Con su
sentencia, la canciller alemana, como antes el presidente francés, Nicolas
Sarkozy, pisa el terreno del populismo. Pero ¿quién tiene la culpa de este
fracaso?
Cada una
de las posibles interpretaciones también define a los europeos, no sólo a los
musulmanes. La interpretación religiosa o cultural es la defendida por Samuel
Huntington, autor del célebre Choque de civilizaciones (1998), y Bernard Lewis,
profesor de la Universidad de Princeton y oráculo neoconservador. Los dos
afirman que es la religión la que dirige la cultura y la política islamistas,
por lo que el problema radica en el integrismo musulmán. Lo controvertido de
esta interpretación es que achaca el problema musulmán, y no sólo en Alemania,
al islam, lo que absuelve a Occidente de toda responsabilidad.
El
politólogo francés Pierre-André Taquieff, autor de La nueva judeofobia,ha
escrito: "La mayoría de los musulmanes que viven en Europa quieren
quedarse para siempre, pero muestran una hostilidad sorprendente hacia la
civilización occidental. En los países que han aceptado el multiculturalismo es
donde las comunidades musulmanas apoyan con más fuerza a los radicales".
Puede que sea así, pero la fórmula inicial europea para integrar, entre otros,
a los musulmanes no era el multiculturalismo, sino la ciudadanía, es decir, los
mismos derechos y deberes para todos.
El
sociólogo Gilles Kepel prefiere la historia para explicar la resistencia
musulmana a integrarse.
Kepel
considera que el islam político es la respuesta a las intervenciones
occidentales en el mundo árabe desde el siglo XIX. Pero la historia dice algo
más. Primero, el fracaso de los nacionalismos laicos en el mundo árabe. Y
segundo, el hecho de que el Oriente Medio árabe sigue gobernado por élites
autocráticas que accedieron al poder después de la descolonización. Estos tres
factores han terminado convenciendo a amplios sectores musulmanes de que el
islam representa su última oportunidad. Esta interpretación basada en la
historia parece tener la ventaja de que reparte la responsabilidad.
Y la
tercera posible explicación se refiere a la situación en la que la inmigración
musulmana ha redescubierto en suelo europeo sus raíces y el valor del islam
después de haber confirmado que la realidad europea no es como se la
imaginaban. La fórmula alemana, por ejemplo, hizo que los inmigrantes pensaran
que no tenían que integrarse, aprender la lengua y adoptar las costumbres de su
nueva residencia. En cierto sentido, pues, los alemanes también son
responsables del fracaso, ya que dieron la bienvenida a millones de turcos y
demás pueblos que llegaron bajo el plan Gastarbeiter para arrimar el hombro en
el milagro económico de la posguerra. A los inmigrantes se les dio la
residencia, pero se les negó la ciudadanía alemana completa, por lo que
quedaron excluidos de ciertos puestos de trabajo. Por eso buena parte de esta
inmigración, adoctrinada por líderes religiosos, no ha hecho grandes esfuerzos
para convertirse en parte de la sociedad alemana.
Walter
Laqueur lo explica así: "Millones de inmigrantes se establecieron en
Alemania durante los años del milagro económico; eran necesarios, sobre todo en
la industria, pero no hubo planificación ni se pensó en las consecuencias
sociales, culturales y políticas". Y Laqueur añade: "La segunda y
tercera generación de inmigrantes turcos es más radical políticamente que la
primera. No son necesariamente más religiosos que la generación de sus padres
ni observan más celosamente todos los preceptos del islam; la cuestión guarda
mayor relación con la sensación de ser discriminado" (Vanguardia
Dossier,octubre 2010). Lo controvertido de esta interpretación es que sólo
señala a los alemanes, por lo que estos replican que están hartos de pagar con
sus impuestos las generosas prestaciones sociales que reciben los inmigrantes.
¿Quién
es entonces el responsable del fracaso: el islam, la historia o la
discriminación? Alemania, como le pasa al resto de Europa, tiene un problema.
Protesta por los recortes en el Estado de bienestar, pero la ministra de
Trabajo alemana, Ursula von der Leyen, democristiana, ha declarado esta semana:
"Tenemos que esforzarnos para atraer a los inmigrantes que necesita la
economía alemana". Y el número dos del grupo parlamentario democristiano,
Michael Fuchs, ha añadido: "El ámbito cultural del que provengan los
inmigrantes no debe ser el criterio (de acogida)". Es decir, Europa no
sabe cómo responder.
PALABRAS
SOBRE UN FRACASO
El
pasado 3 de octubre, el presidente alemán, Christian Wulff, democristiano, dijo
que "el islam forma parte de Alemania". Angela Merkel,la canciller,
declaró lo mismo hace un par de semanas. En una referencia al futbolista
internacional alemán Mesut
Özil,de
origen turco, Merkel afirmó que "es la demostración de que el islam es
parte de Alemania". El pasado sábado, sin embargo, Merkel sentenció al
referirse a la integración de los inmigrantes en Alemania, la mayoría turcos:
"Los esfuerzos por construir una sociedad multicultural han fracasado
absolutamente". Merkel, al expresar que la política alemana ha fracasado
sobre la integración de los inmigrantes, expuso una de las caras del problema.
Dos
ministros democristianos alemanes han expuesto la otra cara del problema. La
ministra de Trabajo,
Ursula
von der Leyen,ha afirmado en una entrevista publicada esta semana:
"Debemos esforzarnos para atraer a los inmigrantes que necesita la
economía alemana". Y el númerodos del grupo parlamentario democristiano,
Michael Fuchs,ha señalado que "el ámbito cultural del que provengan los
inmigrantes no debe ser el criterio (de acogida)".