Pero el gobierno de Obama se ha comprometido sólo a enviar raciones militares por ahora, cuidando con inflamar las tensiones con Rusia. La decisión estadounidense refleja la renuencia del Pentágono a ser visto como el apoyo a las fuerzas armadas directamente asediados de Ucrania durante el enfrentamiento con Rusia, que se ha apoderado de la región ucraniana de Crimea.

El riesgo de una escalada fue subrayada por la decisión de Rusia de llevar a cabo otro ejercicio militar cerca de Ucrania el jueves. El Kremlin también confirmó que ha enviado seis aviones de combate Sukhoi y tres aviones de transporte a otra ex república soviética, Bielorrusia para patrullas conjuntas. En las maniobras próximas a los límites territoriales participarán más de 8.000 militares, —unos 10.000 en total en todas las zonas, según fuentes rusas—. Se movilizarán tropas de infantería, artillería, destacamentos mecanizados, de ferroviarios y tropas de paracaidistas, las fuerzas de elite mejor preparadas para el combate. Dispondrán de lanzacohetes y armamento antitanque. Los ejercicios se mantendrán hasta finales de marzo.

Funcionarios de Belarús dijo que la medida se tomó en respuesta a un aumento de las patrullas aéreas de la región por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en medio de la crisis de Ucrania.

A finales de febrero y comienzos de marzo se desarrollaron otras maniobras en toda la parte oeste de Rusia, incluyendo gran parte de las regiones fronterizas con Ucrania. El pasado día 1, el presidente Vladímir Putin, recibió el visto bueno del Consejo de la Federación (Cámara Alta) para emplear el Ejército en Ucrania. El ministro de Defensa ucraniano, Igor Teniuj, calcula que al otro lado de la frontera este hay más de 220.000 soldados rusos, cifra que supera el número de efectivos del Ejército ucraniano.

En medio de las demostraciones de fuerza, los funcionarios estadounidenses reconocen que la administración Obama se enfrenta a un difícil acto de equilibrio. Quiere mostrar su apoyo a los líderes provisionales de Ucrania sin antagonizar aún más con el impredecible Moscú o inadvertidamente animar a los militares de Ucrania a tomar medidas que podrían despertar la violencia.

"No es un no para siempre es un no, por ahora", dijo un alto funcionario de Estados Unidos a la solicitud de Ucrania para el apoyo militar letal. Antes de una visita a Ucrania con otros legisladores republicanos, John McCain, de Arizona criticó la respuesta del gobierno. "No debemos estar imponiendo embargos de armas a las víctimas de agresión", dijo. “Nuestras opciones tácticas son muy limitadas. Lo que tenemos que hacer es mostrar a Rusia que sus acciones tienen consecuencias de largo plazo”, dijo un funcionario desde el anonimato.

Nadie, ni los halcones republicanos, son partidarios de que Estados Unidos comience una guerra con Rusia para defender la península ucraniana, pero consideran que Rusia debe pagar caro por esa anexión para evitar que continúe su expansión por el Este de Ucrania. El secretario de Defensa, Robert Gates cree que Crimea es sólo parte de la estrategia de largo plazo del presidente ruso para crear un bloque que incluya “total control de Ucrania”.

La solicitud de Ucrania coincidió con la visita a la Casa Blanca del nuevo primer ministro del país, Arseniy Yatsenyuk, y llego justo un día antes que el Secretario de Estado John Kerry tenía previsto reunirse con su homólogo ruso en Londres, en un intento desesperado por una solución diplomática a la crisis. Un referéndum el próximo domingo podría decidir si la región de Crimea rompe con Ucrania y se une a Rusia.

El embajador francés, Gérard Araud, criticó el referéndum de Crimea, del que dijo que "solo se podrá votar 'sí' o 'sí'", y consideró "una ironía que roza el surrealismo" que Rusia, que siempre rechazó la declaración de independencia de Kosovo, diga ahora que esa declaración no es ilegal a fin de justificar el derecho de Crimea a separarse de Ucrania. "Rusia podrá ganar Crimea pero perderá su credibilidad", afirmó Araud, quien insistió en que esta crisis se verá con "desconfianza e inquietud" en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central en las que también hay minorías rusas. También advirtió de que si el próximo domingo hay "un referéndum ilegal" en Crimea, "nos veríamos obligados a extraer todas las consecuencias políticas y económicas".

Violación sí –porque Crimea pertenece a Ucrania- pero con ciertos atenuantes: hay apoyo mayoritario de la población y es respuesta a una jugada bastante turbia en Kíev, donde se acaba de formar un gobierno que margina  por completo a la minoría rusa y a los representantes de la mayoría de ucranianos del sur y del este del país, que, independientemente de lo que opinen de Putin, no desean una Ucrania contra Rusia. En todo el Este y el Sur del país, las regiones más favorables a Rusia, se está articulando un “anti-Maidán”. Se trata de un movimiento popular que no reconoce al gobierno de Kíev, aclama con diversos matices a Rusia, y formula toda una serie de reivindicaciones; referéndum sobre el ingreso de Ucrania en la unión aduanera y comercial que alienta Moscú, cooficialidad del ruso como segunda lengua, mayor autonomía de las regiones, y, eventualmente, federalización del país. Es lo que en Kíev se llama “separatismo” y tiene muchos matices. Al igual que el Maidán por sus padrinos euroatlánticos, el “Antimaidán” es espoleado por agitadores rusos con conexión directa con Moscú.

Crimea busca legitimar y hacer transparente los acontecimientos que se precipitan, alertando a la comunidad internacional que ve su país, por su posición geoestratégica, una zona de máximo interés. Ucrania ha tenido una cobertura mediática constante debida al rechazo del entonces presidente Yanukóvich a firmar el acuerdo económico propuesto por la Unión Europea hasta desembocar en la salida de éste del país. Actualmente lidera el país un equipo de gobierno interino liderado por Yatseniuk, más cercano a Europa que a Rusia.

Yatseniuk abrió el debate denunciando una "agresión militar" rusa contra su país "que no tiene razón ni motivo", y aunque recalcó que aún hay "una oportunidad de solución" advirtió de que se trata de un conflicto que" va más allá de las fronteras de Ucrania".

Recordó que en 1994 su país renunció a su arsenal nuclear, heredado de la desaparecida Unión Soviética y que entonces era el tercero mayor del mundo, y con el llamado Memorando de Budapest (uno de cuyos firmantes fue Rusia) se garantizó la independencia y la soberanía nacional de Ucrania. Por ello, Yatseniuk advirtió de que, si no se respeta ahora ese acuerdo, "sería muy difícil convencer a nadie" de que renuncie a sus armas nucleares, lo que "debilitaría" a todo el sistema internacional de no proliferación.

Consecuencias económicas

Desde que las fuerzas rusas tomaron el control de Crimea el 28 de febrero, los mercados de Moscú se han desplomado a niveles no vistos desde la crisis económica global, con 50 empresas derramando 110 billones de dólares en capitalización. El rublo ha afectado a mínimos históricos y muchos economistas han reducido sus pronósticos de crecimiento de 2014 en más de la mitad. Y eso es antes incluso de que se introduzcan las sanciones.

Pero hasta ahora, Putin no ha dado señales de dar marcha atrás a partir de la charla cada vez más fuerte con Occidente y parece estar listo, una vez más, para desestimar las quejas de los magnates de Rusia. Su índice de aprobación personal subió casi 10 puntos a un máximo de tres años de 71,6% con respecto al mes pasado, según las encuestas de VTsIOM, relevadas por The Wall Street Journal. Casi dos tercios de los encuestadores citaron que la crisis ucraniana fue el factor má importante en su opinión, mientras que el 32% citó los Juego Olímpicos de Invierno de Sochi.

Un funcionario del gobierno dijo que aquellos en el círculo íntimo de Putin están convencidos de que tienen una oportunidad histórica para recuperar Crimea, territorio cedido a Ucrania sólo en 1954 y ver el posible costo económico como menos importante.