En un nuevo capítulo de la tragedia humana a la que se enfrenta la República Democrática del Congo, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha anunciado que recortará sus proyectos en el país, ante la ausencia de fondos que sufre la agencia. La medida afectará a las regiones de Kivu Norte y Sur, así como la provincia Oriental, y deja a 500.000 personas en grave riesgo de inseguridad alimentaria.

«Estamos muy preocupados con el destino de miles de personas que dependen de la asistencia del PMA», reconoce Martin Ohlsen, representante regional del organismo. En este sentido, la agencia de la ONU asegura necesitar «de forma urgente» 75 millones de dólares para continuar en los próximos seis meses sus actividades en el país.

El anuncio se produce, además, tan solo un mes después de que el organismo se viera obligado a reducir en un 20% las raciones alimenticias entregadas en el campo de refugiados de Dadaab, en la frontera entre Kenia y Somalia.

«Esperemos que sea una medida temporal, por lo que apelamos a los donantes que asistan a los miles de refugiados que dependen de nosotros», reconocía a comienzos de noviembre Ronald Sibanda, representante en Kenia del PMA.

La miseria de Dadaab, como la de Congo, no obstante, se prolonga en el tiempo. En octubre de 1991, tan solo nueve meses después de la caída del dictador Siad Barre y ante el incipiente flujo migratorio proveniente de Somalia, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados comenzaba la «edificación» de este campo de refugiados.

La intención original era la creación de tres campamentos con capacidad para 90.000 personas –Ifo, Dagahaley y Hagadera–, pero a día de hoy el centro acoge a más de 400.000 almas (630.000 según fuentes extraoficiales), algunas de ellas, refugiados de tercera generación. Es decir, hijos y nietos de refugiados que no han conocido más realidad que estos inmensos campamentos, el mayor centro de refugiados del mundo, y sobre el que, en los últimos tiempos, se cierne la amenaza del cierre.

Movimiento pendular

Ya el pasado año, la ayuda bilateral al África subsahariana registró una caída del 7,9% en términos reales con respecto a 2011. Y este año, los números no serán mucho mejores, tras el tifón acaecido en Filipinas y que focalizará el interés de la comunidad internacional en la reconstrucción del país asiático, en detrimento de otras regiones.

A la hora de comprobar lo pendular de la ayuda humanitaria, el caso de Somalia es especialmente representativo. En 2011, tras ser declarada la situación de hambruna en la región, Naciones Unidas recaudó cerca de 870 millones (de los mil requeridos para paliar el hambre). Sin embargo, apagados los flashes, en 2012 tan solo se cubrieron el 52% de los 1.100 millones aconsejados, mientras que en este ejercicio el 48% por ciento.