De cada dólar que entró en el continente en forma de préstamo por parte de la comunidad internacional entre 1970-2008, cerca de dos tercios fueron desviados al extranjero ese mismo año
Su precisión es suiza. Cada año, Denis Sassou Nguesso, mandatario de la República del Congo, y su familia hacen temblar a los diseñadores parisinos. De gusto, no obstante. Solo en agosto de 2006, por ejemplo, su hijo gastaría 35.000 dólares en ropa de diseño.
En efectivo o con tarjeta, da lo mismo: Según la organización Transparencia Internacional, a fecha de 2007, el clan Sassou-Nguesso contaba con 112 cuentas corrientes en Francia, en un país cuya renta per capita es de apenas 3.300 dólares anuales y que disfruta de una deuda externa de más de siete mil millones (con cuatro millones de habitantes).
¿Pero cómo se ha llegado a esta crisis moral?
La historia reciente es un fiel reflejo de esta realidad. En el año 1993, acuciado por la gula económica, el Gobierno congoleño aceptó un préstamo de 150 millones de dólares del gigante petrolero estadounidense «Occidental».
En el acuerdo se establecía que el reembolso se haría efectivo mediante la adquisición de 50 millones de barriles de crudo a tres dólares cada uno. ¿El problema? Que por aquel entonces el precio al barril era de 17 dólares y en un Estado que basa el 70% de sus ingresos en la producción del oro negro, la víctima de esta venta a bajo coste no iba a ser otra que la ya castigada población civil.
El mal ciertamente es endémico. Como aseguraba recientemente a ABC Empresa Léonce Ndikumana —profesor de Económicas en la Universidad de Massachusetts y ex director de investigación del Banco Africano de Desarrollo—, la fuga de capitales en el África Subsahariana durante el periodo 1970-2008 ascendió a 770.000 millones de dólares —teniendo en cuenta la inflación actual—. Cantidad que representa cerca del 80% del PIB de la región.
De igual modo, el autor denuncia que, de cada dólar que entró en el continente en forma de préstamo por parte de la comunidad internacional en ese intervalo, entre 60 y 70 centavos fueron desviados al extranjero ese mismo año. Unas cifras que llaman poderosamente la atención, sobre todo si tenemos en cuenta que la actual deuda externa del África Subsahariana es de 200.000 millones.
La tendencia continúa
¿Los motivos? El endeudamiento progresivo asumido por el Estado para pagar los caprichos de sus dirigentes en el exterior. El axioma «toma el dinero y corre» llevado a su máxima expresión.
No en vano, el pasado año, un informe del Global Finance Integrity denunciaba que, solo cuatro antes, África había perdido el 56% de su PIB debido a la fuga de capitales, en un coste aproximado por persona -en los países del sur- de cerca de 1.334 dólares.
Para paliar esta situación, en abril, los Gobiernos locales aprobaron la resolución 236, que apuesta por un mayor control del dinero que abandona la región.
«Cada año, la fuga de capitales provoca cerca de 75.000 muertes infantiles en la región. Principalmente en la República Democrática del Congo, Nigeria y Angola», recuerda el profesor Ndikumana.
Quizá sea hora de irse de compras.