Durante la Guerra Fría, si Washington se llevaba mal con Moscú, Europa quedaba sometida a esas tensiones. Pero ahora que Obama se entiende con Putin, no ha cambiado mucho la cosa: Europa sigue relegada a lo que los dos señores deciden sobre ella. Cuando la semana pasada el presidente americano anunciaba que no desplegaría en Polonia y la República Checa los sistemas antimisiles balísticos, no sólo adoptaba una decisión de ramificaciones estratégicas muy importantes, sino que revelaba su verdadera naturaleza. Por ejemplo, él, que se ha jactado de ser multilateralista y que se ha hartado d criticar a su antecesor por, según él, no serlo lo bastante, se descuelga ahora con una renuncia que ha meditado en solitario, que no ha consultado con los dos países directamente afectado y que ha dejado que sus aliados europeos se enteren por la prensa. Si eso es ser multilateralista, que vuelva Bush, por favor. En segundo lugar, Obama se ha presentado siempre como un gran europeísta, también supuestamente frente a un Bush que no lo sería y, sin embargo, no ha dudado en llegar a un pacto con Putin en el que supedita a Europa y que condena a buena parte de ella a caer, de nuevo, bajo eso que Moscú llama su esfera de influencia.

No deja de ser paradójico que justamente el año que se celebra el XX aniversario del derribo del muro de Berlín, Obama asuma de buen grado que Europa no es una y libre, sino que Georgia, Ucrania y tantos otros queden a merced de lo que para ellos decida el Kremlin. Un Kremlin, no lo olvidemos, autocrático, dictatorial y neo-imperialista. Y para más inri, la renuncia al escudo antimisiles que en teoría protegería a Europa de la amenaza iraní en el futuro no lejano, es una concesión que Oabama hace a los rusos sin pedir nada a cambio, como un broche más de su buena disposición al diálogo. O sea, gratis total, como el Kremlin no tardó en anunciar a las pocas horas de que se supiera la buena nueva para ellos. ¿Cuál será la siguiente concesión? ¿No protestar si Putin decide invadir de nuevo la pequeña Georgia y colgar por sus partes a su presidente, como ha dicho públicamente?

Para muchos en Europa el “no” de Obama a las defensas antimisiles les parece bien, tal vez porque no reflexionen sobre cómo se ha hecho. En realidad, tendrían que estar pensando que el presidente americano no es de fiar, que deja en la estacada a sus aliados si cree que eso le conviene. Y eso no es una buena noticia ni para los aliados de Estados Unidos, ni para la credibilidad y la imagen de América, se diga lo que se diga. Ahora que Zapatero va por fin a la Casa Blanca, debería tenerlo en cuenta.