria económico de la región.

La pregunta es, ¿con qué propósito? No puede tratarse simplemente de detener la manipulación de divisas. Ese es un miedo anticuado. En lugar de trabajar para bajar el valor de su moneda para mejorar sus exportaciones, China ha gastado alrededor de 1 trillón últimamente para apuntalar el valor del renminbi frente a la fuga de capitales. Si se detuvo, la moneda caería como una piedra, aumentando la competitividad comercial de China.

Por otra parte, golpear las barreras comerciales contra China haría poco para reducir el déficit comercial estadounidense. Las empresas estadounidenses que construyeron cosas en China no traerían mucha manufacturación a casa; en la mayoría de los casos irían a otro país con mano de obra barata. Y en la medida en que hicieron "reshore" producción, la mayor parte de ella sería altamente automatizada, empleando a pocos estadounidenses adicionales.

"No tiene sentido económico que Trump quiere equilibrar el comercio con China", dijo Derek Scissors, un especialista de China en el conservador American Enterprise Institute. “El comercio equilibrado no trae los trabajos de vuelta". Inicialmente, Trump podría parecer un ganador, resuelto en su defensa de la clase trabajadora. Pero cualquier aumento en la popularidad sería poco probable que dure como las consecuencias comenzaron a ser aparentes.

Washington ya ha estado juntando una mano relativamente débil tratando de contener la influencia de China. China ha desplegado hábilmente sus inversiones para conquistar países de África a América Latina, ampliando su red de influencia. Su banco de infraestructura asíatico propuesto prosiguió, a pesar de la oposición de la administración Obama, después que Gran Bretaña y otros aliados americanos saltaron a bordo. "China se está convirtiendo en un miembro destacado de la comunidad internacional", escribió Prasad en su nuevo libro "Gaining Currency", pero no "como prefiere Occidente, al ser cooptado en las instituciones existentes bajo las actuales reglas del juego. En cambio, China está cooptando a otros países en el sistema de reglas que quiere dictar".