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05/02/2018 | Quién es quién en el polémico informe que enfrenta a Donald Trump con el FBI

Javier Ansorena

El alboroto alrededor del documento ilustra la guerra de guerrillas que rodea a la trama rusa

 

Donald Trump acostumbra a sorprender, pero este sábado fue muy previsible: «El informe reivindica totalmente a ‘Trump’ en la investigación», dijo con unas extrañas comillas sobre sí mismo en relación a las pesquisas del Departamento de Justicia sobre el supuesto complot entre Rusia y su campaña y al informe sobre los abusos del FBI en su investigación. «Pero la caza de brujas rusa sigue y sigue», añadió.

Por si había alguna duda, el presidente de EE.UU. dejaba claro que la redacción -lo elaboraron republicanos de la Cámara de Representantes- y la publicación -se vertió material clasificado pese a la oposición del FBI- del informe son un instrumento para reforzar el relato «trumpista» de la trama rusa: su investigación está viciada porque responde a una motivación política.

Desde el otro bando, se observa el sesgo político de otra forma: el informe es solo un esfuerzo partidista por desacreditar la labor de Robert Mueller, el investigador especial de la trama. En el disparadero, altos cargos del FBI y del Departamento de Justicia. El gran temor, que Trump aproveche el informe para descabezar la investigación contra su campaña, lo que para algunos podría desatar una crisis constitucional.

Estos son los principales implicados en la polémica:

Christopher Steele. La acusación central del informe republicano es que el FBI consiguió la autorización judicial para investigar a un miembro de la campaña de Trump basándose en un dossier elaborado por Christopher Steele -un exconfidente británico-, pero omitió que este tenía un fuerte sesgo político contra Trump. Steele había mostrado su oposición a Trump y había elaborado informes negativos sobre el candidato republicano contratado por la campaña de Hillary Clinton. Para los republicanos, este es el «pecado original» de la trama rusa: el FBI tuvo sesgo político porque no dio esa información de Steele. Pero lo cierto es que la investigación del FBI se inició antes -con George Papadopoulos, otro miembro de la campaña de Trump- y, además, no se ha publicado cuál fue el contenido completo de la petición de autorización judicial, que posiblemente no se basó solo en el dossier de Steele.

Carter Page. Es el miembro de la campaña de Trump para quien el FBI obtuvo autorización judicial para investigar, conseguida, según el informe, en la información proporcionada por Steele. Sin embargo, el FBI seguía a Page desde hacía varios años por sus contactos con Rusia, que incluyeron reuniones con un espía ruso en Nueva York en 2013. Durante la campaña, ya dentro del equipo de Trump, siguió sus contactos con Rusia. La campaña le despidió cuando salieron informaciones de que era investigado por el FBI y minimizó su papel durante las elecciones.

Bruce Ohr. En el momento de la petición de vigilancia de Cage, Ohr era un alto cargo del Departamento de Justicia a quien Steele le confesó que estaba «dedicado a que Trump no fuera elegido presidente». Además, la mujer de Ohr trabajaba para Fusion GPS, la consultora que encargó a Steele la elaboración de un dossier contra Trump, que fue pagado por la campaña de Hillary Clinton.

Andrew McCabe. Dejó su puesto de número dos en el FBI hace unos días, después de meses de presión de Trump. Protagoniza uno de los puntos centrales del informe, que asegura que McCabe dijo ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes que «no se hubiera buscado la autorización para la vigilancia sin la información del dossier de Steele». Es decir, que el dossier fue esencial para autorizar la vigilancia de Page. Pero lo que dijo en realidad McCabe es motivo de disputa. Según el demócrata Eric Swalwell, que sirve en ese comité, el relato del informe «no concuerda con el testimonio» que dio McCabe. Desde el bando demócrata, se ha exigido que se publique la transcripción de sus palabras.

Devin Nunes. En él comienza la parte política del caso. Como presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes -con mayoría republicana-, Devin Nunes ha sido acusado por la oposición demócrata de actuar de forma partidista en el caso. De hecho, Nunes se retiró temporalmente de la investigación interna de la trama rusa de este comité por divulgar información clasificada. Cercano a Trump, impulsó la publicación de un informe elaborado por su equipo sobre los supuestos abusos del FBI a pesar de la oposición del director de la agencia de investigación y de las críticas de los demócratas, que le acusan de omisiones y de falta de información, con el único objetivo de desacreditar la labor de Robert Mueller.

Adam Schiff. Es el demócrata de más alto rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes. Ha asegurado que el informe republicano está lleno de omisiones y de caracterizaciones erróneas de lo sucedido con el objetivo de servir a Trump para debilitar a la investigación de la trama rusa. Schiff ha dicho que está concebido para «confundir» a la opinión pública y como parte de los esfuerzos del presidente por convertir al Departamento de Justicia en su propia «herramienta política». Los demócratas han elaborado otro informe interno que corrige la versión republicana y que podría salir a la luz en los próximos días.

Rod Rosenstein. Si la polémica del informe republicano produce víctimas inmediatas, Rod Rosenstein está en todas las quinielas. De los cuatro altos cargos que menciona el documento como responsables de autorizar la vigilancia a Carter, él es el único que sigue en el Gobierno, como vicefiscal general. Rosenstein ha sido un estorbo para Trump. Después de que el fiscal general, Jeff Sessions, se recusara en la trama rusa, Rosenstein fue el encargado de nombrar a Robert Mueller como investigador especial, además de ser su supervisor. El informe podría ser la excusa que Trump necesitaba para eliminar a Rosenstein.

Robert Mueller. Exdirector del FBI y jurista de prestigio, su elección como investigador de la trama rusa la pasada primavera fue aplaudida por demócratas y republicanos. El presidente Donald Trump, sin embargo, trató de despedirlo al poco de llegar al cargo, como se ha descubierto recientemente. No lo hizo porque el jefe de la oficina legal de la Casa Blanca amenazó con dimitir. Mueller, que ya ha imputado a varios altos cargos de la campaña de Trump, como Paul Manafort (fue su director), sigue siendo la espada de Damocles sobre el actual inquilino de la Casa Blanca. Forzar la salida de Rosenstein le permitiría colocar a alguien de su cuerda en el Departamento de Justicia para, si es necesario, despedir también a Mueller.

ABC (España)

 



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