El presidente del Banco Mundial (BM), el norteamericano Paul Wolfowitz, ha criticado en tono severo a los bancos chinos por ignorar los derechos humanos y las normas sobre protección del medio ambiente en su política de créditos en África. Wolfowitz acusa a la pujante banca comercial del gigante asiático de incumplir los principios de Ecuador, que controlan los riesgos sociales y medioambientales en la financiación de proyectos. "Casi el 80% de los bancos comerciales de todo el mundo respeta estos principios (...) y los grandes bancos chinos no los aplican", afirma en Les Echos.

"Es verdad que son nuevos en este tipo de actividad en África", añade Wolfowitz en su denuncia desde el influyente diario económico, "pero no deberían cometer los mismos errores que Francia y Estados Unidos en el Zaire de Mobutu". "Seamos sinceros, eso fue terrible, un auténtico escándalo", añade. El patrón del BM dice haber discutido de forma "muy directa" con las autoridades chinas, pero parece escéptico sobre una solución. "Espero que con el tiempo puedan converger nuestros puntos de vista", dice.

"China no puede aceptar estas acusaciones", replicó Liu Jianchao, portavoz de Exteriores. "China adopta una política de no injerencia en los asuntos internos de otros países y no quiere imponer un sistema de valores por encima de otro", añadió. Pekín impulsa las relaciones comerciales con África en busca de recursos energéticos y nuevos mercados para la expansión internacional de sus empresas. Wolfowitz ha hecho uso de su función de gendarme del sistema financiero mundial para alertar al emergente capitalismo chino de las reglas de juego, plasmadas en el 2003 en los principios de Ecuador por la propia Corporación Financiera Internacional, organismo de la banca privada mundial.

Wolfowitz también alude a la lucha contra la corrupción, de la que el ex secretario adjunto de Defensa ha hecho bandera. El presidente del BM subraya que en EE. UU. y Europa la ley castiga el soborno y añade: "Todas las empresas están sometidas a normas similares y los norteamericanos y europeos miran de cerca lo que hacen las empresas chinas para que apliquen las mismas reglas". "Hay que persuadirles de la importancia de estas normas", dice Wolfowitz, que elogia la excelencia de las empresas norteamericanas y europeas: "Ofrecen mejor tecnología, servicios más fiables y mejores posibilidades de formación. Es mucho más eficaz que los sobornos".