Los números de la corrupción durante los últimos tres Gobiernos presididos, primero por el difunto ex presidente Néstor Kirchner y después por su esposa, Cristina Fernández, se traducen en una cifra: diez mil millones de euros. Así lo afirma la diputada opositora Elisa Carrió en una entrevista con el diario «La Nación».

Azote de la corrupción durante los dos Gobiernos de Carlos Saúl Menem (1989-99) la diputada estima que son «diez mil millones de euros» lo que se robó «sólo el matrimonio Kirchner». Dicho esto, advierte: «es demasiado y siendo demasiado, no se puede esconder. Los mecanismos internacionales -para localizar los fondos- se van a poner en funcionamiento si realmente hay un presidente que no va a tener esa información para esconderla», observa con la vista puesta en la sucesión en el 2015.

Carrió considera que «hay mucha información en el exterior, de narcotráfico, de robo, de acuerdos. Sin embargo, -añade, necesitamos una legislación local para muchos empresarios que tuvieron que pagar coima (soborno) como parte de una extorsión».

La diputada apunta la creación de una figura similar a la del arrepentido, a «ellos –los que confiesen-, declarando se les podría eximir de la acción penal porque lo que hay que hacer es limpiar el Estado de los coimeros».

Señalar a funcionarios

Carrió lo ilustra con un ejemplo que encuentra entre algunos empresarios cuando se lamentan, «mi empresa tiene que seguir viviendo. Tengo empleados» y si no pagan los sobornos exigidos tienen que cerrar. «En esos casos, -puntualiza-, no tiene que haber acción penal pero si dicen el nombre del funcionario, no si lo esconden. Si señalan quién cobraba y cómo era el mecanismo porque a mi me interesa limpiar el Estado de coimeros».

No obstante, la diputada matiza, «Distinto es el caso de los empresarios que formaron parte de asociaciones ilícitas y fueron grandes beneficiados. Ellos, son copartícipes» de la corrupción.

En la misma entrevista Carrió reconoce que no es tarea fácil seguir la pista del dinero. «Cuando se pasa por bancos americanos es más fácil porque todo está encriptado en la reserva federal aunque en algunos países, como Nueva Zelanda o Australia, es más difícil porque no hay bancos centrales».

La diputada, una de las cabezas claves de la coalición opositora Unem, insiste «los delitos de corrupción son delitos de lesa humanidad. Porque los delitos de corrupción, al robarle al pueblo, lo dejan sin alimentos, sin educación y sin salud. La corrupción es la contracara de la pobreza: podés desaparecer porque te maten pero también porque nadie te reconoce por ser pobre, porque tenés hambre o porque no tenés oportunidades».