Estos años de crecimiento, sin embargo, no han tenido un efecto decisivo en el principal problema de la región, la desigualdad. "América Latina es la región más injusta del mundo, no la más pobre", dijo Danilo Astori, el vicepresidente de Uruguay, un de las economías más dinámicas de la región. Según datos de la Cepal, el 27% de la población de la zona vive en la pobreza y el 11,5% en la extrema pobreza, una cifra que ha mejorada en la última década pero que está estancada desde 2010. Desde 2012, el optimismo con respecto a los mercados emergentes se ha ido resintiendo en forma sostenida. Una desaceleración notable y bastante generalizada ha puesto en duda la sostenibilidad de sus altas tasas de crecimiento anteriores. En algunos sectores, la situación ha reavivado viejos temores de turbulencia macroeconómica y financiera. Frases como “economías sumergidas” se han vuelto comunes en la prensa financiera.

Lo que convierte en urgente el desafío de la productividad en la actualidad es precisamente el hecho de que el progreso social ha estado ligado al crecimiento. Gracias a las políticas actuales, los programas sociales se pueden mantener en el corto plazo. El riesgo es que estos logros se pueden perder si el crecimiento sigue siendo bajo durante demasiado tiempo. Con el retroceso del viento de cola mundial, la región tendrá que depender de sus propios dispositivos para impulsar el crecimiento. Estos dispositivos tienen un solo nombre: productividad. Con escasos ahorros nacionales y ralas entradas de capital externo, el crecimiento del ingreso puede sostenerse solo con el aumento de la productividad.

Sin embargo, el contexto actual podría debilitar la capacidad fiscal de los gobiernos para realizar las inversiones necesarias. En esta dimensión la serie Ladf parece profética, en parte porque la historia podría repetirse. Cuando salíamos de la denominada “década perdida” de 1980, que se caracterizó por esfuerzos dolorosos de estabilización macroeconómica que eran necesarios, pero la calidad de los ajustes fiscales correspondientes podría haber sido mejor. El libro, The Limits of Stabilization: Infrastructure, Public Deficits, and Growth in Latin America (Los límites de la estabilización: infraestructura, déficit público, y crecimiento en América Latina) (2003), detalló cómo los recortes en la inversión pública en infraestructura durante los episodios de estabilización no fueron compensados por un aumento de la inversión privada en infraestructura. El resultado fue que el crecimiento a largo plazo sufrió un golpe cuando nuestra infraestructura se deterioró.

Tomemos dos casos al azar, Brasil y México, recientemente un reporte de Moody's Investors Service sostiene que la inversión en infraestructura de las dos mayores economías de América Latina se ha rezagado, especialmente en producción energética en México y en transporte en Brasil.

“A pesar de que Brasil y México han registrado similares tasas de crecimiento de inversión en infraestructura desde principios de la década de 1970, presentan distintos panoramas de dónde ha sido particularmente débil el financiamiento de infraestructura", dijo Moody's, que sostuvo que los países han tenido rezagos de distintos grados en distintos sectores. Brasil tiene la brecha de infraestructura más grande al no contar con las inversiones necesarias para estar a la par con países con ingresos similares, dijo Moody's.

La agencia estimó que el rezago en infraestructura de Brasil es de alrededor de 6.4 puntos porcentuales del PBI o de 140,000 millones de dólares, mientras que para México calculó un déficit de 62,000 millones de dólares o 4.7 puntos porcentuales del PBI. Desde la década de 1970, ambos gobiernos han recortado fuertemente su inversión en infraestructura, situación que no ha sido compensada con incrementos en inversión privada, sostuvo la agencia.

En México, la inversión en infraestructura promedio del 1,8% del PBI en el período 1971-2012, con una inversión total en infraestructura estimada en alrededor de 22,000 millones de dólares para 2012. En tanto, la inversión total en infraestructura de Brasil promedió 3.4% del PIB durante el período 1971-2012. Sin embargo, la proporción entre 1990 y 2012 fue menos de la mitad que entre 1971 y 1980, explicó Moody's. La agencia estimó que la inversión total de Brasil en infraestructura en 2012 fue alrededor de 52,000 millones de dólares.

Menor confiabilidad

La aseguradora estadounidense FM Global presentó Resilience Index, hizo un estudio sobre los 30 territorios menos atractivos para el mundo, en la cadena de suministros, pues en el caso en que ocurra un incidente no hay un plan de contingencia sólido para resolverlo. Variables como la corrupción, provisión, capacidad de la manufactura nacional per cápita, infraestructura y la exposición a desastres fueron tenidas en cuenta.

En América Latina países como Costa Rica y Chile están entre los más confiables para asegurar la cadena de suministro, pues ocuparon las posiciones 38 y 40, respectivamente. Seguidos de Brasil que conquistó el lugar número 49, Uruguay con el 56 y México en el 59. Perú quedó en el puesto 96, lo que indica que en la Alianza del Pacífico, Colombia sigue siendo el más riesgoso en este aspecto. Paraguay está entre los países de Latinoamérica, que son menos fiables para hacer negocios. El país ocupa el puesto 119.

Costa Rica, Chile y Brasil están innovando en cadenas productivas, motivo por el cual tienen mayores acuerdos comerciales. Por el contrario, Colombia se encuentra rezagada en estos aspectos y sobretodo en procesos de industrialización. Según Óscar Eduardo Medina, experto en geoeconomía de la Escuela de Administración, Finanzas y Tecnología (Eafit) “el grave problema del país está en la infraestructura, pues no hay carreteras ni puertos para la mercancía y eso dificulta la distribución eficiente de los productos”.

En materia de infraestructura, Colombia se encuentra por debajo de más de 79,1% de los países medidos por el Foro Económico Mundial. El país ocupa la posición 117 entre 148 países, según el informe de 2013. Chile por el contrario ocupa la posición número 45, por encima de México que está en el lugar número 66 y Perú que se encuentra en la posición 101.

Brasil por ejemplo, se encuentra entre los 20 primeros exportadores del mundo. Las mayores exportaciones enColombia son de carbón 40% y granel líquido 33%. Mientras que los otros envíos tienen unos porcentajes mucho menores, por ejemplo, los contenedores 9%, granel sólido 6% y otros productos 3%. En contraposición, las exportaciones de Brasil se caracterizan por ser agrícolas.

En el informe de la aseguradora FM Global también se tienen en cuenta otros factores además de infraestructura. Uno de los determinantes tiene que ver con sobreexposición al riesgo, que define si, efectivamente, la cadena de suministros se puede ver afectada por temas naturales. En Colombia se tiene antecedentes como los del Fenómeno del Niño, situación que generó muchos problemas a la industria y a los inversionistas extranjeros. Estos desastres naturales arrasaron con parte de la infraestructura, obras que todavía están en proceso de reconstrucción. El país como se puede apreciar tiene un riesgo alto en particular en el componente de fenómenos naturales, debido a su geografía singular.

La exposición en la geográfica también afecta los índices en las regiones como Guatemala con las erupciones volcánicas, los huracanes en República Dominicana, los terremotos en México, Perú y Chile. Rodrigo Tejada, administrador portal Econcifras y Master de la Universidad de los Andes explica como Japón está en la posición número 128 del componente de riesgo natural. “Sin embargo, estos son aspectos de la naturaleza en los que probablemente no se pueden tomar medidas”. En cambio, percepciones como la infraestructura probablemente puedan mejorar el índice de Colombia en el ranking de FM Global. Por ejemplo, la inversión en obras de infraestructura por $47 billones.