Exxon Mobil fue llevada ante la justicia por el International Labor Rights Found, grupo con sede en Washington, en nombre de once ciudadanos de Aceh que le acusaron de saber y no haber hecho nada para evitar asesinatos y torturas por parte de las fuerzas de seguridad que vigilaban los yacimientos de gas en Indonesia. A petición de Exxon Mobil, el juez encargado del caso se dirigió al Departamento de Estado para saber si el asunto podría afectar negativamente a los intereses nacionales estadounidenses. Y la Administración Bush respondió afirmativamente, añadiendo que el juicio podría arrojar una sombra en la cooperación de Indonesia en la guerra antiterrorista. Colin Powell, el secretario de Estado, pudo viajar después a Indonesia y anunciar la reanudación de la ayuda militar estadounidense. El editorialista de The New York Times escribió entonces: "El anuncio de la Administración ha sido una señal de que los derechos humanos pueden ser una víctima en la campaña contra el terrorismo". Otra compañía estadounidense, Unocal, de la que fue asesor el presidente afgano Hamid Karzai, también obtuvo el aplazamiento del juicio que debía afrontar en Birmania por un asunto parecido al de Exxon Mobil.
Petróleo (Edhasa, 2008) es la novela de Upton Sinclair que en 1927 inauguró el pozo sin fondo de la demonización de los barones del petróleo, cuya penúltima dinastía es la de los Bush. Petróleo es la historia de la íntima relación entre crudo, dinero y fundamentalismo religioso, y Sinclair tuvo abundante materia prima para inspirarse. Un yacimiento fue el joven Rockefeller. En 1858, Rockefeller se asoció con un negociante inglés para fundar la compañía Clark and Rockefeller. Después, en 1870, creó en solitario la Standard Oil, que en 1900, después de un rosario de artimañas, extorsiones y sobornos, controlaba el 90% del petróleo del país.
La dinastía de los Bush también ha tenido sed de petróleo. Nunca, posiblemente, ninguna familia presidencial estadounidense ha reunido tantos intereses en la industria petrolera como los Bush. Craig Unger ha escrito en House of Bush, house of Saud (2004) que durante treinta años la familia Bush ha sellado pactos con los dirigentes saudíes, a los que se ofreció protección a cambio de lucrativos acuerdos. ¿Y la invasión de Iraq? Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal desde 1987 hasta el 2006, ha escrito en su libro The Age of turbulence (2007) que "la primera causa de la guerra de Iraq fue el petróleo, no las armas de destrucción masiva".
Thomas Friedman, un entusiasta de la globalización, considera que el mundo de después del 11 de septiembre es plano gracias a la globalización y multipolar por culpa del petróleo. Según Friedman, el mundo actual es multipolar porque el poder estadounidense es contestado desde China, que trabaja duro y ahorra obsesivamente, y desde un eje que utiliza el petróleo como arma política. Este eje está integrado por la Rusia de Vladimir Putin, que emplea el petróleo y el gas como lo hacía la Unión Soviética; la Venezuela de Hugo Chávez, que empuja a los países de la OPEP a rebajar la cuota de producción para que suban los precios, y el Irán de los ayatolás, que, a más de 70 dólares el barril de petróleo, puede permitirse el lujo de jugar una partida de ajedrez sobre su controvertido programa nuclear.
¿Qué hará la Administración Obama en esta escena? Lo único seguro es que el gran error de BP, la culpable del vertido en el golfo de México, es haber dilapidado miles de millones en exploraciones arriesgadas cuando el futuro pertenece a las nuevas tecnologías.
Ahora bien, aunque la dependencia energética de Estados Unidos con respecto el Pérsico (17%) no sea tan grande como la de Japón (80%), la importancia de esa región aumentará a causa de la creciente sed de petróleo de China e India. Después de todo, la ley del petróleo no ha cambiado tanto. Según Forbes, las dos primeras compañías en valor bursátil no son ahora ni manufactureras ni de servicios, sino petroleras: PetroChina y Exxon Mobil, de Estados Unidos. Y Forbes también dice que entre las diez empresas con más beneficios figuran cinco petroleras, con la rusa Gazprom a la cabeza y con BP en sexto lugar. Y en Brasil, que ya pide paso, manda Petrobras.
