El gobernador de Florida compensó sus declaraciones con alusiones a que no fue una «elección bien gestionada».
Como tantos republicanos, Ron DeSantis, gobernador de
Florida, ha mirado para otro lado durante años sobre las alegaciones de Donald
Trump de que sufrió un «robo masivo» en las elecciones de 2020, las que perdió
frente a Joe Biden. Era un equilibro para no asumir como propias unas
acusaciones de fraude electoral inexistente -ni los tribunales ni su propio
Departamento de Justicia dieron la razón a Trump-, pero sin contrariar al jefe
del partido (es decir, para no ser condenado por su base amplia y leal de
votantes).
Ahora, DeSantis, candidato en horas bajas a la nominación
republicana a la presidencia, ha cambiado de rumbo. «Por supuesto que perdió»,
dijo ayer en una entrevista con la cadena NBC. «Joe Biden es el presidente».
DeSantis compensó sus declaraciones con alusiones a que
no fue una «elección bien gestionada» y mencionó problemas por la utilización
masiva del voto masivo por correo -era un año de pandemia- o por el trato
favorable de la prensa y de redes sociales a Biden, con la ocultación de los
supuestos líos de corrupción relacionados con su hijo, Hunter.
A pesar de ello, el reconocimiento de la derrota de Trump
es la declaración más clara de DeSantis al respecto hasta la fecha. Se produce,
además, pocos días después de que el gobernador de Florida defendiera que las
teorías que Trump y sus acólitos diseminaron sobre el supuesto robo electoral
eran «no corroboradas» y que «no se pudieron comprobar como ciertas».
DeSantis reaccionaba así a la última imputación penal de
Trump, que el expresidente recibió el pasado jueves, en la que se le acusa de
intentar revertir el resultado de las elecciones con una campaña de mentiras y
presiones a altos cargos.
Ambas declaraciones muestran que DeSantis ha optado por
un enfrentamiento con Trump sobre el asunto nuclear en el que el expresidente
basa su campaña para regresar a la Casa Blanca. El robo electoral es un dogma
en el trumpismo y con este giro DeSantis se separa de la ortodoxia de un
partido dominado por el multimillonario neoyorquino.
DeSantis no es el único candidato republicano que ha
decidido ir a por Trump. Mike Pence, el que fuera su vicepresidente; Chris
Christie, exgobernador de New Jersey; o Asa Hutchinson, exgobernador de
Arkansas, también ha tomado ese camino. Pero ninguno de ellos tiene
posibilidades mínimas de ganar la nominación.
DeSantis ha dado este giro en un momento en el que busca
que su campaña levante el vuelo, con más entrevistas en más medios y buscando
cortejar a grandes donantes. El año pasado, tras los resultados mediocres de
los republicanos en las legislativas -muchos acusaron a Trump de ello-,
DeSantis despegó en las encuestas. Pero la capacidad del expresidente de
concentrar toda la atención, ayudado en ello por las imputaciones históricas
que ha recibido, le ha frenado en seco. En los últimos sondeos, de ‘The New
York Times/Siena College’, Trump tiene el 54% del apoyo de votantes
republicanos, por 17% del aspirante.
DeSantis toma ahora un camino complicado. Casi el 70% de
los votantes republicanos cree que Biden no es el presidente legítimo. Para
muchos, ahora es un hereje.