La historia nos demuestra que no se trata de una suposición frívola. Uribe, quien ganó la reelección con un margen del 40 por ciento de votos por encima de su rival más cercano, y que controlará un 80 por ciento del Congreso y gran parte del sistema de justicia, va a tener que luchar duro para mantenerse sereno ante los aduladores que tratarán de convencerlo de que es ''el hombre indispensable'' para terminar de sacar a Colombia de sus problemas históricos.

El año pasado, Uribe logró modificar la Constitución para poder lanzarse a la reelección, señalando - cómo me lo indicó una vez en una entrevista - que cuatro años no alcanzaban para poder cumplir con su misión. Quienes lo rodean tratarán de convencerlo de que ocho años tampoco serán suficientes.

Ya hemos visto esta película muchas veces en América Latina, y siempre termina mal.

En Argentina, el ex presidente Carlos S. Menem cambió la Constitución para permitir su reelección, y ganó un segundo mandato con facilidad en 1995. Pero a fines de los noventa, aumentó dramáticamente el gasto público para poder aspirar a un tercer mandato presidencial, e inició la caída que llevó a la peor crisis económica de la historia del país en el 2001.

En Perú, el ex presidente Alberto Fujimori ganó la reelección cómodamente en el 1995. Pero al final de su segundo mandato, se volvió aún más autoritario en su afan de perpetuarse en el poder. Ganó un tercer mandato en elecciones denunciadas como fraudulentas, y al poco tiempo fue forzado a exiliarse en Japón tras un escándalo político.

En Venezuela, Chávez ha destruído prácticamente todas las instituciones y está dilapidando la mayor bonanza petrolera de su historia reciente para perpetuarse en el poder.

El poder marea hasta a los hombres más inteligentes. Y aunque Uribe es uno de los presidentes con los pies más en la tierra que he conocido - viste humildemente, no camina como si se hubiera tragado un palo de escoba, y no habla de si mismo en tercera persona, como si fuera un ser superior - le va a ser difícil mantener la cabeza fría tras esta última elección.

Un senador, Ciro Rámirez, ya ha sugerido cambiar la ley nuevamente para permitirle a Uribe presentarse a una tercera elección en el 2010. La mayoría de los colombianos le reconoce a Uribe el haber disminuido los secuestros, la violencia política, y haber recobrado la confianza en el país.

Pero los críticos dicen que Uribe está micro-manejando el país, lo que está erosionando la instituciones colombianas.

''La tentación de buscar un tercer mandato es un peligro real'', dice Bruce Bagley, director del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami.

Uribe no ha violado las leyes como Chávez, ha lanzado misiles verbales contra jueces y periodistas, y ha debilitado al partido Liberal que era un pilar de sistema bipartidista del país, dice Bagley.

Otros, en cambio, dicen que la personalidad de Uribe, además de las tradicionalmente fuertes instituciones colombianas y el surgimiento de una nueva izquierda democrática, que ahora va a tener una minoría activa en el Congreso, van a ayudar a que el país pueda resistir las tentaciones autoritarias.

''A diferencia de lo que ocurre con Chávez y Evo Morales de Bolivia, Uribe tiene una buena oportunidad de evitar el culto a la personalidad e institucionalizar sus políticas'', dice Eduardo Gamarra, director del Centro para América Latina y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida. ``Ya hay seguidores de Uribe en el Senado y otros lugares que son opciones de liderazgo para el futuro''.

En una entrevista el 26 de Mayo con la radio RCN de Colombia, Uribe afirmó su ''total rechazo'' a propuestas de permitir un tercer mandato consecutivo. ''¿Para que vamos a hablar de eso, por Dios, introducir una controversia sobre algo que rechazamos?'', preguntó Uribe. Pero esa afirmación fue hecha antes de su victoria arrolladora del domingo. Desde entonces, Uribe no ha tocado el tema.

Mi conclusión: por su propio bien, Uribe debería hacer una promesa solemne de que no buscará un tercer mandato bajo ninguna circunstancia, y debería empezar a construir un partido político fuerte para perpetuar sus politicas más allá de su presidencia. De otra manera, seguirá los pasos de muchos líderes que perdieron la cabeza en su segundo mandato, se creyeron ''el hombre indispensable'', y terminaron destruyendo a su país y a sí mismos.