Pero el Estado no podía quedarse en una etapa de intervención militar. Había que construir instituciones civiles destinadas a enfrentar el reto de devolverle la seguridad a millones de mexicanos. Ahí es donde ha entrado la Secretaría de Seguridad Pública federal que en estos meses ha venido diseñando una serie de iniciativas para construir una policía eficaz, científica, honesta, profesional y respetuosa de los derechos humanos.

Una de estas iniciativas es el establecimiento de la Academia Superior de Seguridad Pública (ASSP) que se inauguró ayer en San Luis Potosí. La intención del gobierno es formar cuadros policiacos bien capacitados para la Federación, los estados y los municipios. Por el momento, la Academia impartirá una Especialidad en Alta Dirección para Mandos de Policía. Eventualmente también va a ofrecer las especialidades de policía investigador y la de suboficial técnico.

Los estudiantes de las carreras policiacas serán jóvenes universitarios que vivirán internados en la Academia durante un año. La escuela cuenta con instalaciones de primer nivel incluyendo aulas de cómputo, salones de tiro con simuladores, unidades médicas, comedor, habitaciones y todo tipo de edificaciones deportivas. La Academia podrá albergar hasta mil alumnos por año.

Es, sin duda, una buena iniciativa. Constituye un primer paso para formar “una policía de Primer Mundo”, como ha dicho Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública. De funcionar, la ASSP podrá convertirse en uno de los legados institucionales más importantes del gobierno de Felipe Calderón.

La buena educación, en todos los ámbitos, es el primer peldaño de un desarrollo profesional fructífero. No tendría por qué ser diferente con la policía. Y ahora en México habrá una Academia que parece tener la voluntad y los recursos para hacer la diferencia.

García Luna también tiene muy claro que, después de la escuela, a los policías hay que ofrecerles una vida digna para que no estén tentados a caer en las redes de la corrupción del crimen organizado. Se trata de un servicio civil de carrera policiaca como existe en muchos países. La idea es darle todos los incentivos a los policías con miras a que actúen a favor de la sociedad y no de los delincuentes. Otorgarles fondos destinados a una vivienda digna, seguros de vida e invalidez, así como becas para sus cónyuges e hijos. A esto hay que sumarle una percepción económica atractiva. Así, por lo menos los policías federales tendrán los ingredientes necesarios para valorar sus puestos de trabajo. Esto tendrá que estar acompañado, por supuesto, de severos castigos para los corruptos: que pierdan inmediatamente todas las prerrogativas de su trabajo. Que el castigo a los deshonestos lo sufran ellos y sus familiares. Se trata, en pocas palabras, de alinear bien los premios y castigos, las zanahorias y los palos.

Hay que aplaudir y apoyar iniciativas como la de la ASSP y la del servicio civil de carrera policiaca. Son dos buenos pasos en el largo camino para recuperar la seguridad ciudadana. Y al gobierno de Calderón debe reconocérsele que, por lo menos en este rubro, está trabajando para construir las instituciones que México necesita.