Para la administración Obama, la mejora de los lazos de defensa con Japón es una parte importante de su "pivote" para Asia, que también ha visto a Estados Unidos expandir la cooperación militar con aliados como Australia, las Filipinas y antiguos enemigos como Vietnam. Mientras que la administración insiste en que su enfoque de la región no representa un esfuerzo para contener a China, el hilo que une a todas estas diferentes iniciativas es la creciente ansiedad a través de Asia acerca de cómo lidiar con un motor más potente de China.

Las nuevas directrices fueron puestas en libertad en el inicio de una visita oficial a Estados Unidos por el primer ministro japonés, Shinzo Abe. El punto focal del viaje de una semana será un discurso ante ambas cámaras del Congreso, en la que cada palabra del nacionalista conservador Abe sobre el comportamiento de Japón en la segunda guerra mundial estará estrechamente analizado, especialmente por China y Corea del Sur. La visita de Abe, que coincide con el 70 aniversario del final de la guerra, también ha planteado preguntas sobre lo que el primer ministro va a decir sobre la historia de su país. Los surcoreanos, los coreanos-americanos y los legisladores estadounidense han llamado al señor Abe a usar su discurso ante el Congreso para pedir disculpas por el uso de los militares japoneses de las llamadas "comfort women" como esclavas sexuales.

En lo que parecía ser una referencia velada a China, John Kerry, secretario de Estado, dijo "rechazamos cualquier sugerencia de que la libertad de navegación, sobrevuelo y otros usos legítimos del mar y el espacio aéreo son ventajas otorgadas por los estados grandes a los pequeños, sujetas al capricho de un gran estado"."Con la creciente asertividad de China y los programas nucleares y de misiles balísticos de Corea del Norte, Japón, como un montón de aliados, quiere estar ahí con nosotros, así que estaremos allí para ellos", dijo Michael J. Green, vicepresidente para Asia and Japan Chair en el Center for Strategic and International Studies.

Jim Schoff, un ex funcionario del Pentágono y especialista en Japón para la Carnegie Endowment en Washington DC, dijo que las nuevas directrices de defensa sería el legado más duradero del viaje de Abe a Estados Unidos, a pesar de la intensa concentración en la forma en que se abordan cuestiones históricas en su discurso ante el Congreso. "Esto podría ser un cambio importante en cómo funciona la alianza", dijo. "Estados Unidos tiene la esperanza de conseguir que Japón esté más profundamente involucrado en misiones internacionales y Japón quiere reforzar la integración de la alianza como una manera de aumentar la disuasión contra China".

Bajo las antiguas directrices, que han sido periódicamente revisadas, las operaciones japonesas y estadounidenses estaban enfocadas primariamente en la defensa de los territorios japoneses. "Las directrices actuales son sin restricciones con respecto a la geografía", dijo el secretario de defensa Ash Carter. "Esta es un cambio muy grande, de ser enfocado localmente pasó a ser enfocado globalmente". Dijo que hay una serie de cuestiones en la región y en todo el mundo en el que Estados Unidos y Japón tienen que cooperar. "Es Corea del Norte, y la disuasión de conductas de provocación por parte de Corea del Norte", dijo Carter. "Ese es un esfuerzo conjunto importante de la alianza y un fortalecimiento de muchas maneras".

Según el nuevo acuerdo, los dos países anunciaron un nuevo mecanismo de coordinación de la alianza integrada por funcionarios de sus departamentos diplomáticos y de defensa así como los militares. "En tiempos de paz y también en situaciones de emergencia entre Japón y Estados Unidos, las consultas se llevarán a cabo en virtud de este mecanismo", dijo Gen Nakatani, ministro de defensa japonés.

El principal objetivo de las nuevas directrices de defensa, que exigen respuestas "sin costura y robustas" a los acontecimiento en la región de Asía-Pacífico, es permitir el aumento significativo de la cooperación entre las fuerzas estadounidenses y japonesas que habían sido limitados por la propia doctrina de autodefensa de Japón.

Una alta prioridad será la planificación de cómo responder a los incidentes con sus fuerzas navales en el Mar de China Oriental, donde Japón y China tienen una disputa territorial, sino también trabajar más estrechamente en la inteligencia, la ayuda humanitaria, la defensa antimisiles y en la lucha cyber y el espacio. Los dos ejércitos establecerán un mecanismo de coordinación permanente que será utilizado para responder a las crisis.

Estados Unidos y Japón establecieron los lineamientos de defensa en 1978, en el apogeo de la Guerra Fría, y en 1997, cuando el fortalecimiento militar de China todavía estaba en su infancia. Las nuevas directrices son las primeras en reflejar una mayor influencia militar de China e impulsar la influencia en la región. La declaración de los dos gobiernos reafirma que Estados Unidos cree que las Islas Senkaku, que son reclamadas por Japón y China (que las llama Diaoyu), están cubiertas por el tratado de seguridad entre Estados Unidos y Japón. También toma nota de la presencia militar de Estados Unidos ya intensificada en las bases en Japón, incluido el despliegue de aviones no tripulados Global Hawk, las patrullas de aviones P-8 y los buques Aegis.

Sheila A. Smith, investigadora principal para estudios de Japón en el Council on Foreign Relations calificó el acuerdo como una "transformación muy significativa" entre Estados Unidos y Japón. "Se trata de una disuasión y des-escalada, para protegerse contra el riesgo de que algo pequeño podría convertirse rápidamente en un importante conflicto armado".

El Senador John McCain, republicano de Arizona que dirige el Armed Services Committee, elogió las nuevas directrices como un "momento histórico". Green dijo que las directrices son una ruptura con la introspectiva postura de defensa de Japón que vuelve a su determinación. "Ellos no querían dejarse embaucar o verse atrapados en una lucha con cualquiera, dondequiera, otra vez".

Las nuevas directrices también permitirán más co-desarrollo y producción conjunta, resultando en el intercambio ampliado de la tecnología militar entre los dos países. Aunque controvertido en la región, donde los recuerdos de la agresión japonesa en la Segunda Guerra mundial aún permanecen, las nuevas directrices permitirán a las Japanese Self-Defense Forces -con aprobación parlamentaria- ayudar a los aliados americanos que estén bajo ataque. "Esto significa que Japón puede responder a los ataques a terceros países, no sólo Estados Unidos, si se encuentran en estrecha asociación con Japón y los ataques afectan directamente a la seguridad de Japón", dijo un funcionario estadounidense.

Los aliados americanos en Asia fueron informados sobre las nuevas directrices. En los últimos días, los altos funcionarios estadounidenses se reunieron con los funcionarios de defensa chinos para hablar de las directrices tratando de asegurarles que no estaban destinadas a Beijing. Zhu Haiquan, vocero de la embajada china en Washington, dijo que China miraría de cerca el desarrollo de las nuevas directrices. La relación entre Estados Unidos y Japón, dijo, "no debe salir de los límites bilaterales" para socavar los intereses de otro país. "Esperamos que las partes concernientes hagan esfuerzos positivos para mejorar la confianza mutua y promover la paz común, la estabilidad en la región, en lugar de lo contrario", dijo Zhu.

Los accesos a los mercados

Obama recibió con satisfacción el apoyo de los fabricantes de automóviles americanos por el acuerdo de libre comercio de Asia que su equipo de negociación está tratando de terminar. Él no parece contar con eso, sin embargo. En una entrevista dijo que el acuerdo de Asia y, en particular el acuerdo bilateral con Japón sobre automóviles y otras cuestiones, será bueno para los trabajadores de la industria automotriz. "Creo que voy a ser capaz de demostrar que es un buen negocio para ellos (los líderes de la industria automotriz americana)", dijo.

Los negociadores estadounidenses y japoneses han estado trabajando durante más de un año en un acuerdo para reducir o eliminar las barreras al comercio, incluidos los aranceles que protegen las granjas japonesas y los fabricantes de Detroit, así como la burocracia reguladora culpada de mantener los autos de Detroit fuera de Japón.

Un acuerdo entre Estados Unidos y Japón ayudaría a allanar el camino para el acuerdo de Trans-Pacific Partnership, integrado por 12 naciones que se encuentra en las etapas finales de negociación. Washington y Tokio esperan que un acuerdo de "acceso al mercado" entre ellos permitiría a los otros 10 países en las negociaciones del TPP llegar a una serie de ofertas similares. Las autoridades estadounidenses están tratando de eliminar las barreras regulatorias que han lastimado mucho la capacidad de Detroit para hacer incursiones en ese mercado.

Pero mientras que los fabricantes de automóviles japoneses, incluyendo sus unidades de Estados Unidos, han apoyado un nuevo acuerdo, los fabricantes de auto de Detroit, los legisladores de Michigan y los sindicatos están entre los críticos más prominentes del TPP. Les preocupa que sufran en el mercado estadounidense de reducciones de los derechos de Estados Unidos sobre los automóviles y camiones japoneses enviados a Estados Unidos así como de las reducciones en los aranceles de autopartes estadounidenses.

Las empresas estadounidenses, afectadas por la debilidad del yen frente al dólar en los últimos años, también están pidiendo que el acuerdo incluya normas vinculantes para prevenir que Japón u otros países incurran en la manipulación de la moneda en el futuro. "Nunca hemos tenido un acuerdo comercial multilateral a ser considerado con los países asiáticos que han tenido una historia de manipulación de la moneda", dijo Curt Magleby, vicepresidente de asuntos gubernamentales de Ford Motor. “Debería haber un debate abierto sobre algo de este tipo de magnitud".

El gobierno argumenta, sin embargo, que las cuestiones monetarias deben ser tratadas en otros lugares, no en el acuerdo comercial. Obama sostiene que, en general, los cambios beneficiarían a las empresas estadounidenses al dejarlos mucho mejor posicionados para penetrar en el mercado japonés de lo que son ahora. "Sigo señalando que hay un montón de autos japoneses aquí en Estados Unidos, casi no hay autos estadounidenses en Tokio", dijo. "Y por lo tanto podemos tener un mayor acceso a los mercados que están cerrados actualmente, pero que están vendiéndonos, eso es mejor para los trabajadores estadounidenses".

Al hablar de la industria del automóvil, el presidente parecía molesto por lo que ha encontrado de escepticismo de las empresas cuando su administración cree haberlo salvado a través de un programa de rescate después del colapso financiero de 2008. "Sabes, había mucho escepticismo sobre salvar a la industria automotriz", dijo. "Yo estaba seguro de que si la industria automotriz estadounidense se reestructuraba, si los interlocutores sociales se unían y cambiaban la forma en la que hacían los negocios podrían prosperar. Y eso era una buena apuesta. Han prosperado".

Ahora, sin embargo, la industria necesita pensar diferente, trabajar más duro para capturar "la parte del león del mercado de vehículos eficientes en combustible" y asumir nuevos retos. "Cuando somos atrevidos, y sabemos, eche un vistazo a donde vamos a estar en 10, 15, 20 años a partir de ahora, tenemos previsto para ello, invertimos para ello, vamos tras él, lo logramos", dijo. Ciertamente hay espacio para la mejora en la balanza comercial en la industria automotriz con Japón. Estados Unidos envió alrededor de 2 billones de dólares en autos y partes a Japón el año pasado, comparado con los cerca de 50 billones de dólares destinados a la inversa, según la U.S. Census Bureau.

Los obstáculos a la aprobación del TPP: La oposición demócrata

Obama, de cara a una dura lucha en su propio partido por la política comercial, advirtió que China podría llenar el vacío económico de Estados Unidos si no logra completar y aprobar el acuerdo de libre comercio con Asia. "Si nosotros no escribimos las reglas, China escribirán las reglas en esa región", dijo Obama en una entrevista reciente con el Wall Street Journal. "Estaremos cerrados a negocios fuera de América y la agricultura americana. Eso significa una pérdida de puestos de trabajo en Estados Unidos". Obama también advirtió sobre el creciente sentimiento anti-globalización en Washington, que se refleja en la oposición demócrata para el acuerdo comercial, los esfuerzos republicanos por matar elExport-Import Bank y la falta de voluntad del Congreso para aprobar nuevas reglas para el funcionamiento del Fondo Monetario Internacional. "Lo que no podemos hacer, sin embargo, es retirarnos", dijo Obama., añadiendo: "No ha habido una confluencia de compromiso anti-global de los dos elementos de la derecha y la izquierda que yo creo es un gran error".

Obama y sus negociadores están trabajando para terminar el Trans-Pacific Partnership, al tiempo que lucha por ganar el "fast-track" de la autoridad negociadora del Congreso para acelerar la aprobación del acuerdo a finales de este año. El Senate Finance Committee aprobó fácilmente el proyecto de ley fast-track la semana pasada con fuerte apoyo bipartidista. Pero el House, el Ways and Means Committee aprobó la medida con el apoyo de sólo dos demócratas. Esa votación de la House destacó la profundidad de la oposición entre los demócratas, sobre todo en la izquierda del partido, donde ambos Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts y Richard Trumka, presidente de la AFL-CIO, han estado en contra del acuerdo.

Los críticos de la izquierda, en particular aquellos en el movimiento obrero, se oponen al TPP porque creen que los acuerdos de libre comercio han causado una salida de puestos de trabajo de Estados Unidos a otras naciones y dicen que la competencia de los países con salarios más bajos, producidos por este tipo de acuerdo, han contribuido a salarios estancados y una mayor desigualdad de los ingresos en Estados Unidos.

La ex secretaria de Estado Hillary Clinton también se ha negado a respaldar el TPP, a pesar que el trabajo sobre el acuerdo comenzó cuando aún estaba en su cargo. Obama se negó a criticar a Clinton por no tomar una posición pública en favor del pacto en los últimos días. "Creo que ella dijo lo que debería estar diciendo, y es que va a querer ver un acuerdo comercial que sea fuerte en materia de trabajo, fuerte en el medioambiente, que ayude a los trabajadores estadounidenses, que ayuda e a la economía de Estados Unidos. Esa es mi norma, así, y estoy seguro de que el estándar se puede cumplir", dijo.

Obama ha expresado su molestia, y en ocasiones, destellos de ira por las duras críticas al acuerdo asiático de sus habituales aliados en el ala izquierda de su partido. En la entrevista, sin embargo, dijo que entiende sus preocupaciones. "En el transcurso de 20, 25 años, lo que vio fue en beneficio del comercio de la economía de Estados Unidos en conjunto con los precios más baratos, la inflación baja, la creación de una cadena de suministro global que era bueno para las empresas estadounidenses", dijo. "Pero lo que es cierto, y los mejores datos económicos parecen demostrar, es que hubo alguna erosión de nuestra base de fabricación en el momento".

Pero dijo que el TPP sería diferente porque tendría disposiciones más vinculantes sobre normativas laborales y ambientales que se escriben en el pacto, no figura en los acuerdos secundarios que los críticos dicen que eran difíciles de aplicar en el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte de la década de 1990. Cuando este acuerdo fue aprobado por el Congreso en 1993, 27 senadores demócratas y 102 miembros de la Cámara demócrata votaron por él. La mayoría de los analistas creen que el número de demócratas ahora en favor del TPP es mucho menor, aunque Obama dijo que es demasiado pronto para pronosticar cuántos demócratas lo respaldan. Es casi seguro, sin embargo, que el presidente tendría que confiar más en el apoyo de los republicanos que en el respaldo de los demócratas.

En varios puntos de la conversación, Obama planteó el peligro de perder terreno en la competencia económica con China si el acuerdo comercial son se completa: "Queremos que China tenga éxito. Queremos que China continúe embarcándose en su ascenso pacífico", dijo. "Creo que es bueno para el mundo...Sólo queremos asegurarnos de que las reglas nos permitan competir y todo el mundo pueda competir. No queremos que China utilice su tamaño contra otros países de la región en torno a reglas que nos desventaja".

En la economía estadounidense, Obama reconoció que la situación del empleo no ha mejorado mucho en los últimos meses, que ya tenía anteriormente, pero lo atribuyó a las debilidades actuales por los problemas en Europa y China. Europa, dijo, "ha sido suave durante mucho tiempo y China, que está tratando de hacer una transición lejos de depender exclusivamente de las exportaciones a un modelo de consumo interno, que es realmente algo bueno en el largo plazo, pero en el corto plazo significa que la demanda a nivel mundial es un poco más soft".

También argumentó que la economía estadounidense, aunque mejor que otras economías avanzadas, se beneficiaría de la aprobación del Congreso de un "fuerte proyecto de ley de infraestructura" para mejorar las carreteras, los puertos, los puentes y las broadband lines".