Ustedes recordarán que Dirceu es el ex guerrillero que vivió varios años exiliado en Cuba y regresó a Brasil clandestinamente en 1975 con una identidad falsa y cirugia plástica en el rostro. Vivió en la clandestinidad --ocultando su verdadera identidad a su propia esposa-- hasta 1979. Desde entonces, escaló posiciones dentro del Partido de los Trabajadores (PT), y fue el arquitecto de la victoria electoral de Lula en el 2002.

Muchos describen a Dirceu como el líder de la vieja guardia de izquierda en el gabinete de Lula, que siempre desconfió de las políticas de libre mercado impulsadas por el ministro de Finanzas, Antonio Palocci. Otros dicen que Dirceu sólo aparentaba ser un crítico de Palocci para mantener su influencia sobre los legisladores del PT y alentarlos a apoyar las políticas económicas del gobierno.

Sea como fuere, Dirceu era un virtual primer ministro. Su renuncia en medio de un escándalo de corrupción por supuestos sobornos del PT a legisladores deja a Lula sin su asesor más cercano, en momentos en que el presidente se apresta a iniciar su campaña para un segundo mandato en las elecciones del 2006.

Antes de decirles hacia donde creo se encamina el gobierno de Lula en la era post-Dirceu, veamos lo que me dijeron algunos de los principales observadores de Brasil en Estados Unidos.

Timothy Powers, profesor de la Universidad Internacional de Florida que preside la Asociación de Estudios Brasileros, un grupo internacional de 700 académicos especialistas en Brasil, dice que la salida de Dirceu fortalecerá el ala del ministro de Finanzas, Palocci, dentro del gabinete.

''Esto no es una lucha entre la izquierda y la derecha, sino entre políticos y tecnócratas. Y Palocci surge ahora como la figura principal en el gobierno'', dice Powers. ``Palocci es muy respetado en Washington. En la medida en que su influencia crezca, Estados Unidos estará complacido''.

Sin embargo, si Palocci se vuelve demasiado activo políticamente y trata de convencer al Congreso de apoyar sus políticas, la salida de Dirceu podría ser contraproducente. ''Eso derribaría la separación actual entre el equipo económico y el lado político del gobierno, y podría amenazar al gobierno en su totalidad'', dice Powers.

El ex embajador de Estados Unidos en Brasil, Anthony Harrington, me dijo que no vislumbra un cambio radical en el gobierno de Lula, ``pero puede haber un ligero cambio en el centro de gravedad, hacia el centro''.

Harrington dice que Palocci y los otros centristas en el gobierno, como el ministro de Industria y Comercio, Luis Fernando Furlan y el ministro de Agricultura, Roberto Rodrigues, quienes ya cuentan con gran influencia, ``probablemente se fortalecerán''.

Donna Hrinak, quien fue la embajadora de Estados Unidos en Brasil hasta el año pasado, duda de que habrá un viraje político. Según ella, los dos sectores antagónicos dentro del gobierno de Lula tienden a discutir a puertas cerradas, llegar a acuerdos y apoyarlos conjuntamente. ''El gobierno va a seguir en la misma dirección responsable, centrista, que ha estado teniendo'', dijo Hrinak.

Paulo Vieira da Cunha, jefe de economistas para América Latina de HSBC Securities en Nueva York, coincide en que el sector liderado por Palloci se hará más visible, pero agrega que eso no se traducirá necesariamente en mejores condiciones para adoptar reformas de libre mercado, porque el gobierno en general está más debilitado por el actual escándalo de corrupción.

''Yo no creo que, políticamente, el gobierno de Lula en la etapa post-Dirceu podrá ser muy efectivo'', me dijo Vieira da Cuhna. ``Los tecnócratas a lo mejor tendrán un perfil más alto, pero el gobierno no encontrará apoyo dentro del Congreso para la mayoría de sus iniciativas. De hecho, tendrá una capacidad más disminuida para articular sus iniciativas''.

Mi conclusión: todo parece indicar que Lula se moverá aún más hacia el centro. Lula ha visto que la economía de Brasil creció significativamente en los últimos dos años y parece más convencido que nunca de que las políticas de Palocci son las únicas que pueden lograr un crecimiento a largo plazo y sin inflación. (''No esperen de mí ninguna medida económica populista porque tengamos una elección en un año y medio'', dijo Lula pocos días atrás.)

Asimismo, Lula --cuyo partido tiene una minoría en el Congreso-- necesitará todo el apoyo que pueda lograr de los partidos centristas para poder gobernar con cierta efectividad, y necesitara ganar el voto moderado para ser reelegido en el 2006. No tiene a donde ir, sino más hacia el centro.