¿Es una valoración justa? Tengo que confesar que soy un ávido lector y gran admirador de Foreign Policy, la publicacion del Fondo Carnegie para la Paz Internacional que junto con el Fondo para la Paz hicieron el índice de los 60 países más inviables del mundo. Pero esta vez, erraron en forma.

Fíjense: la lista de estados fracasados --definidos esencialmente como aquéllos en que el gobierno no tiene el control físico sobre su territorio, carece del monopolio de la fuerza, o no puede hacer cosas básicas como cobrar impuestos-- está encabezada por Costa de Marfil, la República Democrática del Congo, Sudán e Irak.

Tan sólo unos lugares abajo está Haití (No. 10), Colombia (No. 14), la República Dominicana (No. 19) y Venezuela (No. 21). Más abajo en la lista están Guatemala (No. 31), Paraguay (No. 36), Perú (No. 40), Ecuador (No 46) y Cuba (No. 58).

¿Se puede tomar en serio esta medición?, me pregunté a mí mismo mientras leía el índice. ¿Cómo puede Foreign Policy poner a Colombia y a la República Dominicana entre los países que describe como los 20 países en estado más ''crítico'' del mundo? ¿Y cómo se olvidaron de Bolivia, que está en un estado de convulsión total, y que ni siquiera figura en la lista total de 60 países?

La definición de ''estados fracasados'' no es un asunto frívolo. Es la obsesión de la política exterior de Washington en estos días. La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos del 2002 concluyó que Estados Unidos hoy en día ''está menos amenzado por estados con ansias de conquistadores que por estados fracasados''. Los líderes mundiales tienen cada vez más temor de que los estados fallidos se conviertan en bases para terroristas, narcotraficantes y otras bandas del crimen organizado.

En las Américas, hay poca duda de que Haití es un estado fracasado. El gobierno es incapaz de asegurar el orden, y no existiría ni siquiera una semblanza de normalidad si las fuerzas de paz de las Naciones Unidas no estuvieran patrullando las calles de la capital.

Pero Colombia es un asunto diferente. Aunque existe un conflicto armado desde hace varias décadas y encabeza el ranking mundial de secuestros, hay pocas dudas de que es un país más viable que hace cinco años.

Desde diciembre del 2000, los secuestros en Colombia se han reducido en un 74 por ciento, los homicidios en un 32 por ciento y los actos terroristas en un 62 por ciento, según cifras del gobierno. El cultivo de coca ha caido en un 33 por ciento, muestran los datos.

Lo que es más, Colombia es el país latinoamericano en que más gente afirma que el estado es capaz de hacer cumplir todas las leyes, según la encuesta del 2004 de Latinobarómetro. El estudio de 18,000 personas en 18 países de América Latina conducido por Latinobarómetro también reveló que Uribe era el presidente más popular de la región el año pasado, con una tasa de aprobación del 75 por ciento.

Independientemente de lo que uno piense de Uribe, que puede ser criticado de ser demasiado benigno con los grupos paramilitares violentos de derecha, Colombia es una democracia y lo ha sido desde 1958.

La economía ha crecido en un 4 por ciento anual en los últimos dos años, y la bolsa de valores colombiana ha sido la más rentable del mundo el año pasado, creciendo en un 120 por ciento en dólares, según la edición del 6 de enero de la revista The Economist. Estos difícilmente son rasgos distintivos de un estado fracasado.

En lo que toca a la República Dominicana y Venezuela, tampoco son estados fracasados. Hay muchas cosas que no funcionan en la República Dominicana, pero ubicarla junto a países plagados de violencia como Burundi y la República de Africa Central es una exageración. Y el presidente Hugo Chávez está despilfarrando la bonanza petrolera de Venezuela, pero en mi último viaje a Venezuela no me topé con nadie que lo acusara de tener poco control sobre el país.

Mi conclusión: El índice de estados fracasados de Foreign Policy es bastante arbitrario. En el mejor de los casos, puede servir como una señal de alarma para la Casa Blanca y el Congreso de Estados Unidos, de que si continúan centrando toda su atención en Irak a expensas del resto del mundo, este ranking podría convertirse en una realidad. Y eso significaría una serie de estados fracasados mucho más grandes que Costa de Marfil, y mucho más cerca de Estados Unidos.