Más de la mitad (53 por ciento) de los 215 millones de niños trabajadores en el mundo realizan trabajos peligrosos. Si bien esta cifra ha aumentado entre los niños mayores, de 15 a 17 años, se han alcanzado progresos para los niños menores, de 5 a 14 años, según el nuevo informe de la OIT sobre trabajo infantil, titulado “Niños en trabajos peligrosos”. Algunos de ellos logran salir del túnel oscuro de una mina o de otros lugares de trabajo peligrosos, como muestra el ejemplo de Rodel en Filipinas.
Mientras se aproxima el fin del año escolar y millones de niños en Filipinas
esperan con impaciencia sus vacaciones de verano, existen cientos de miles de
niños que no tendrán vacaciones: los niños trabajadores. Estos niños – en su
mayoría en las zonas rurales – no tienen otra opción que seguir trabajando y
ganar dinero para ayudar a sus familias, aún cuando sus lugares de trabajo sean
peligrosos.
Rodel Morcozo era uno de ellos. Todos los días, Rodel tenía que encorvar la
espalda para cargar una pesada batea de madera con arena y oro. Su piel estaba
quemada por el sol y sus pequeñas manos impregnadas de agua fangosa llena de
mercurio. Tenía que trabajar entre 8 y 12 horas por día para ganar cerca de 1-2
dólares, buscando oro o vendiendo cigarrillos y dulces en los parajes de una
mina de oro de mediana escala.
“Estaba tan cansado, tan débil, tenía que trabajar en la noche e ir a la
escuela el día siguiente. Hasta que llegó el momento en que tuve que trabajar a
tiempo completo, cuando mis padres no tuvieron más la posibilidad de enviarme a
la escuela”, recuerda Rodel.
Un día, el niño de diez años cayó desde una altura de más de 30 metros porque
su padre había hecho explotar el túnel con dinamita. “Tenía que correr y salir,
pero estaba demasiado oscuro”, narró Rodel, quien trabajaba en las minas de
Bicol en la provincia de Camamrines Norte, una de las regiones más pobres de
Filipinas. “Me sentí muy miserable, y me di cuenta de que no me gustaba lo que
estaba haciendo. Sólo quería regresar a la escuela.”
Minas como ésta producen una quinta parte de todo el oro del mundo, según
cálculos de la ONU. Además, extraen piedras preciosas para joyas, y minerales
raros para la fabricación de teléfonos móviles. Generalmente se encuentran en
lugares remotos y son emprendimientos informales, pero con frecuencia, son minas
muy organizadas. El incremento del precio del oro al doble de su valor en los
últimos años ha hecho que este tipo de búsqueda de oro sea aún más atractiva, y
aún más peligrosa, para los más pobres.
No es de extrañar que un porcentaje importante de trabajadores en estas minas
de oro, piedras preciosas, metales y canteras de piedras sean niñas y niños.
Pero los tiempos están cambiando
Sin embargo, como muestra el nuevo informe de la OIT sobre trabajo infantil
peligroso, los tiempos están cambiando, y es mucho lo que puede hacerse para
luchar contra el trabajo infantil peligroso.
Radel, que ahora tiene 25 años, es otra vez un buen ejemplo. A través de la
OIT, consiguió una beca de estudio de la Senadora Loren Legarda que lo ayudó a
completar su educación.
“La beca escolar me dio la oportunidad de abandonar los túneles”, dijo Rodel
durante una conferencia de prensa organizada por la OIT en abril, en Manila.
“Ahora puedo ver el cumplimiento de mi sueño: encontrar un trabajo decente y
ayudar a otros niños a salir del trabajo infantil.”
Rodel se convirtió en un defensor de los niños hace diez años durante un
campamento de verano de la OIT. “Mi mayor deseo era erradicar el trabajo
infantil en Filipinas. Participé en la primera Marcha Mundial contra el Trabajo
Infantil. Caminaba por las calles llevando un cartel con el mensaje: Trabajemos
juntos contra el trabajo infantil”, explicó Rodel.
En la actualidad, trabaja para la Senadora Legarda en Manila, pero regresa
con regularidad a su pueblo natal para hablar sobre el trabajo infantil. Además,
envía sus hermanos más jóvenes a la escuela para mantenerlos lejos del trabajo
infantil.
“Si permitimos que los niños trabajen, ellos no tendrán acceso a la
educación. Si los niños trabajadores no pueden regresar a la escuela, entonces
no pasará nada en este país, porque ellos son el futuro de esta nación”, dijo
Rodel.
“Al menos 2,4 millones de niños filipinos están viviendo lo que Rodel
experimentó hace 15 años”, dice Lawrence Jeff Johnson, Director de la Oficina de
la OIT para Filipinas, al citar datos sobre niños trabajadores provenientes del
Estudio de la fuerza de trabajo en Filipinas, de abril 2010.
Más de 18.000 niños, la mayoría entre 10 y 14 años, trabajan en la industria
de la minería y la explotación de canteras en Filipinas, de acuerdo con la
Oficina Nacional de Estadísticas. La tasa de abandono de la escuela primaria
continúa aumentando, desde un promedio de 5,99 por ciento en 2007-2008 a 6,28
por ciento en 2009-2010.
Las razones más citadas del abandono escolar son la pérdida de interés en la
educación y la falta de dinero en los hogares para sostener su educación. “Las
familias pobres no tienen otra opción que mandar a sus niños a trabajar para
poder sobrevivir. Los niños que conjugan el trabajo y la escuela con frecuencia
abandonan la escuela, ya que el trabajo infantil interfiere con su aprendizaje.
Y los niños que tienen un acceso deficiente a la educación con frecuencia
trabajan para satisfacer las necesidades inmediatas de la familia, y por la
ausencia de una alternativa mejor”, explicó Johnson.
Johnson y otros también señalan que la crisis económica mundial tuvo un
impacto en los esfuerzos por reducir la pobreza a nivel mundial, aumentando el
empleo vulnerable.
“La causa sigue siendo la pobreza” dijo Lourdes Trasmonte, Subsecretaria para
Normas del Trabajo y Protección Social del Departamento de Trabajo y Empleo
(DOLE), en Filipinas. “Los niños son introducidos en el trabajo porque es el
único recurso que tiene la familia.”
Con el apoyo de DOLE, a través del Programa contra el Trabajo Infantil de
Filipinas, el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil
de la OIT (IPEC) busca alejar a los niños del trabajo peligroso, ofreciéndoles a
sus padres la oportunidad de recibir un salario y mantener a otros miembros de
la familia con fuentes de ingresos alternativas.
“Si los padres tienen trabajo y acceso a los servicios sociales, los niños
pueden ser apatados del trabajo infantil” señaló Lourdes Trasmonte.
De acuerdo con el nuevo informe de la OIT sobre trabajo peligroso,
concentrarse en liberar a un niño de una situación de trabajo abusiva o proteger
a un joven trabajador de los peligros en el lugar de trabajo es una estrategia
con una visión limitada del futuro. “Si se ve el trabajo infantil en un contexto
de ciclo de vida más largo, es obvio que las estrategias para combatir el
trabajo infantil deben estar estrechamente vinculadas a los esfuerzos en ambos
extremos de la infancia: en un extremo, para ofrecer a los niños más pequeños un
buen comienzo en la vida, y en el otro para dar a los niños más grandes y a sus
padres una oportunidad de trabajo decente”, concluyó la Directora del IPEC,
Constance Thomas.