El retroceso se inició mucho antes de que Vladimir Putin, presidente de Rusia, comenzara su guerra contra Ucrania. El caso es un llamado a la alteración de la normalidad con Moscú es evidente para cualquiera que considere que la seguridad internaciones exige que las naciones no invadan a sus vecinos. La crítica válida de Occidente es que ha sido demasiado lento para reaccionar.

A cada paso, el presidente ruso ha explotado despiadadamente la vacilación de Estados Unidos y las divisiones europeas.

Él lo hará hasta que la OTAN restablezca la disuasión en el corazón de la seguridad europea. El irredentismo de Putin exige una diplomacia endurecida por el hard power. Él se detendrá cuando entienda que la agresión invitará a una represalia inaceptable. Para hacer una disuasión creíble, la alianza tiene que poner las botas en el suelo en su flanco oriental. Los países bálticos han sustituido a Berlín como la prueba de fuego de la voluntad occidental.

Algunos, en particular, aunque no exclusivamente, en el ascenso del mundo, han visto la sanciones a través de un prisma diferente. Al castigar a Rusia económicamente, Estados Unidos y Europa están socavando el sistema internacional abierto. La economía, este elenco de mentes dice, debe mantenerse al margen de las vicisitudes de las querellas políticas.

Estas críticas tienen razón al decir que una economía global necesita una arquitectura política cooperativa. Las sanciones contra Ucrania, sin embargo, se ajustan a un panorama más amplio de la desintegración de la globalización ya con la crisis financiera de 2008. Ellos dan testimonio de un cambio profundo en las actitudes estadounidenses. El retiro constante de Washington del compromiso global va más allá de la orden de Obama de que Estados Unidos para de hacer "stupid stuff".

El arquitecto de la actual era de la globalización ya no está dispuesto a ser su garante. Estados Unidos no ve un interés nacional vital en la defensa de un orden que redistribuya el poder a sus rivales. Por mucho que ellos podrían poner reparos en esto, China, India y el resto no están dispuestos a actuar como guardianes del multilateralismo. Sin un campeón, la globalización no puede sino caer en mal estado.

No hace mucho tiempo, las finanzas y el internet eran a la vez los canales más poderosos, y los símbolos visibles del mundo interconectado. El capital despreocupado y las comunicaciones digitales no tenían respeto por las fronteras nacionales. La innovación financiera (y francamente las argucias) reciclan los enormes excedentes del mundo llegando a los penosos compradores de viviendas en Middle America y los especuladores poco fiables en la Costa del Sol. Los amos del universo bancario hacen girar la ruleta en el nombre de algo llamado consenso de Washington.

Luego vino el crash. Las finanzas han sido renacionalizadas. Los bancos se han retirado de cara a los nuevos controles regulatorios. La integración financiera europea ha dado marcha atrás. Los flujos de capital globales siguen siendo sólo aproximadamente la mitad de su pico pre-crisis.

En cuanto al mundo digitalizado, la idea de que todos, en todas partes deben tener acceso a la misma información ha caído en desgracia con la política autoritaria y la preocupación por las privacidad. China, Rusia, Turquía y otros han lanzado barricadas en toda la autopista digital para reprimir la disidencia. Los europeos quieren protegerse de las agencias de inteligencia estadounidense y el capitalismo monopolista de los gigantes digitales, The web se dirige a la balcanización.

El sistema de comercio abierto está fragmentado. El colapso de la ronda de Doha se dirigió a la desaparición de los acuerdos de libre comercio a nivel mundial. Las economías avanzadas están buscando su lugar en las coaliciones y acuerdos regionales - el Trans-Pacific Partnership y el Transatlantic Trade and Investment Pact. Las economías emergentes están construyendo relaciones sur-sur. Frustrados por la falta de reequilibrio el Fondo Monetario Internacional, los países Brics están estableciendo sus propias instituciones financieras.

La política interna, al norte y al sur, refuerza estas tendencias. Si los líderes occidentales se han vuelto recelosos de la globalización, muchos de sus electores se han convertido posiblemente en hostiles. La globalización fue vendida en Estados Unidos y Europa como un ejercicio de interés propio ilustrado -todo el mundo sería un ganador en un mundo que tiraba abajo las fronteras nacionales. Apenas parece que las clases medias apretadas, son el 1% de los beneficios de la integración económica.

Por mucho que el sur ha prosperado dentro de las viejas reglas -la admisión de China en la Organización Mundial del Comercio ha sido el acontecimiento geopolítico más importante hasta el momento de este siglo -sin embargo, los nuevos poderes manifiestan un escaso entusiasmo por el multilaralismo. El viejo orden es ampliamente visto como un instrumento de la hegemonía estadounidense. India hizo fracasar el último intento de revitalizar la OMC.

La globalización necesita una potencia hegemónica, un concierto de poderes o arreglos de gobernanza global suficientes para asegurar que las normas se apliquen de manera justa. Sin una arquitectura política que sitúa los intereses nacionales en los esfuerzos mutuos, el marco económico está destinado a romperse y fragmentarse.

Los estrechos nacionalismos dan un codazo a los compromisos globales. Las sanciones son parte de esta historia, pero el desprecio de Rusia por el orden internacional es uno de los más grandes. Es triste decirlo, nos enteramos en 1914 que la interdependencia económica es un baluarte contra la gran rivalidad entre las potencias.

Obama encerrado en el laberinto

Después de admitir que "no tenemos una estrategia todavía" para hacer frente a los militantes islamistas en Siria que han decapitado a dos estadounidenses, Barack Obama ha llega a un punto de vista más confiado para el viaje a Europa. El presidente de Estados Unidos utilizó una visita a Estonia para declarar que "la defensa de Tallin, Riga y Vilnius es tan importante como la defensa de Berlin, Paris y Londres".

Sin embargo, en la apertura de lo que es considerado como la cumbre de la OTAN, más importante en décadas, la incómoda realidad es que Obama también está luchando para desarrollar una estrategia para una crisis en Ucrania que hace explotar la frontera de Europa. Con la evidencia de que las tropas rusas han ayudado a abrir un nuevo frente entre los rebeldes y las fuerzas ucranianas en el sureste del país, Vladimir Putin ha levantado dramáticamente el juego en el conflicto -incluso mientras planeaba un alto el fuego.

Al hacerlo, ha empujado a Obama hacia una elección desagradable -ya sea escalar en el conflicto mediante el envío de armas a Kiev o buscar un acuerdo diplomático que muchos en casa muestran como climb down humillante. Al igual que en Siria, las opciones de Obama son tirantes. Hasta ahora, Obama ha conseguido dividir la diferencia entre los halcones y las palomas en su administración y entre sus aliados elevando lentamente la presión sobre Rusia a través de sanciones, mientras dice que quiere una solución diplomática. Pero la última gran apuesta de Putin ha agudizado las diferencias entre los enfoques de la competencia, dejando a Obama atrapado en una creciente división.

Las palomas argumentan que la invasión efectiva de Ucrania por Rusia demuestra que nunca puede haber una solución militar al conflicto que involucra la derrota absoluta de los rebeldes -una opinión apoyada por Berlín. Porque él está al lado y porque ve a Ucrania como un interés vital, Putin siempre estará preparado para escalar en el conflicto más allá de los niveles de confort occidental. Simplemente quiere más.

El invierno está en el horizonte, trayendo consigo la posibilidad de que Rusia corte el suministro de gas a Ucrania y Europa. Mientras tanto, el aumento de las presiones económicas y sociales dentro de Ucrania significa que no está en condiciones de seguir un largo enfrentamiento militar en el este. Desde el inicio de la crisis, los "grandees" de Washington como Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski han sugerido las líneas generales de un acuerdo que incluye una mayor autonomía para el este de Ucrania, que podría ser aceptable para Rusia y Occidente.

La última versión fue un plan de 24 puntos en la isla de Boisto en Finlandia el mes pasado por ex funcionarios de Rusia y Estados Unidos, que aboga por un alto al fuego impuesto por la ONU y la garantía de que Ucrania sigue siendo neutral.

Pero el plan Boisto fue rápidamente denunciado por un grupo diferente de ex funcionarios estadounidenses de ambos partidos. Se quejaron de que era una violación de la soberanía de Ucrania para evitar unirse a la OTAN. Para los halcones de Washington, el último movimiento de Putin se debe cumplir con una respuesta occidental decisiva. Las sanciones más severas a los mayores bancos son parte del paquete propuesto. Pero también remiendan dar anti-tanque y otras armas pesadas a las unidades ucranianas que combaten en el este, de modo que puedan llevar la batalla de nuevo a las fuerzas apoyadas por Rusia. Putin sólo da marcha atrás, continúa el argumento, una vez que el público ruso ve cuerpos de soldados muertos en bolsas que vuelven a casa.

Si el señor Putin es capaz de dictar los términos de la política exterior de Ucrania, sugieren, no se detendrá allí. Se animo a encontrar la forma de socavar el compromiso de la OTAN de defender a sus miembros del este, como Estonia. Pronto las táctias de gángster del líder ruso socavarán el orden internacional y la autoridad estadounidense. Al principio de la crisis de Ucrania, Obama fue capaz de pensar en términos de opciones de políticas diferenciadas para contrarrestar a Putin -algunas sanciones aquí, una llamada de telefono a Moscú. Ahora se enfrenta a una elección mucho más profunda. ¿Está dispuesto a arriesgar la destrucción potencial de Ucrania para evitar la aparición de una victoria de Putin?

Más sanciones…

Estados Unidos está considerando limitar las exportaciones de alta tecnología para la industria de petróleo y gas en el Ártico de Rusia, como parte de un plan para fortalecer las sanciones contra Moscú en medio de la crisis en Ucrania. En el preludio de una cumbre de la OTAN en Gales, se espera que Estados Unidos se una a la Unión Europea e imponga nuevas sanciones a Rusia, después de que líderes del bloque acordaron el fin de semana que el apoyo de las tropas rusas a los rebeldes separatistas justificaba las medidas.

"Estamos viendo un mayor endurecimiento de las restricciones a las exportaciones de energía y a la autorización de las exportaciones de alta tecnología, no sólo para el sector energético, sino específicamente al petróleo y el gas del Ártico", dijo en Bruselas el embajador de Estados Unidos ante la Unión Europea, Anthony Gardner.

Rusia, el principal proveedor de energía al bloque, cuenta con algunos de los mayores depósitos de petróleo y gas no explotados del mundo frente a sus costas y sus ambiciones en ese ámbito podrían peligrar por las sanciones. Gardner dijo que Estados Unidos estaba trabajando en estrecha cooperación con la Comisión Europea, los embajadores y líderes del bloque sobre los próximos pasos para presionar al presidente ruso Vladimir Putin a una solución política en Ucrania.

En las primeras etapas del conflicto en Ucrania, Estados Unidos reaccionó más rápidamente que Europa e impuso sanciones a algunas de las mayores empresas de Rusia por primera vez en julio. Pero la Unión Europea ha dado pasos firmes desde el derribo de un avión de pasajeros de Malasia sobre el territorio controlado por los rebeldes en el este de Ucrania.