Políticamente, la administración Obama no debería estar tan contenta. Lejos de haber logrado la unanimidad de los miembros del Consejo. Aunque Rusia y China hayan votado positivamente, el hecho que Brasil y Turquía dijeran no a la nueva resolución pone de relieve la incapacidad de Obama para controlar a sus teóricos aliados.

En segundo lugar, las sanciones impuestas, contra la Guardia Revolucionaria, el tráfico ilegal de mercancías marítimo y algunas transacciones bancarias deja mucho que desear. Los rusos, por ejemplo, están de acuerdo en no venderle carros de combate a Irán, pero eso es algo que los iraníes no pensaban hacer de ningún modo. Y, sin embargo, esta resolución sí le permite a Rusia la entrega de los sistemas de defensa antiaéreos S-300, algo que sí afecta a cualquier iniciativa militar contra Irán.

Es más, con el acceso a estos sistemas de defensa, los iraníes pueden estar más que satisfechos. Ellos ya no necesitan tiempo para adquirir más componentes nucleares. Los tienen. Necesitan tiempo para protegerse de un ataque. Y eso, se lo vuelve a conceder una vez más la ONU.

La única sanción que acabaría de verdad con el programa, y quizá con el régimen, sería un embargo sobre la gasolina que importa Irán. Pero de eso la llamada comunidad internacional no quiere ni oír hablar. Ni de otras medidas serias sobre su sector energético.

En suma, división política, sanciones poco efectivas y más tiempo para los ayatolás y su búsqueda de la bomba. ¡Menudo éxito de Obama!