"La diferencia de dos puntos es demasiado pequeña para que nosotros lo llamemos resultado", dijo Peter Kellner, presidente de YouGov. "Pero el hecho de que el contest está demasiado cerca es de por sí notable, con Better Together parecía tener la victoria en el bolsillo".

La libra esterlina cayó frente al dólar en los mercados asiáticos el lunes por las preocupaciones sobre los resultados de la encuesta. El estudio atribuye el aumento del apoyo para la independencia a los esfuerzos de Salmond por calmar los temores de que la independencia sería demasiado arriesgada para la economía escocesa. La campaña por la independencia es vista como más enérgica y optimista, reuniendo a los votantes jóvenes y de clase trabajadora, en comparación con Better Together, que es visto como más negativo, dijo YouGov. Esta es una de las variadas encuestadoras que siguen las intenciones de voto escocesas. Otras encuestas han mostrado un liderazgo más fuerte por el campamento del "no", pero la brecha se ha ido reduciendo a medida que se acerca el día del referéndum.

El gobierno del Reino Unido está intensificando su campaña. El primer ministro David Cameron espera hablar en Escocía en los próximos días. Ed Miliband, líder laborista y Gordon Brown, ex primer ministro del Reino Union también estarán en Escocia esta semana defendiendo la unión. El ex viceprimer ministro John Prescott cabalgará por Escocia en la "Battle Bus" en un ómnibus rojo con la leyenda "Vote No", de acuerdo con la oficina de prensa del Partido Laborista Escocés.

El ex primer ministro laborista no ha ahorrado críticas contra Cameron por no tener el valor de medirse personalmente ante Alex Salmond en un debate televisivo. Brown ha culpado también a los conservadores por su política de recortes sociales y privatizaciones que han convertido el referéndum de Escocia es poco menos que una consulta sobre las políticas de austeridad de los últimos años.

El partido nacionalista Escocés propuso el referéndum de independencia cuando llegó al poder en 2011 después de años como un partido marginal. Los ministros en el semiautónomo Parlamento de Escocia en Edimburgo controlan el gasto y las políticas en áreas que incluyen salud, educación y transporte y tienen facultades limitadas en la recaudación de impuestos.

El Parlamento británico en Westminster determina la política exterior y de defensa para el Reino Unido en su conjunto y mantiene el control de la mayoría de los impuestos y grandes porciones de gasto, incluyendo la asistencia social. Los escoses pro-independencia ven al gobierno del Reino Unido en Londres como distante y sordo a los deseos de los votantes escoceses. Para ellos, la independencia tiene la promesa de que los impuestos recaudados en Escocia se gastarían en Escocia en beneficios tales como una mejor red de seguridad para los pobres.

Y la relación entre Escocia e Inglaterra lleva enferma por lo menos desde los años ochenta, cuando Margaret Thatcher cerró las minas, sojuzgó los derechos de la clase trabajadora, privatizó todo lo que pudo y desindustrializó toda Gran Bretaña. Los escoceses, mucho más colectivistas que el resto del país, no han perdonado ni olvidado. "Yo sitúo el comienzo del anhelo independentista de Escocia en 1966, el día que Inglaterra ganó el Mundial de fútbol -dice Robert Alan Jamieson, poeta de las islas Shetland que ha traducido parte de su obra al dialecto nativo-. Tengo amigos que ese día se dieron cuenta de que no podían alegrarse, de que incluso les daba rabia. De que éramos otro país, con otra historia, otra cultura y otros intereses".

En el frente político, un voto por la independencia sería un duro golpe para Cameron. Al mismo tiempo, la oposición del Partido Laborista del Reino Unido se basa en gran medida su apoyo en el voto escocés, sería muy difícil ganar las elecciones una vez que Escocia se separe formalmente.

Pese a las recientes declaraciones de Cameron, asegurando que no piensa dimitir si pierde el referéndum, sus correligionarios le tienen ya preparado un entierro e incluso un posible sustituto: el alcalde de Londres Boris Johnson (que antes tendría que reconquistar su escaño en la Cámara de los Comunes. Johnson podría dar de paso alas a los eurófobos y allanar el camino a la salida del resto del Reino Unido de la Unión Europea, uno de los posibles efectos colaterales del referéndum de Escocia.

Los analistas hablan de la mayor crisis constitucional en más de trescientos años, desde el Acta de la Unión en 1707, y del avance imparable hacia un modelo federal: y conservadores y laboristas se tiran los trastos a la cabeza, echándose mutuamente las culpas de las divisiones que han socavado la campaña unionista. Todo por una sola encuesta...

En el caso de secesión, entre las mayores incertidumbres está que moneda usara Escocia siendo independiente. El partido nacionalista escocés seguiría usando la libre esterlina, pero los tres principales partidos políticos de Londres y funcionarios del tesoro se oponen a esto, diciendo que expondría a los contribuyentes británicos a los riesgos financieros de un país sobre el que no tiene control. Algunos analistas dicen que un voto por la secesión enviaría los mercados de divisas a un caos. La pertenencia de Escocia a la Unión Europea también estaría bajo pregunta, ya que ahora pertenece como parte del Reino Unido.

La independencia podría llevar a los inversores a sacar su dinero de los bancos escoceses, desestabilizar el sistema financiero en el corto plazo. Se plantearía una serie de preguntas acerca de la regulación, como si los bancos escoceses permanecerían bajo el paraguas regulatorio del Reino Unido. Una división podría llevar a las firmas financieras a mover sus negocios de Escocia a Inglaterra, Rob Wood, economista jefef en el Reino Unido para Berenberg.

El presidente de Royal Dutch Shell, Ben van Beurden ha expresado su preocupación por las implicaciones de una Escocia independiente y los líderes empresariales han dicho que la separación traería la incertidumbre sobre las normas tributarias y comerciales. El partido nacionalista de Salmond dice que la independencia permitiría al país sacar provecho de la riqueza petrolera y que el gobierno puede mejorar su sistema de bienestar social y la atención de salud y aumentar las oportunidades de empleo. Más del 80% de las reservas de petróleo de Gran Bretaña se encuentran dentro de las fronteras marítimas de Escocia. Pero cómo se dividirían las reservas es una cuestión de negociación entre el gobierno británico y escocés después de un voto "si".

Los mercados y Krugman en contra de la independencia

Un voto en favor de la independencia crearía una incertidumbre significativa sobre los acuerdos monetarios entre Escocia y el resto del Reino Unido. "La volatilidad está casi asegurada. Si se divorcia del Reino Unido, la libra esterlina se vendería bruscamente", dijeron los analistas de Morgan Stanley en una nota a los clientes. "La libra podría caer a 1.50 dólares”, dijo Mark Bathgate, socio de ABD Investment Management LLP.

El mercado de bonos del Reino Unido conocido como gilts podrá vender también, debido a la incertidumbre sobre los niveles de deuda post independencia de Escocia del Reino Unido, dijeron los analistas de Morgan Stanley. Mientras tanto, los costos de las opciones de la esterlina antes de la votación, así como aquellos que expiran en dos semanas, justo después del referéndum, están aumentando fuertemente, mostrando que los inversionistas están dispuestos a pagar el premium por protección contra las oscilaciones de la moneda.

Sin embargo, algunos analistas sugieren que las tendencias en la esterlina han cambiado. "Al principio de la semana, vimos un montón de compra de protección a la baja de la libra. Pero la libra ha bajado un poco desde entonces, y ahora estamos viendo mucho más compra de protección no específica contra un movimiento a la baja", dijo Stephen Gallo, estratega de monedas del Bank of Montreal. Esto significa que los inversores se están preparando contra las oscilaciones significativas de la moneda, en una u otra dirección.

El Premio Nobel Paul Krugman desde su ha­bi­tual co­lumna en The New York Times, lanza este lunes todo un ca­ño­nazo contra los in­de­pen­den­tis­tas. El tí­tulo del ar­tículo es una re­ga­ñina a gri­tos: “Escoceses, ¿qué de­mo­nios van a ha­ce­r?”. El texto con­tiene una ad­ver­tencia muy seria de todos los males que les van a caer en­cima a los es­co­ceses en el caso de que elijan la in­de­pen­den­cia. El prin­ci­pal: que sin una mo­neda propia de­pen­derá de lo que de­cidan otros cen­tros de po­der, como el Banco de Inglaterra, sin pin­char ni cor­tar.

Krugman in­ter­preta la subida del “yes” en las úl­timas se­manas al hecho de que los in­de­pen­den­tistas han con­tro­lado bien el “factor mie­do”. Por eso les hace llegar lo si­guiente, para que no se crean que todo va a salir como piensan: “Bien, tengo un men­saje para los es­co­ce­ses. Tengan miedo, mucho miedo. Los riesgos de ir solos por la vida son in­men­sos. Pueden pensar que Escocia puede con­ver­tirse en otro Canadá, pero no mucho más pro­bable que acaben con­ver­tidos en otra España, y además sin sol”.

Comparada con Canadá, ve­cina del gi­gante nor­te­ame­ri­cano con el que rea­liza la mayor parte de sus transac­ciones eco­nó­mi­cas, Escocia po­dría in­tentar una si­tua­ción si­milar res­pecto a Gran Bretaña. Y Canadá de­muestra que esa cer­canía y de­pen­dencia de EEUU puede fun­cio­nar: es prós­pera, eco­nó­mi­ca­mente es­table y con unas po­lí­ticas so­ciales más a la iz­quierda. O sea, que Canadá va bien. Pero Escocia es otra his­to­ria.

La di­fe­rencia fun­da­mental por la que Escocia nunca po­dría llegar a ser otro Canadá es que hay una mo­neda lla­mada dólar ca­na­diense. O sea, que en caso de ne­ce­si­dad, se le da a la má­quina de hacer bi­lle­tes. Escocia no sólo no po­dría, sino que si se que­dara dentro de la libra como desea, es­taría a merced de Londres. Vaya in­de­pen­den­cia.

Krugman ad­mite que Escocia po­dría in­tentar tener su propia mo­neda, pero que sería una tarea muy ardua y cuyos re­sul­tados no se­rían los mismos que en Canadá, porque la eco­nomía está mucho más im­bri­cada dentro del Reino Unido. Pero como la cam­paña pro in­de­pen­dencia in­siste en con­servar la li­bra, esto es lo que pa­sa­ría: “La com­bi­na­ción de la in­de­pen­dencia po­lí­tica con una mo­neda com­par­tida es una re­ceta para el desas­tre. Aquí es donde en­caja la pre­cau­ción con lo que le ha pa­sado a España”.

El pro­fesor de Princeton ex­plica una vez más el pro­blema cen­tral de la crisis del euro: unión mo­ne­taria sin unión po­lí­tica, con ce­sión de so­be­ranía a Bruselas y Fráncfort. Y vuelve a usar otra de sus com­pa­ra­ciones fa­vo­ri­tas: el hun­di­miento en toda regla de España y de Florida. El es­tado nor­te­ame­ri­cano su­frió tam­bién el es­ta­llido de una bur­buja in­mo­bi­lia­ria, pero el Gobierno cen­tral se ocupó de la mayor parte del coste: desempleos, sa­ni­dad, Seguridad Social. Aunque ca­yeron bas­tantes ban­cos, los de­pó­sitos es­taban ase­gu­rados fe­de­ral­mente, y además Florida re­cibió abun­dante ayuda de Washington.