Tres bienes básicos: seguridad, agua y electricidad. Tres bienes que, por sus caracterÃsticas económicas, debe proveer o regular el Estado. Y, sin embargo, en varias regiones del paÃs hay escasez de uno, dos y hasta de estos tres servicios.
El gobierno de López Obrador está convencido de la
rectoría del Estado en la economía. No ocultan su culto estatista. Se vale.
Lástima que, cuando se trata de demostrar la eficacia estatal, salen muy mal
parados.
La seguridad, por ser un bien público, sólo puede ser
provista por el gobierno. No hay manera de privatizarla. Aquí, y en todos los
países capitalistas, el Estado es el encargado de darle seguridad a los
habitantes. Para eso pagamos impuestos.
Sin embargo, en México tenemos regiones enteras donde
manda el crimen organizado, que ha sustituido al Estado. Las mafias, a cambio
de un pago, ofrecen seguridad. Eso se llama extorsión. “O me pagas tanto dinero
o quemo tu negocio”.
La delincuencia organizada no sólo domina los negocios
ilegales, sino que cada vez controlan más los mercados lícitos. Que si el
pollo, las tortillas, el aguacate, la construcción, la venta de autopartes y un
largo etcétera. Y a los que no pagan, pues los amenazan, secuestran, hieren y
hasta asesinan.
Este gobierno, como el de Calderón y el de Peña, ha
fracasado en resolver el problema de la seguridad en México. No hay otros
datos.
El agua es un bien público que puede ser concesionado a
los privados. A mí, como consumidor, me vale un pepino si la empresa que provee
el agua es pública o privada, siempre y cuando el flujo sea constante, la
calidad buena y el precio razonable. Por tal motivo, el gobierno tiene que
regular este servicio, no necesariamente proveerlo.
En mi ciudad, que es la capital, el Estado se ha quedado
con el control completo del mercado del agua. Presumen que es un derecho y, por
tanto, le corresponde al gobierno otorgarlo. Perfecto. Lástima que no sea así.
En este sexenio no planearon cómo cubrir la demanda
tomando en cuenta el cambio climático ni han invertido con el fin de
incrementar la oferta. El resultado es que no hay agua. Las pipas han invadido
la ciudad. Pipas que, por cierto, son privadas y cuestan mucho más por metro
cúbico del vital líquido.
En esta ciudad de supuesta vanguardia, el agua se recibe
por tandeo. Muchas gracias, señor Estado, por la efectividad en este servicio
que supuestamente ofrece un monopolio público, pero en realidad lo venden
cientos de pipas privadas.
¿Y la electricidad?
Antes, toda la cadena productiva de este servicio tenía
características de monopolio natural. Desde el punto de vista económico, lo que
convenía es que una sola empresa generara, trasmitiera, distribuyera y
comercializara el flujo eléctrico.
Sin embargo, con las nuevas tecnologías, se rompió la
condición de monopolio natural en la generación. Se hizo rentable que muchas
empresas pudieran producir electricidad. No así, sin embargo, la transmisión,
que conviene que siga siendo monopólica.
La reforma de Peña abrió la posibilidad de que los
privados generaran electricidad y la vendieran al Estado para su transmisión.
El arreglo era el correcto para los consumidores. Las autoridades estaban
obligadas a comprar la electricidad más barata.
Llegó el gobierno de AMLO y, fiel a su ideología
estatista, cambió las reglas para darle prioridad a la electricidad generada
por la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Los privados dejaron de
invertir. La empresa del Estado gastó poco en el negocio de la generación y,
además, la construcción de nuevas plantas presenta retrasos importantes.
El resultado: hoy hay más demanda que oferta eléctrica.
Dicen que por el calor. Y es cierto, pero en parte. La
CFE debió, por un lado, prever el incremento que habría de este servicio por
los cambios climáticos y, por el otro, terminar las plantas que está
construyendo.
Como en el caso del agua, a mí me vale un pepino si la
electricidad es pública o privada mientras haya todo el tiempo, sea de buena
calidad y me la vendan a precio razonable. A diferencia del agua, si se va la
luz no hay tandeo. Nos quedamos sin electricidad y prendemos las velas como en
el siglo XIX.
A eso hemos llegado con estos gobernantes creyentes en
que el Estado debe hacer muchas cosas porque lo hace mejor. Pamplinas. La
realidad es neoliberal en este país porque, hoy por hoy, el Estado ha fracasado
en garantizar una provisión buena, barata y constante de tres bienes
primordiales como son la seguridad, el agua y la electricidad.
X: @leozuckermann
https://www.excelsior.com.mx/opinion/leo-zuckermann/no-hay-seguridad-no-hay-agua-no-hay-electricidad/1651813