Ayer, sobre la base de datos disponible en Tepito, me escribió un conocido quien es experto en informática. Lo cito con su permiso:

“Es un secreto a voces entre la comunidad de los informáticos que trabajan en el sector público que desde la comodidad de unos cuantos clics, se pasan miles de registros gubernamentales a USB’s, CD’s y demás aditamentos. Si yo fuera el director general de una compañía de seguros, de Elektra o de empresas que hacen negocios con la gente pobre, dispondría de un presupuesto para pagarles a funcionarios públicos por cuyas computadoras pasa la información de las 4 o 5 millones de familias que reciben beneficios de Oportunidades, Liconsa, Seguro Popular, etc. En los estados es aún más escandaloso: ¿Quieres los datos de los habitantes de tal o cual colonia o prefieres el historial médico de los enfermos crónicos que se tratan en los hospitales (públicos y privados) de Zacatecas? ¿Autos nuevos, robados o traídos de Estados Unidos? Whatever you want. Y sigo. El padrón electoral, te cuentan los que manejan la informática de las campañas políticas, está inflado entre un 15 y un 25%. ¡Es un secreto a voces! Lo he escuchado varias veces, especialmente en provincia, por parte de encargados del manejo informático de campañas locales. El presidente del IFE reconoció hace unos meses que su padrón tiene un margen de error de 1% (¡Bullshit!, aunque por algún lugar se empieza). El tema de la fuga de información gubernamental y el de la imprecisión de los registros gubernamentales es un escándalo completo.”

Coincido cien por ciento en que el tema de las fugas de información es un escándalo. De hecho, yo auguraba que la nota de El Universal causaría mucho revuelo. Hasta ayer, no había ocurrido. ¿Por qué?

Le pregunté a otro amigo: ¿Te imaginas qué sucedería en un país donde hay rendición de cuentas si se descubriera que las bases del gobierno con datos privados se venden al mejor postor en el mercado negro? ¿Te imaginas las consecuencias políticas de un gobierno que es incapaz de resguardar su información?

Comenzamos a especular lo que sucedería. Para el gobierno sería una vergüenza mayor. Muchas cabezas rodarían.

¿Será el caso en México? Por lo pronto, no. Mi amigo ofrece una hipótesis: como este país está lleno de escándalos, que salen un día sí y otro también, pues lo que debería ser un escándalo no alcanza a adquirir ese estatus. Creo que tiene razón. Yo agrego otra hipótesis: la de la mezquindad de los medios. Lo he visto muchas veces. Si un medio destapa un escándalo (en este caso El Universal) a los otros les cuesta un trabajo endemoniado aceptar que les ganaron la nota. Prefieren no darle importancia a una magnífica investigación que reconocer el trabajo periodístico de otros medios.

He ahí un par de hipótesis de por qué la revelación de El Universal no se ha convertido, hasta hoy, en un escándalo. Ojalá esto cambie. Ojalá muchos se interesen en el tema. Porque ciertamente es un escándalo mayor el que existan funcionarios gubernamentales que abusan de los datos personales y que, al mismo tiempo, anden presumiendo que combaten frontalmente al crimen organizado.