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20/02/2006 | INGLATERRA- Guerra de clanes

La Razón (Es) Staff

Un grupo de jóvenes laboristas se enfrenta al «clan de Notting Hill» que lidera el conservador Cameron.

 

Como si Westminster se hubiera trasladado a la Escocia medieval, la política británica se ha convertido en los últimos meses en una guerra de clanes. Primero fueron los conservadores, revitalizados por el auge del «clan de Notting Hill», un grupo de ambiciosos treintañeros capitaneados por David Cameron. Ahora, los laboristas han intentado combatir los avances en las encuestas del nuevo líder «tory» con la formación de su propio corrillo de «jóvenes renovadores», el «clan de Primrose Hill», que se reúne a desayunar los fines de semana con un solo objetivo: mantener al partido en el poder una vez que Tony Blair emprenda la jubilación.

A primera vista, poco distingue a los integrantes de ambos clanes. Al igual que sus rivales «tories», los cachorros laboristas son inteligentes, moderados e informales, capaces de sumergirse en una sesuda discusión política y, acto seguido, diseccionar con entusiasmo el «reality show» de moda. De lunes a viernes lucen trajes impolutos, pero los fines de semana no hay quien les saque de sus vaqueros, con los que salen a pasear con sus hijos pequeños, tan relucientes que parecen sacados de un anuncio. Pero por mucha admiración y respeto mutuo que se profesen, ahí se acaban los conchabeos: ambos grupos saben que, a medio plazo, deberán enfrentarse por el poder.
   
 Más «blairistas» que Blair. Los miembros del «clan de Primrose Hill», radicado en uno de los barrios predilectos de los bohemios intelectuales, tienen un rasgo común: su carrera se ha desarrollado con el viento a favor. Mientras que la generación de Blair tuvo que luchar durante años para salvar al partido de la autodestrucción, ellos disfrutaron desde el primer momento de los placeres del poder. Libres de la experiencia traumática de sus predecesores, están convencidos de que el laborismo puede seguir en el poder casi indefinidamente y, por tanto, debe perder el pánico a la derrota que a veces atenaza al primer ministro.

Pero que nadie confunda su confianza con posibles derivas izquierdistas: algunos son más «blairistas» que el propio Blair, a quien sólo critican que no haya ido suficientemente lejos en su cruzada renovadora. De hecho, el propio primer ministro ha respaldado públicamente a los «nuevos cachorros», aunque haya puntualizado que deberán esperar a que su «delfín», el ministro Gordon Brown, abandone Downing Street.

En una reciente entrevista, incluso mencionó por su nombre a la pareja que, según los analistas, más posibilidades tiene de reeditar el exitoso dueto Blair-Brown. «Hay una nueva generación que va a continuar el avance de las políticas progresistas», reconoció a «The Observer». «David Miliband, Douglas Alexander. Todos esos chicos no van a regresar al laborismo de los setenta y los ochenta [famoso por su radicalismo]».

 Para los analistas, Miliband es el joven laborista con mejor futuro. Aunque su padre fuera un reputado politólogo marxista, él es un heredero de la moderación de Blair: de hecho, fue el principal consejero ideológico del premier en su primera legislatura. En 2001 saltó al Parlamento y, desde entonces, su carrera ha sido meteórica: a sus 40 años forma parte del Ejecutivo con la cartera de Gobierno Local. Algunos «blairistas» afirman que él, y no una «vieja gloria» como Brown, debería enfrentarse a Cameron en las elecciones. Aunque Miliband no ha entrado al trapo, las casas de apuestas le consideran el segundo favorito para el cargo, por detrás del escocés.

 La otra figura es Douglas Alexander, ministro para Europa, un protegido de Brown que, sin embargo, mantiene buenas relaciones con los «blairistas». Aunque el «clan» está repleto de mentes privilegiadas, la suya es quizás la más completa gracias a su paso por cinco cargos ministeriales en el último lustro: todo un récord para un político de 38 años. Alexander también tiene hechuras de líder, pero su relación con Miliband no parece tan turbulenta como la de Blair y Brown: de hecho, ambos firman artículos conjuntos en «The Guardian». Aunque algo menos influyentes, otros dos recién llegados al Parlamento acumulan una amplia experiencia y están llamados a progresar. El más destacado es Ed Balls, a quien muchos apodan «representante de Brown en la Tierra» por su labor como «mano derecha» del ministro de Economía entre 1997 y 2004, un cargo que dejó por un escaño el año pasado. Si su protector se muda a Downing Street, pocos dudan de que le premiará con un jugoso ministerio. Idéntica trayectoria siguió Ed Miliband, hermano menor de David, que escribió durante años los discursos de Brown antes de saltar a los Comunes. Completa el repóker la ministra de Vivienda, Yvette Cooper, de 36 años, casada con Balls. Modernos, eficientes y ambiciosos, se espera que el «clan de Primrose Hill» cotice al alza en la crisis de Gobierno con la que Blair preparará en breve su salida del poder.

La Razón (España)

 



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