Tanto si se trata del terrorismo, la inmigración, el extremismo político de cosecha propia, la unidad de la zona euro, el desempleo, el crecimiento económico mediocre o las defensas militares, incluso de Europa, los gobiernos nacionales y el aparato de la UE en Bruselas mira cada vez más como si ellos no tuvieran numerosos retos. Esto debe preocupar no sólo a los europeos, sino sus amigos y socios en América y Asia.

El malestar es mucho más amplio y más profundo que la UE, que no tiene toda la culpa de todo lo que le sucede o no sucede en Europa. Es en parte una cuestión de la declinación global relativa de Europa, lo que hace que sea difícil manejar los eventos, incluso en su propio vecindario.

Es en parte una cuestión de cambio cultural, económico, político y tecnológico en las sociedades occidentales en su conjunto. Esto altera los patrones familiares de la vida, socava la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes y debilita la capacidad de los gobiernos para actuar con decisión. No obstante, la UE es el foco de preocupación. Sus respuestas inadecuadas a una crisis tras otra crean la desafortunada impresión de que, a pesar de ser un club de democracias prósperas, con 28 estados miembros y más de 500 millones de habitantes, la UE está condenada a ser siempre menos que la suma de sus partes.

Los impactantes llamados de los líderes políticos para la UE sea más eficiente y tenga más integración –y muchos de esos llamados en 2015- resultaron ser demasiado continuos como para ser simple palabrería de un ideal. Los patéticos esfuerzos de la UE en la colaboración de defensa ilustra el problema. Nada menos fue Jean-Claude Juncker, el presidente de la comisión, quien dijo en octubre: “Cuando veo la política común de defensa europea, una horda de gallinas es más combativa en comparación”.

Esto no quiere decir que la Unión Europea está al borde de desmoronarse. Como lo demostraron durante la crisis de la zona euro, y como lo demostraron de nuevo en la emergencia de los refugiados y los migrantes, los líderes europeos intentaron y demostraron tener métodos para hacer frente a los problemas urgentes. Encontraron soluciones temporales, apenas satisfactorias y que se diseñaron principalmente para servir al propósito de mantener de alguna manera al espectáculo de la Unión Europea en el camino. En este espíritu organizaron tres rescates financieros para Grecia excesivamente, pero  se negaron a actuar inmediatamente para cancelar totalmente la deuda griega. Crearon una unión semi-bancaria que tiene una supervisión común y un mecanismo común para bancos en quiebra, pero a la que le falta un seguro de depósito común. En ambos casos, los obstáculos son las presiones políticas nacionales, sobre todo en Alemania.

De la misma manera en que la crisis europea divide la unión de la moneda entre los europeos del norte y del sur, también la emergencia de los refugiados divide a la Unión Europea occidental y los nuevos de Europa oriental y central. El sistema de Schengen, de viajes sin fronteras, una piedra angular de la integración de la Unión Europea, ya se fragmenta entre las líneas del oeste y de este. Si no se quieren que vuelvan a surgir las barreras que separaban las dos mitades de Europa antes de 1989, será esencial que los europeos occidentales resistan la tentación de imaginar que estarían mejor sin la unión, como en la era de la guerra fría, de 15 naciones o menos.

Para evitar la total desintegración de Schengen, la Unión Europea coloca sus esperanzas, y 3 mil millones de euros de su dinero, en Turquía para mitigar la ola de refugiados de guerra y migrantes que llegan de Medio Oriente, el norte de África y más allá. La Unión Europea propone establecer una poderosa agencia que cuide las fronteras y de guardacostas.

La pregunta más seria para la Unión Europea en 2016 será qué consecuencias seguirán si ninguna de estas medidas resulta efectiva, y si una ciudad europea sufre un ataque terrorista como el atentado de Paris del 13 de noviembre.

Un riesgo relacionado es que, a pesar del éxito de los partidos democráticos principales al derrotar al Frente Nacional de extrema derecha en las elecciones regionales de Francia del 13 de diciembre, los populistas de derecha traspasan más estrechamente las ciudadelas del poder europeo. Sin embargo, se puede decir que una amenaza más insidiosa para la democracia proviene de la disposición de los respetables políticos de centro derecha para pedir prestada la retórica y las políticas de sus rivales extremistas. Esta práctica corroe la discusión pública al prometer soluciones simples a problemas complicados. Más que cualquier otro momento desde su creación, el Tratado de Roma de 1957, la Unión Europea parece que seguirá vulnerable en los siguientes 12 a 14 meses ante una serie de golpes terribles y trastornos.

Todos son potencialmente fatales para la unidad de la Unión Europea, no menos importante el referendo de Gran Bretaña, que se debe realizar a finales de 2017, sobre si debe permanecer en el bloque o no, pero no necesariamente para la supervivencia de la Unión Europea como tal.

Al igual que el estado imaginario de Cavafis, o como el Sacro Imperio Romano, que duró mil años antes que Napoleón lo sacara de su miseria, tal vez la Unión Europea no se desintegre, pero puede caer en un descenso, sus élites políticas y burocráticas todavía observan fielmente los ritos de una confederación carente de poder y relevancia. Este no es un resultado que los europeos con un poco de sentido común deben desear. Pero ya no es algo inconcebible.

 

Las elecciones en España fueron una mala noticia para las iniciativas presupuestarias europeas

En medio de la incertidumbre sobre el futuro político de España tras el inconcluso resultado electoral del último domingo, muestra una cosa clara: los objetivos de presupuesto con el déficit del país están en riesgo. Tres de los cuatro partidos más grandes en el nuevo parlamento prometieron a los votantes que había que convencer a la Comisión Europea para facilitar los límites presupuestarios de España durante la campaña. El cuarto, el Partido Popular del primer ministro Mariano Rajoy, insiste en que cumplirá los objetivos, a pesar que ha perdido años desde que asumió el cargo en 2011 y la comisión dice que su presupuesto de 2016 rebasa nuevamente más de 8 billones de euros.

A pesar de las luchas presupuestarias de Rajoy, España ha sido ovacionado por los líderes europeos como el canciller Angela Merkel por haber tomado la medicina económica prescrita por los funcionarios de Bruselas, ya que trató de cortar una mala racha de seis años. Ahora España, la cuarta mayor economía de la zona del euro, podría inclinar el enfoque del bloque de distancia de la consolidación fiscal con Francia e Italia también rozar las restricciones de la comisión. "Hay un acuerdo -ya sea oficial o tácito- en un camino lento de ajuste fiscal", dijo Ruben Segura-Cayuela, economista del Bank of America Merrill Lynch, con sede en Londres. "Esto no es más 2012, y la UE es más flexible en cuento a mostrar reformas, como Italia y Francia, al menos hasta cierto punto, están haciendo".

Un gobierno socialista liderado puede tratar de revisar los objetivos de presupuesto con déficit de España una vez que se han completado las cuentas para 2015, pero trabajará mano a mano con la Comisión Europea en ese proceso, dijo el asesor económico del partido Jordi Sevilla en octubre. El pro-mercado Ciudadanos propone ofrecer a la Comisión más reformas, como la supresión de una capa provincial del gobierno, a cambio de un menor ritmo de consolidación. El anti-austeridad Podemos quiere renegociar de los planes de gasto de España para los próximos cuatros años.

"A nivel nacional, la principal fuente de incertidumbre está asociada con la dirección de la política económica, dada la influencia que la agenda política de reforma y presupuesto, en particular, tiene confianza y las decisiones de gasto", dijo el Bank of Spain en su boletín mensual.

Rajoy intentó eludir el calendario de presupuesto de la Comisión mediante la presentación de un plan de proyecto de presupuesto antes del plazo, sólo para que los funcionarios de la Unión Europea pidan revisiones para enero. El mes pasado, la Comisión con sede en Bruselas dijo que los planes de gasto de Rajoy dará lugar a un déficit de 3.6% de la producción el próximo año, en comparación con un objetivo de 2.8%. España perderá la meta de este año de 4.2% también, dijo la Comisión. "El presupuesto que ha sido aprobado cumplir el objetivo para el próximo año", dijo el ministro de Economía, Luis de Guindos, en una entrevista. "No vamos a necesitar tomar medidas adicionales".

La vecina Portugal tomó el rumbo opuesto, optando por retener su plan de presupuesto hasta después de las elecciones de octubre. El nuevo gobierno tiene previsto presentar un plan el próximo mes para su revisión en febrero. Francia, por su parte, ha propuesto continuamente reducir sus niveles de deuda en general y con lo que su déficit anual en línea con sus límites de la UE. El presidente Hollande ganó otra extensión de dos años en febrero que permitió a su nación evitar sanciones sin precedentes por romper con las normas presupuestarias de la zona del euro.

Pero el enfoque a corto plazo es España, ya que los funcionarios europeos tratan de demostrar que los compromisos presupuestarios de la zona del euro pueden trascender los cambios en el liderazgo nacional. El comisario de Asuntos económicos de la UE, Pierre Moscovici dijo que el nuevo gobierno de Portugal se ha comprometido "a respetar sus propios compromisos" en materia fiscal y presentará los planes presupuestarios "lo antes posible" en enero.

España entra en un territorio político desconocido después que el PP de Rajoy perdió su mayoría y un tercio de sus legisladores en las elecciones. Los votantes españoles premiaron a los recién llegados Podemos y Ciudadanos, que son los que tomaron los 109 asientos en el parlamento de 350 miembros, sin dejar un claro gobierno de mayoría.

Crisis migratoria: Un millón entraron en Europa en 2015

 

Más de un millón de migrantes y refugiados han llegado a Europa por tierra y por mar en lo que va de año. La mayoría de ellos, unos 816.000, entraron por Grecia desde Turquía, según el último balance (hasta el 21 de diciembre) de la Organización Internacional de Migraciones (OIM) y la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR). Uno de cada dos personas que utilizaron esa vía de entrada irregular eran refugiados sirios que huyen del conflicto de su país; el 20%, ciudadanos afganos.

En el camino han perdido la vida más de 3.600 migrantes y refugiados. La mayoría —unos 2.889, según la OIM— murieron en la travesía marítima entre el norte de África e Italia, una ruta peligrosa que ha ido perdiendo pujanza este año. Más de 700 personas han muerto o desaparecido en el Egeo, cuando trataban de cruzar desde Turquía a Grecia, la vía más utilizada en los últimos tiempos y el primer paso de la llamada ruta de los Balcanes, que los migrantes recorren para intentar alcanzar Alemania y el norte de Europa.

Las reacciones a la afluencia variaron ampliamente. Suecia y Alemania fueron percibidos como los países más acogedores de Europa. El canciller alemán Angela Merkel decidió dejar que todos los sirios entre en el país en una decisión histórica que fue condenado por otros líderes europeos, que temían que sería atraer aún más refugiados. (Legalmente, los países de la Unión Europea están obligados a enviar a los refugiados de vuelta a los países por los que entraron en territorio de la UE). En la estación principal de Múnich, miles de alemanes aplaudieron como los refugiados llegaron a principios de septiembre, un marcado contraste con las reacciones en Hungría, donde los refugiados fueron bloqueados para que continúen su viaje en tren.

A finales de septiembre, sin embargo, Alemania paró los viajes en tren desde y hacia la vecina Austria con el fin de regular la afluencia. Algunos refugiados dicen que no se sienten bienvenidos en el país, donde los centros de acogida están superpoblados y las autoridades han tardado en procesar detalles administrativos. Por otra parte, las protestas contra los refugiados y los ataques incendiarios contra los centros de acogida han planteado preocupaciones de una creciente reacción.

Otros países se mostraron escépticos al principio: Gran Bretaña, Francia, muchos países nórdicos, así como la mayor parte de Europa del este y el sur limitan su compromiso con los refugiados. En septiembre, vario países europeos se negaban a aceptar las cuotas que los ataban a un cierto número de refugiados. Algunos de esos países comenzaron a acomodar a los refugiados en condiciones indignantes. Los defensores de los derechos humanos llamaron el tratamiento de los refugiados en la República Checa como inhumanos. Mientras tanto, los países aún más ricos, como Dinamarca, trataron de disuadir a los refugiados de entrar al país -el recorte de los beneficios e incluso el lanzamiento de una campaña de publicidad en los diarios libaneses para retratar al país como un destino bastante poco amigable.

La crisis en parte ha sido culpada por el ascenso de los movimientos de extrema derecha en varios países europeos. Los partidos de derecha han ganado impulso antes de la afluencia de los refugiados de este año, pero muchos electores están ahora más divididos que nunca.

En Alemania, el partido llamado "Alternative für Deutschland" ha planteado preocupaciones sobre un nuevo movimiento de derecha en el país. Pero otras naciones han mostrado señales mucho más claras de un giro a la derecha: la derecha polaca recuperó para volver al poder en octubre a pesar del progreso económico en los últimos años. El primer ministro conservador de Hungría, Viktor Orban, se volvió más a la derecha. En Francia, más personas votaron por el Frente Nacional en las elecciones regionales a principios de diciembre.

El éxito del Frente Nacional parece ser el resultado de años de políticas económicas y sociales fallidas por los socialistas y los conservadores. Sin embargo, algunos franceses están sufriendo bajo una economía mediocre se han cansado de tener que adaptarse a los refugiados. Hasta el momento, los ataques terroristas en Paris este año no han tenido un impacto decisivo en el debate europeo para los refugiados. Después de los atentados de noviembre, el presidente francés François Hollande, se comprometió a recibir a los refugiados a sus países que había acordado aceptar. Pero el estado de ánimo puede cambiar fácilmente en caso de más ataques.

¿Los números seguirán creciendo en 2016? Probablemente no. Suecia ha anunciado que no es capaz de mantener su alta tasa de aceptación, y Merkel recientemente dijo que su país puede estar llegando a su límite también.

La Unión Europea quiere ahora que Turquía detenga a los refugiados antes de cruzar a Europa. Sigue siendo incierto hasta qué punto el presidente Tayyip Erdogan cumplirá sus promesas, sin embargo. Por otra parte, las vallas fronterizas de Europa del este podrían obligar a los refugiados a tratar de cruzar a través de la ruta del Mar Mediterráneo mucho más peligroso. En ese caso, Europa podría encontrarse en la misma posición en que estaba a principios de este año: Los desastres en barco, casi semanales, dejaron a cientos de refugiados muertos sorprendiendo a muchos en el continente, lo que finalmente obligó a los gobiernos a adoptar un enfoque más abierto hacia los refugiados.