El paño de fondo de esa discusión en Río+20 es la inclusión, en el documento base de la conferencia, de compromisos para la futura implementación de un programa marco de diez años sobre patrones de consumo y de producción sustentables. La versión del texto negociado que está circulando indica que el cumplimiento de ese programa por los países debe tener carácter voluntario y no obligatorio.
Una pregunta en ese debate es cómo hacer para continuar creciendo a partir de un consumo menos enfocado en bienes y más en servicios. Ese movimiento requiere no sólo de políticas gubernamentales, sino un trabajo de largo plazo en educación y de cambio de hábitos de consumo. “Eso puede llevar a que una persona opte por aprovechar la playa en vez de usar un jet sky”. Al incluir el tema en la declaración de Río+20, se abre un camino para continuar trabajando. Ese proceso exigirá producir conocimiento científico que permita crear políticas conectadas a consumo sustentable. "Es el inicio de un proceso que, después, tendrá que ser [mejor] definido", dice Luis Flores, responsable de políticas y campañas de la oficina regional de la ONG Consumers International, que reúne entidades de consumidores.
El déjà vu de las negociaciones del clima
Parece déjà vu. Más de una vez, centenares de países intentan llegar a un consenso acerca de los mejores caminos y mecanismos para alcanzar un mismo objetivo: el desarrollo sustentable - o cómo conciliar crecimiento económico inclusivo sin agotar los recursos del planeta ni perjudicar el bienestar de generaciones futuras. Y una vez más, la posibilidad de llegar a un acuerdo que satisfaga a todos parece disminuir a medida que las negociaciones, en Río+20, del Comité Preparatorio (del cual participan diplomáticos y operadores de los gobiernos), iniciadas hace algunos días, se desarrollaron en Riocentro, sede de las discusiones sobre el futuro del planeta.
Ante las dificultades, Brasil asumió la presidencia de las discusiones y elaboró un nuevo documento de 56 páginas, según el ministro de relaciones exteriores Antonio Patriota, en la esperanza de llegar, en tiempo apropiado, al texto final. Hasta ahora, el porcentual despertado del documento es de sólo un 38%. Y restan sólo dos días para alcanzar un texto con la menor cantidad posible de puntos en abierto, antes que los líderes de Estado y los gobiernos lleguen para las reuniones de la cúpula de alto nivel, que acontecen entre los días 20 y 22.
Como en demasiadas conferencias de la ONU, intereses divergentes entre los países ricos y pobres sobre temas claves entierran los acuerdos sobre el futuro del planeta. No sólo eso, hay problemas también en cuento a las formas de la implementación de la llamada economía verde. Nadie discute que los países pobres necesitan de ayuda financiera para colocar en práctica el desarrollo sustentable y hacer la transición para la economía verde - marcada predominantemente por inversión en energías menos contaminantes, tecnologías limpias y negocios más sociales e inclusivos. La divergencia se instala en la hora de saber quién va a financiar esa transformación. Para los países pobres cabe a las naciones ricas esa responsabilidad.
Pero la idea no agrada a los países que por más se tiempo se beneficiaron del actual modelo económico. La propuesta del G-77 (grupo en desarrollo) de crear un fondo verde de 30 mil millones de dólares fue rechazado por Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y Japón. Decepcionados, los negociadores del G-77 abandonaron las discusiones sobre la economía verde. Si dependiera de las naciones ricas, la creación de un fondo puede ser aplazada hasta 2014.
En el año 200, la ONU adoptó una serie de objetivos que incluían acabar con la extrema pobreza y el hambre, promover la igualdad entre los sexos, erradicar enfermedades que matan millones y fomentar nuevas bases para el desarrollo sustentable de los pueblos. Llamados objetivos del Milenio, esas metas debían ser plenamente alcanzadas hasta 2015. A pesar de los avances, ellas ya no son suficientes para dar cuenta de los complejos desafíos del desarrollo sustentable. Por eso, Rio+20 discute nuevos objetivos, llamados Objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS), para que sean implementados a partir de 2015. El no de esas discusiones reside en los medios que sean utilizados para quitar del papel esas nuevas intenciones. Nuevamente, los países ricos se posicionan como los más amenazados, con miedo a restricciones que puedan ser impuestas en el área comercial, aumentando por ejemplo las restricciones a los productos intensos en carbono.
Reforzar la capacidad de gobernación ambiental internacional es otro tema obscuro. Las divergencias giran en torno a saber si el Programa de Naciones Unidos para el Medio Ambiente, el Pnuma, debe expandirse y volcar una entidad con más presupuesto y poder similares a los disfrutados por otras organizaciones, como FAO, comercio (OMC), educación y cultura (Unesco). Diferente de las entidades citadas, el Pnuma no tiene la fuerza ni la autoridad necesaria para hacer valer los acuerdos ambientales suscritos internacionalmente todos los años, que en la práctica dejan mucho que desear.
La protección de la biodiversidad en altamar es, para Brasil y para la ONU, un asunto prioritario y que debe constar de forma consensual en el texto final de Río+20. En la lista de amenazas a los océanos y a la vida marina van de la polución y pesca excesiva (industrial e ilegal) a la acidificación causada por el calentamiento global. El desafío aquí es llegar a un consenso sobre la protección de las áreas más allá del mar que están fuera de jurisdicciones nacionales de los países.
No ocurre a menudo que usted consiga a 45 de los CEOs más poderosos del mundo pidiendo a los gobiernos elevar los precios de un recurso clave. Pero esto es exactamente lo que sucedió, cuando las empresas que van desde Coca Cola, Nestlé, GlaxoSmithKline, Merck y Bayer firmaron un comunicado especial en la conferencia Rio+20 en el desarrollo sostenible destacando la urgencia de la crisis mundial del agua y pide a los gobiernos intensificar sus esfuerzos y trabajar más activamente con el sector privado, la sociedad civil y otras partes interesadas para hacerle frente.
En este último punto, se abren múltiples interrogantes: ¿el agua, como recurso público o privado? ¿Cómo se considera el agua en Río? ¿Cuál es el progreso de las tendencias y los compromisos internacionales del agua? ¿Cuál es el papel del agua y la economía verde en el proceso preparatorio de Río + 20?
De particular importancia es su llamado a establecer un "precio justo y apropiado" de agua para la agricultura, la industria y la gente. GavinPower, subdirector del UN Global Compact, que supervisa la colaboración, dijo que era para las empresas un interés de largo plazo preservar el abastecimiento de agua, y que en muchos países, el agua no es tratada con respeto porque es demasiado barata.
"Para las empresas esto perjudicando sus propios intereses", dijo él a TheGuardian. "Aquellos que pueden pagar por el agua deben pagar. El agua es esencialmente más explotada porque no la estamos valorando como un bien económico. La introducción de metodologías como el aumento de los aranceles, que algunos países ya lo han hecho, le ayudará en términos de usar el agua de forma inteligente, a menudo por primera vez”.
Las incompatibilidades económicas de la sostenibilidad
Hay un largo y turbulento camino para que las empresas alcancen la sostenibilidad. La dificultad natural para invertir en tiempos de crisis en los mercados maduros, como Europa, y la resistencia del consumidor a cambiar de hábitos son sólo dos de los obstáculos. La buena noticia para el planeta, sin embargo, es que no existe otra forma. Los ejecutivos que pasaron en los dos últimos días en torno al tema en Río+20 admiten que ya no hay que discutir, sino actuar, porque llegamos al límite de lo insostenible también en la producción y consumo de bienes y servicios.
“La cuestión ya no es preguntar por qué tenemos que hacer eso, pero sí lo que acontecerá si no lo hiciéramos”, afirma Paul Polman, principal ejecutivo de Unilever y una referencia respetada entre los representantes de la comunidad empresarial que siguen la causa ambiental. La respuesta es la forma como él reacciona a la clásica pregunta que muchos hacen sobre el efectivo interés de los inversores de aplicar el dinero en una actividad que deja de lado la sostenibilidad, principalmente en épocas de crisis como la que vive hoy Europa.
No es de hoy que Polman propone que la relación de las empresas con los accionistas se vuelve hacia la sostenibilidad. Ya es conocida su previsión de que, ante la urgencia de las cuestiones climáticas será mucho más fácil cambiar la mentalidad de los inversores (o, por qué no cambiar los propios accionistas de una empresa?) que intentar mantener forma de producción y consumo que van en contra de la sostenibilidad. Pocos antes de embarcar para la reunión de ejecutivos, en Río+20, dijo Polman que llevaba hacia el encuentro un manifiesto de la empresa que destaca la necesidad de unión de esfuerzos entre empresas y gobiernos.
Pero eso ¿es posible mismo entre empresas competidoras? “Nosotros podemos tener acciones conjuntas, como la unificación del código de barras y continuar postores en otras acciones”, afirma. “El uso racional de camiones, en conjunto con la cadena de proveedores, puede ser una idea, acordando que muchas veces se descargan productos de una empresa (…) lo que todos tienen que tener en mente es que el negocio no va a prosperar si los hábitos no cambian”, dijo.
Algunos ejecutivos sostienen que, en el largo plazo, gastar dinero en una manufactura más sustentable puede, al contrario de lo que parece, traer economías futuras para las empresas. Y hasta aumentar el volumen de ventas. “Si reducimos el tamaño del embalaje ya economizamos, y si conseguimos fabricar un jabón en polvo que usa menos agua podemos atraer más consumidores, aquellos con más dificultad para tener acceso al agua”, dijo Peter White, vicepresidente de sostenibilidad de Procter & Gamble, competidor de Unilever.
Aún con la crisis mundial, la necesidad de gastar dinero en la sostenibilidad ya entró en la agenda de las empresas. Sin embargo, en la iniciativa privada aún parece fuerte el sentimiento de que es preciso coraje para invertir en una economía verde. El cambio de hábitos en las empresas ya comenzó. El fabricante de artículos deportivos Puma incluye el valor del impacto ambiental en el balance desde 2010. Aquel año, el impacto ambiental fue negativo en 145 millones de euros.
La implicación de la cadena de proveedores es uno de los mayores desafíos para las empresas. “El mayor impacto ambiental acontece más lejos, en la cadena de proveedores”, dijo el presidente de Puma, Jochen Zeitz. En Siemens, un 10% de los cerca de 9.000 proveedores participan de la campaña para producción con menor impacto. En Procter & Gamble, el desafío es aún mayor. Son 75 mil proveedores. La empresa tiene un sistema de puntuación para definir y premiar sus proveedores. "La sostenibilidad tiene gran peso en ese cálculo", dice el vicepresidente mundial de sostenibilidad, Peter White.
Las empresas saben que hay un largo camino por recorren en el cambio de hábitos del consumidor, especialmente en los países ricos. Una investigación de Procter & Gamble indicó que sólo un 15% de los clientes aceptan pagar más por un producto hecho de forma sustentable. “Los consumidores están perdidos. Ellos reciben decenas de informaciones y propagandas sobre lo que hacer, diciendo compre eso o haga aquello”, dijo Colin Calder, director de Passiv Systems, empresa que desarrolla soluciones para reducir las emisiones de carbono en residencias y empresas. “Ellos no saben que comprar, como hacer para que sea más eficiente o como reducir su consumo de energía”, completa. “Son los productos que van a cambiar el comportamiento del consumidor”, dijo Hakan Nordkvist, director de sostenibilidad e innovación de Ikea. "El cliente ya no podrá decidir entre precio, confort y sostenibilidad."
En las regiones emergentes, el proceso será más fácil, creen los ejecutivos. Siempre que viaja para alguno de los países donde Unilever vende sus productos, Paul Polman, principal ejecutivo de la multinacional anglo-holandesa gusta no sólo recorrer las estanterías de las tiendas como visitar la casa de los propios consumidores. Hace pocos días, en pasaje por la India, llamó su atención la revelación de un consumidor. Él le contó que frecuentemente es obligado a escoger entre lavar los cabellos o la ropa, pues el agua disponible donde vive es insuficiente para las dos cosas. La empresa, que vende tanto shampoo como jabón en polvo, sabe que, si las condiciones de vida y consumo de la población mundial que no cambiaran, todos van a perder.
Ya hace tiempo que Polman propone que la relación de las empresas con los accionistas se vuelva hacia la sostenibilidad. "La cuestión ya no es preguntar por qué tenemos que hacer eso, pero sí lo que acontecerá si no hiciéramos", afirma, en una referencia a la clásica pregunta que muchos hacen sobre el efectivo interés de los inversores de aplicar el dinero en una actividad que presa sostenibilidad, principalmente en épocas de crisis como la que vive hoy Europa.
El manifiesto que el ejecutivo llevó a Río destaca la necesidad de unión de esfuerzos entre empresas y gobiernos. Pero eso es posible mismo entre empresas competidoras? "Nosotros podemos tener acciones conjuntas, como la unificación del código de barras y continuar postores en otras acciones", afirma. "El uso racional de camiones, en conjunto con la cadena de proveedores, puede ser una idea, acordando que muchas veces se descargan productos de una empresa y el camión vuelve vacío."
Las nociones china sobre el medioambiente
Las metas para la “economía verde” sí, pero no obligatorias, y con flexibilidad para que cada país siga su propio camino, a su propio ritmo. En las vísperas de la llegada de los jefes de Estado para la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sustentable, esa es una de las demandas prioritarias de China, según el coordinador de los negociadores chinos, el vicepresidente de la Comisión Nacional de la Reforma y Desarrollo del país, Du Ying. La posición de China se opone a la de los países desarrollados, que quieren metas globales, y es un ejemplo de las dificultades para un texto de consenso entre los 193 países de Naciones Unidas en este tema. "Es preciso recoger un equilibrio", afirmó Du Ying, al argumentar que los compromisos en adoptar tecnologías menos agresivas por la mitad ambiente y a las reservas de recursos naturales tienen que conciliar la necesidad de garantizar el crecimiento económico y el combate a la pobreza.
“Tenemos que cuidar también del derecho a la supervivencia y al desarrollo”, insiste, al comentar la demanda por metas de desarrollo sustentable, uno de los puntos de dificultad en la negociación que avanzaría. Los países en desarrollo, reunidos en el grupo llamado de G-77 en el argot diplomático, acusan a los países desarrollados de exigir nuevos compromisos sin haber cumplido aquellos asumidos en el pasado, como la meta de dedicar un 0,7% del PBI a la asistencia internacional. “Tenemos un dictado que dice: todas las palabras que dijo serán contadas; por eso, vamos a hacer lo que digamos”, ironizó Du Ying, citando de esfuerzos de China para reducir la agresión por el medio ambiente y a los recursos naturales. “Tengo la esperanza de que los países ricos realicen las palabras que dijeron”.
Para el dirigente chino, no es “cuidada” la noción de que China ya equivale a países desarrollados, por haberse hecho rápidamente la segunda mayor economía del mundo. “El producto bruto interno per cápita de China es de sólo un 53% del promedio mundial y 122 millones de personas viven debajo de la línea de pobreza, según los límites tradicionalmente aceptados”, argumentó. “China está aún en el proceso de aceleración de la industrialización, y estamos lidiando con problemas concentrados, enfrentamos hace tres centenares de años por los países desarrollados”, añadió. “Tenemos grandes desafíos en términos de protección ambiental y de innovación”. “Vamos a seguir en un camino de crecimiento económico verde; pero necesitamos permitir a los diferentes países que persigan su propio camino de acuerdo con sus propias condiciones nacionales”, resume el coordinador de la delegación china.
Los argumentos de Du Ying son similares a los de otros países en desarrollo y muestran por qué ha sido imposible encontrar un consenso sobres los compromisos a ser asumidos por los jefes de Estado que se reúnen a partir de mañana en Río de Janeiro. La dificultad llevó el gobierno brasileño a proponer un documento final para la reunión que, en la práctica, aplaza para 2014 las principales definiciones.
Para la investigadora de la Academia China de Ciencias Sociales Chen Ying, que forma parte de la comitiva china como observadora de las negociaciones, el problema de las negociaciones en Río+20 es la presión de los países ricos sobre las naciones en desarrollo para que adopten patrones de producción "verdes", sin que se garantice la ayuda internacional para obtener los recursos financieros y tecnológicos necesarios. "China ha hecho gran esfuerzo en el corto plazo para cambiar de una economía de baja eficiencia en energía, cemento, industrias, y ha perdido empleos con eso", argumentó la investigadora. "Tenemos que hacer la transición, no sólo por la presión internacional, pero por los problemas domésticos, como la polución; pero paso a paso".
Los BRICS quieren ubicarse en el escenario
En un escenario de gran incertidumbre global, los líderes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) acertaron en la formación de un fondo virtual de reservas para permitir operaciones de cambio de monedas entre sí, además que acordaron hacer un nuevo aporte de recursos para el Fondo Monetario Internacional (FMI), informó el ministro de hacienda brasileño, Guido Mantega. La expectativa es que el valor de la oferta total de los BRICS para el FMI quede entre 60 mil millones y 70 mil millones de dólares. Se espera que China aporte unos 60 mil millones de dólares, mientras que India y Brasil ofrecerían 10 mil millones cada uno. Pero también advirtió que Rusia está preocupado por la cantidad de dinero que se está inyectando en la economía mundial, porque considera que no es una "solución sistémica".
Según Mantega, el objetivo del fondo de reservas es fortalecer la confianza en los países del grupo, que, juntos, tienen el mayor volumen de reservas del mundo, de más de 4 trillones de dólares. La idea es que los estudios para la implementación de la iniciativa estén listos alrededor de la reunión de primavera del FMI de 2013, en abril, afirmó Mantega, resaltando, sin embargo, que los países ya pueden hacer cambios de monedas entre sí.
Los BRICS aún no definieron los valores del fondo, dijo el ministro, observando que la iniciativa es semejante a la hecha por la Federal Reserve (Fed) en la crisis de 2008, cuando fueron ofrecidas operaciones de cambio (swap) de monedas a varios países. En el caso de Brasil, la Fed extendió una línea de 300 mil millones de dólares para Brasil, que no fue usada. En 2010, el banco central americano volvió a lanzar mano de la medida. Mantega recordó que los países asiáticos también tienen un mecanismo semejante, constituido en la llamada iniciativa Chiang Mai, reuniendo a China, Japón, Corea del Sur y más de un grupo de economías menores.
Mantega dijo que la idea del fondo virtual de reservas no implicar apuesta de los BRICS en un empeoramiento de la crisis global, y ni que el grupo prevea el riesgo de crisis de balance de pagos. “La idea de un fondo de crédito recíproco es fortalecer la confianza”. Cada país va a comprometerse con un determinado valor, que continuará, sin embargo, vinculado a las reservas de cada uno. En caso de necesidad, de acuerdo con las reglas que sean definidas, los BRICS podrán sacarlos. Otra decisión importante del grupo fue el nuevo aporte de recursos al FMI, para el cual los BRICS definieron dos condiciones, según Mantega. La primera es que los nuevos recursos sólo sean usados después que el dinero existente en la caja del Fondo sea utilizado. Con eso, no habrá aporte inmediato. La otra es que la reforma del poder de voto dentro de la institución sea llevada a término, cumpliendo el acuerdo de reforma de las instituciones multilaterales definidas en 2010. Con eso, no habrá aporte inmediato. La otra es que la reforma del poder de voto dentro de la institución sea llevada a término, cumpliendo el acuerdo de reforma de las instituciones multilaterales definidas en 2010.
“Nosotros creemos hace un atraso por parte del FMI y parte de algunos países de concretar el acuerdo realizado en 2010”, afirmó Mantega, sin informar la contribución de Brasil ni de los BRICS. La prensa india hablaba ayer de 60 mil millones de dólares, y la expectativa es que quede entre ese valor y 70 mil millones de dólares, en abril, los países del G-20 habían decidido ofrecer más de 430 mil millones de dólares para el FMI, y las contribuciones de los países avanzados ya suman cerca de 360 mil millones de dólares, según el propio Mantega. Los líderes del BRICS trataron la crisis europea, concordando que la estrategia actual, concentrada en la austeridad fiscal y el saneamiento del sistema financiero, no ha tenido suceso. "Las economías emergentes están al rescate de Europa" y merece un lugar en la mesa de toma de decisiones, dijo Jasmine Burnley, portavoz del grupo Oxfam International, en una declaración. "Es indignante que un país del tamaño de Bélgica tenga más peso de voto en el FMI que Sudáfrica o Argentina".
"El antídoto va además de las medidas tomadas por los países europeos hasta el momento. Es preciso estimular el crecimiento de las economías y colocar en práctica medidas de incentivo a la inversión en la zona del euro." Los mercados y las poblaciones perdieron la confianza en las soluciones que han sido adoptadas por los países de la zona del euro. "Es preciso una corrección de rumbos."
