¿Será una representación sincera del pensamiento de López Obrador? ¿O es una táctica de campaña, para disipar temores de que podría ser un líder mesiánico radical, como el presidente venezolano Hugo Chávez?

Antes de contestar estas preguntas, permítanme compartir con ustedes lo que estoy escuchando de los más cercanos colaboradores de López Obrador: en los próximos meses, haría una gira por cuatro países para blindarse contra críticas de que no tiene experiencia internacional y de que de ser electo se convertiría en un Chávez.

Según un alto funcionario de la campaña de López Obrador, su tour por cuatro países, que se está considerando para octubre, empezará en Chile, como una señal al mundo de que quiere ser asociado con el presidente de Chile, Lagos, cuyo país ha sido el más exitoso en el combate a la pobreza en América Latina.

''Sí, el propósito es mandar una señal'', me expresó en una entrevista esta semana el ex secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Camacho Solís, uno de los más cercanos colaboradores de López Obrador. ``Chile es el país mejor manejado de América Latina y tiene un gobierno socialista exitoso''.

De Chile, López Obrador iría a Brasil, otro país con un gobierno de izquierda que --aunque no tan globalizado como el de Chile-- ha demostrado ser mucho más responsable en temas económicos de lo que sus críticos en círculos empresariales habían vaticinado.''Brasil fue elegido por su peso en América Latina, y porque la izquierda ha demostrado que puede ganar y puede gobernar'' me dijo Camacho Solís.

Desde Brasil, López Obrador planea visitar España, gobernada por el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Finalmente, López Obrador terminará su gira en Estados Unidos, visitando Nueva York y Washington. Si no consigue una entrevista con la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se reunirá con altas personalidades de gobiernos anteriores, republicanos y demócratas.

La estrategia de campaña de López Obrador está basada en la creencia generalizada de que no podrá ganar sin ampliar su base de izquierda, y ganar el voto de centro. Según una encuesta del periódico Reforma esta semana, si la elección se llevase a cabo hoy, López Obrador ganaría con el 36 por ciento de los votos, seguido por el posible candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Roberto Madrazo, con el 23 por ciento, y por el candidato del gobierno, el secretario de Gobernación, Santiago Creel, con 21 por ciento. Otra encuesta, del diario Milenio, tiene a López Obrador arriba por sólo siete puntos.

Sin embargo, la ventaja de López Obrador podría reducirse en los próximos meses. Es muy probable que sea objeto de una ''campaña del miedo'' de parte de sus dos rivales, que probablemente lo pintarán como una peligrosa amenaza a la estabilidad de México. Eso, en México, no es nada para ser tomado a la ligera: éste es un país obsesionado con su historia, en que la sangrienta Revolución Mexicana de 1910 a 1917 --y su millón de muertos-- está fresca en la memoria colectiva de los mexicanos.

Un escenario muy factible es que los adverarios de López Obrador hagan una campaña negativa, alegando que si la izquierda gana, el Congreso de Estados Unidos pondría trabas a las remesas familiares, bajo el pretexto de que Washington no debería ayudar a aliados de Cuba y Venezuela. Más de 30 millones de mexicanos reciben más de $16,000 millones por año de sus parientes en Estados Unidos.

Mi conclusión: por lo que escuché de López Obrador cuando lo entrevisté hace unos meses y por lo que me dijo Camacho Solís esta semana, está claro que López Obrador hará campaña como un Lagos. Sin embargo, Chávez también se presentó como un corderito en su primera campaña, en 1988.

En el mejor escenario, López Obrador podría experimentar una transformación política similar a la del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Lula era un izquierdista de vieja guardia que hizo campaña como moderado para ganar el voto de centro y en el camino terminó desubriendo que mucho de lo que le hacían decir sus estrategas de campaña tenía sentido. De manera que, de llegar a ser electo, López Obrador probablemente no será un Lagos, pero --con suerte-- podría llegar a ser un Lula.