De acuerdo con el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, nunca tantos jóvenes se fueron en busca de una vida mejor: siete de cada 10 emigrantes tienen entre 15 y 24 años, en el inicio de su fase productiva. Además, emigra la fuerza de trabajo más calificada, con lo cual se pierden los recursos erogados en su formación, al no haber un mercado de trabajo suficiente para los mexicanos mejor preparados.

Cifras de los últimos dos años muestran que la fuga de talentos en México es de entre 100 mil y 150 mil personas por año.

El país está desperdiciando también el llamado bono demográfico —proceso de transición en el que la fuerza laboral de un país es más numerosa que la población dependiente (niños y ancianos)—, fenómeno que naciones como Alemania, Francia, Inglaterra, Taiwán, India y China han utilizado como factor de desarrollo.

De los mexicanos en edad de trabajar que permanecen en el país más de la mitad no tiene seguridad médica y una tercera parte se emplea en el sector informal. Estudios del IIE-UNAM revelan que entre 300 y 350 mil trabajadores se incorporan a la informalidad anualmente.

Ante la actual recesión económica, expertos advierten una descomposición del mercado laboral porque los trabajadores más preparados se están viendo obligados a buscar fuentes de empleo complementarias para subsistir.

La búsqueda de más recursos lleva a empleos adicionales en actividades que tienen menor productividad, con lo que el potencial de las personas queda subutilizado, explican.

El número de personas con un empleo adicional pasó de 679 mil a un millón 300 mil.