El formalismo diplomático se convirtió pronto en un toma y daca dialéctico con la prensa de testigo.
Si la cumbre en Alaska entre EE.UU. y China marca el tono
de la nueva diplomacia entre las dos grandes potencias mundiales, será una
relación agitada. Los responsables de Exteriores de ambos países celebran un
encuentro de dos días -jueves y viernes-, el primer de alto nivel, y el
arranque estuvo plagado de acusaciones y reproches.
Antony Blinken, secretario de Estado de EE.UU., y Yang
Jiechi, jefe de la diplomacia china, se vieron las caras junto a sus altos
cargos en Anchorage, la principal ciudad de Alaska. Las desavenencias no
tardaron en producirse.
Estaban previstas intervenciones iniciales cortas de
ambas delegaciones, con saludos, agradecimientos y descripción de objetivos
generales, con las cámaras de los medios presentes. Pero el formalismo
diplomático se convirtió pronto en un toma y daca dialéctico con la prensa de
testigo. EE.UU. acabó por acusar a China de saltarse el protocolo, la
delegación china criticó el tono «condescendiente» de los estadounidenses y
ambas partes cruzaron ataques.
Por parte de EE.UU., Blinken y Jake Sullivan, asesor
nacional de seguridad , dedicaron un par de minutos a su intervención inicial.
En la suya, el jefe de la diplomacia estadounidense defendió un «orden mundial
basado en reglas» y que la alternativa a este es «un mundo mucho más violento e
inestable para todos nosotros». También dijo que en la cumbre mostraría las
«grandes preocupaciones» de EE.UU. con las actuaciones de China en Xinjiang,
Hong Kong y Taiwan, así como los ataques cibernéticos y la «coerción económica
contra nuestros aliados».
Yang y su segundo, Wang Yi, se explayaron mucho más en su
turno, con una intervención mucho más larga -los estadounidenses les acusaron
después de saltarse el protocolo acordado- y, sobre todo, llena de ataques a
EE.UU. Yang criticó que EE.UU. «no representa al mundo», cuestionó que sus
reglas sean «la base del orden internacional» y le leyó la cartilla en materia
democrática. «Mucha gente en EE.UU. tiene en realidad poca confianza en la
democracia de EE.UU.», dijo y se permitió decir que «en China, según las
encuestas, sus líderes tienen un amplio apoyo del pueblo chino».
Ante las referencias a Xinjiang o Hong Kong -donde EE.UU.
acusa a China de abusos a derechos humanos y libertades civiles-, Yang exigió
que Washington no interfiera en sus asuntos internos y recriminó que «EE.UU.
tiene mucho que mejorar en derechos humanos», donde tiene problemas
«profundos». Wang llegó a mencionar el movimiento Black Lives Matter contra los
abusos y la discriminación a la minoría negra.
Los discursos largos e incendiarios de la delegación
china delante de las cámaras no estaban previstos y Blinken no quiso dejar así
las cosas. «Esperad un momento», dijo cuando varios ayudantes instruían a los
medios para que dejaran la sala y que la sesión continuará a puerta cerrada.
Blinken respondió a Yang que en sus conversaciones con un centenar de países le
habían transmitido la «grave preocupación por algunas de las acciones de su
Gobierno».
Sobre las acusaciones del déficit democrático de EE.UU.,
Blinken contraatacó y dijo que su sistema reconoce las «imperfecciones» y
«errores». «Pero lo que hemos hecho en nuestra historia es enfrentarnos a esos
desafíos de forma abierta, pública, transparente, sin tratare de ignorarlos,
sin tratar de pretender que no existe, sin tratar de ponerlos debajo de la
alfombra», añadió en un dardo a la dictadura china.
El jefe de la diplomacia estadounidense cerró su
intervención con unas palabras del presidente de EE.UU., Joe Biden, tras un
viaje a China cuando era vicepresidente con Barack Obama. «Entonces dijo que
nunca es una buena apuesta el apostar contra América», dijo. «Y hoy sigue
siendo verdad».
Yang tampoco quiso dejar así las cosas y pidió, de nuevo,
que las cámaras se quedaran dónde estaban. Recriminó entonces a Blinken el tono
de su intervención y lo calificó de «condescendiente».
La justa dialéctica fue un comienzo poco prometedor para
la cumbre, en la que ambos países buscan sentar las bases de una relación
diplomática que se antojaba complicada y se confirmó como tal.
La Administración Biden ha calificado a China como «la
gran amenaza geopolítica del siglo XXI» y tiene abiertos enfrentamientos
económicos -una guerra comercial que no acabó con Donald Trump-, militares -por
las ambiciones de China en el Mar del Sur- y estratégicas, ante la pujanza del
gigante asiático en la región Asia-Pacífico y en países en desarrollo en África
y el continente americano.
Al mismo tiempo, Washington necesita la cooperación china
en asuntos delicados como el acuerdo nuclear con Irán, el cambio climático o el
desarme de Corea del Norte.
La cumbre se produce después de una gira de Blinken en
Asia, con visitas a socios estratégicos como Corea del Sur y Japón. Al mismo
tiempo, China ha anunciado un encuentro con Rusia para la semana que viene.
Biden viene de calentar la diplomacia estadounidense
después de llamar «asesino» al presidente ruso, Vladimir Putin, y el frente con
China, según lo visto en Alaska, no será menos conflictivo.
https://www.abc.es/internacional/abci-tension-y-acusaciones-arranque-volcanico-cumbre-eeuu-china-202103190622_noticia.html