En una entrevista telefónica durante su visita a Florida, le pregunté a McCain si, de ser electo, propondrá un nuevo plan de reforma que incluya una vía de legalización para muchos de los 12 millones de trabajadores indocumentados que ya están en el país. McCain indicó que sólo haría eso al final de un proceso de tres etapas.

''Primero me ocuparía de que nuestras fronteras sean seguras'', dijo McCain. ``Esa es la lección que aprendimos de esta última campaña: que los estadounidenses quieren fronteras seguras. Y eso podemos lograrlo en un lapso relativamente breve''.

''Luego iniciaría un programa de trabajadores temporales, con documentos biométricos, a prueba de falsificaciones'', prosiguió McCain. ``Y luego me ocuparía del tema de los 12 millones de personas ilegales.''.

Hmmm, me dije a mí mismo. Percibí un cambio significativo en su postura sobre el tema. Por lo que recordaba, McCain había presentado en el 2005, junto con el senador demócrata Edward Kennedy, un proyecto de ley que proponía medidas simultáneas para blindar la frontera con México y al mismo tiempo ofrecer una vía hacia la legalización para millones de trabajadores indocumentados que hayan pagado impuestos y estén dispuestos a aprender inglés.

Tiempo después, cuando ya estaba en campaña por la nominación republicana y enfrentaba la oposición de los ultraconservadores antiinmigrantes de su propio partido, McCain dio un paso atrás y propuso un plan inmigratorio en dos etapas: dijo que primero hay que sellar la frontera, y sólo después hay que ocuparse del tema de los 12 millones de indocumentados.

Ahora, por lo que parece, McCain ha dado un nuevo paso atrás respecto de su postura original, y propone un proceso en tres etapas, la última de las cúales sería proporcionar una vía a la legalización de millones de trabajadores indocumentados que cumplan ciertos requisitos.

La propuesta inmigratoria original de McCain, en el 2005, y su versión del 2007 respaldada por la Casa Blanca, suponía correctamente que erigir un muro fronterizo sin otras medidas simultáneas no servirá de mucho, entre otras cosas porque casi la mitad de los indocumentados no entran al país por la frontera con México, sino que llegan a los aeropuertos estadounidenses como turistas y se quedan más allá de lo permitido.

McCain entendía bien que había que tomar varias medidas simultáneas, incluyendo crear más visas legales para que trabajadores extranjeros puedan cubrir la demanda del mercado laboral de Estados Unidos y multas para los empleadores que contraten a indocumentados. McCain operaba bajo el acertado principio de que ``si construimos un muro de 3 metros, los inmigrantes construirán una escalera de 4 metros''

''El senador McCain, que había sido un verdadero héroe en esta materia, se ha echado atrás'', dice Frank Sharry, director de America's Voice, un grupo que defiende la reforma inmigratoria integral. ``Esta entrevista confirma que piensa adoptar una postura mucho más dura para apaciguar a los votantes antiinmigración de su partido.

Mi opinión: McCain merece crédito por haber tenido la postura inmigratoria más realista --y cercana al sentir de lo hispanos-- de todos los candidatos a la nominación republicana. Sin embargo, su nueva postura de atacar el problema inmigratorio en tres etapas es insensata en el plano económico, poco prudente en el terreno político y peligrosa desde el punto de vista de la seguridad nacional.

Económicamente, estos millones de trabajadores no se van a ir del país, cubren trabajos que los estadounidenses no quieren hacer, ayudan a reducir los costos de los alimentos y de casi todos los servicios y, según diversos estudios --incluyendo uno del Servicio de Investigación del Congreso-- no les quitan empleos a los trabajadores estadounidenses, sino a otros trabajadores extranjeros no calificados.

McCain se está echando en contra a 45 millones de hispanos, la minoría étnica más grande del país. Las encuestas revelan que los hispanos han votado masivamente por el partido demócrata en las primarias de este año, en parte debido a que muchos ven la retórica antiinmigración del partido republicano como antihispana.

Desde el punto de vista de la seguridad nacional, no legalizar a millones de indocumentados es peligroso, entre otras cosas porque las personas que temen ser deportadas nunca se atreverán a denunciar un delito ni una conspiración terrorista.

McCain cometerá un error histórico si sigue cediendo ante los halcones de la derecha republicana: nunca logrará convencerlos de que es uno de ellos, y perderá el voto hispano que necesita para llegar a la Casa Blanca.