Sudán del Sur ha anunciado que retomará de nuevo su producción de petróleo en un plazo de tres semanas tras suspender, en enero de 2012, sus extracciones en respuesta al «expolio gratuito» por parte de la vecina Sudán.

Hasta su independencia en julio de 2011, el 98% del presupuesto de Sudán del Sur se basaba en la extracción de crudo. No obstante, y pese a encontrarse casi el 75% de las reservas en territorio sursudanés, los acuerdos de paz de 2005 estipulaban que ambas regiones se dividieran los ingresos del petróleo a partes iguales. Y algunos no estaban dispuestos a aceptar este chantaje:

Como ha denunciado en innumerables ocasiones el ministro de Cooperación Regional (Exteriores) sureño, Deng Alor Kuol, desde el comienzo de las extracciones, el Gobierno del norte «mintió» sobre la capacidad real de sus reservas, por lo que ahora debían «renegociar los términos del acuerdo».

Para entender esta sumisión económica es necesario recordar la total dependencia del Gobierno de Juba respecto a sus vecinos de Jartum, ya que a pesar de encontrarse las reservas en el sur, los oleoductos que garantizan su exportación lo hacen en el norte.

Sin embargo, este martes, el jefe negociador de Sudán, Mohammed Abdel Gadir, y su homólogo sursudanés, Pagan Amum, llegaban a un acuerdo para poner fin a la crisis energética.

De igual modo, ambos mandatarios reafirmaban el compromiso para establecer una zona desmilitarizada a lo largo de su frontera en disputa (cerca de dos mil kilómetros) antes del próximo 5 de abril.

Abyei, sin flecha

Más intrincado, no obstante, resulta la resolución del conflicto de Abyei, que continúa sin fecha clara.

En virtud de los acuerdo de paz de 2005, esta región cuenta con un estatus administrativo especial, regido por un gobierno compuesto por fuerzas del sureño Ejército de Liberación Popular de Sudán, así como por oficiales pertenecientes al Partido del Congreso Nacional, liderado por el presidente del país, Omar Hassan Al Bashir.

Por ello, para Douglas H. Johnson, autor de «The Root Causes of Sudan's Civil Wars», la delimitación de Abyei ha demostrado ser, hasta hora, la cuestión más complicada de resolver. Más aún, que la determinación del resto de la frontera Norte-Sur o la división de los ingresos petroleros.

Aunque no sea la única cuestión a debate. El pasado abril, tropas del sureño Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán atacaban la región fronteriza de Heglig, enclave vital en las disputas económicas con su vecino (de esta zona, el norte obtiene la mitad de su producción diaria de crudo, 115.000 barriles).

Una escalada militar, finalizada en septiembre, que se encuentra sostenida por la confusión internacional que recae sobre las fronteras reales de Heglig.

La razón es simple: Desde la última demarcación oficial de sus fronteras, en 1956, Sudán (del norte) se ha negado siempre a negociar este territorio con el sur, ya sea dentro de un tribunal de arbitraje de Naciones Unidas o a través de contactos de alto nivel político.