Al igual que muchos niños de América Latina, Paula Correa no tuvo una infancia fácil. Su padre, un alcohólico, abandonó la familia cuando Paula tenía siete años, y nunca regresó. Unos años después, perdió a su abuelo, el principal sostén económico de su familia.

“Mi madre tenía un empleo a tiempo completo vendiendo zapatos, así que me dejaron en casa encargada de cuidar a mi hermano y de realizar las tareas del hogar", relata Paula. “De vez en cuando, también hacía pequeños trabajos para sacar algún dinero extra”.

Pasaron los años, y Paula comprobó que sus oportunidades de adquirir una educación formal se desvanecían. Su hermano asistió a la escuela en un primer momento, pero la acabó abandonando y consiguió dos empleos para contribuir a los ingresos de la familia.

Paula soñaba con ayudar a su madre y su hermano, pero, sencillamente, no sabía cómo.

Un día, a los 15 años, caminaba por las calles de su Belo Horizonte natal, al sudeste de Brasil, cuando se encontró con un cartel en el que se ofrecían cursos de formación gratuitos de mecánica de automoción. Nunca se imaginó que contemplar aquel cartel fuera a cambiar su vida.

El anuncio pertenecía al Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial (SENAI), el mayor centro de formación profesional de América Latina, y miembro del Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional de la OIT (OIT/CINTERFOR).

El SENAI y OIT/CINTERFOR unieron sus fuerzas en Belo Horizonte y otras ciudades brasileñas para promover el empleo juvenil y ayudar a personas como Paula, que sueñan con ayudar a sus familias mientras mejoran su propia vida.

Sin embargo, Paula pronto descubrió que encontrar un curso de su agrado sólo era el principio de una ardua lucha. Tuvo que matricularse sin informar a su madre, que pretendía de ella que se quedara en casa, y recorrer tres kilómetros cada día para asistir a las clases, un recorrido que realizó en numerosas ocasiones con el estómago vacío.

“Fue mucho trabajo, y duro. Realicé cinco cursos durante un período de cinco meses, y finalmente me eligieron para convertirme en aprendiz. Fue sólo entonces cuando me di cuenta de que todo valía la pena”, comenta.

Encontrar un empleo como mecánico de automoción (una industria dominada por los hombres) tampoco resultó sencillo. “Me discriminaban por ser una mujer. Incluso perdí un novio a causa de mi profesión”, recuerda Paula, subrayando las dificultades de los estereotipos de género, uno de los muchos problemas con que se enfrentan las mujeres que trabajan.

“Un reto fundamental en cuanto al empleo es abordar la segregación laboral de los puestos de trabajo “masculinos” y “femeninos” aceptados tradicionalmente, y romper las barreras de género para abrir determinadas profesiones a los dos sexos”, señala Ernesto Abdala, un experto de la OIT en formación para el empleo juvenil en América Latina. “A menudo, las mujeres jóvenes como Paula, y especialmente en los países en desarrollo, no pueden aprovechar las oportunidades de formación y empleo debido a los obstáculos al acceso, la discriminación en la selección y los estereotipos de género", añade.

El empleo juvenil ocupa un lugar destacado en la agenda de actuaciones de la comunidad internacional, y ha generado una respuesta global mediante la Red de Empleo Juvenil de la OIT, las Naciones Unidas y el Banco Mundial, y el propio Programa de Empleo Juvenil de la OIT. Asimismo, la Oficina para la Igualdad de Género de la OIT ha puesto en marcha una campaña de un año de duración para destacar la importancia de la igualdad de género en el ámbito del trabajo.

No obstante, aún queda mucho por hacer.

“En el próximo decenio, en torno a 1.000 millones de jóvenes alcanzarán la edad de trabajar. A pesar de todos nuestros esfuerzos, los hombres y las mujeres jóvenes tienen aún de dos a tres veces más probabilidades de encontrarse en situación de desempleo que los adultos, y esta situación es particularmente acusada en el caso de las mujeres jóvenes. Programas de empleo juvenil como los puestos en práctica por la OIT y el SENAI son parte del camino correcto a seguir”, señala José Manuel Salazar-Xirinachs, Director Ejecutivo del Sector de Empleo de la OIT.

“No tengo duda de que la educación es el regalo más preciado de todos. Actúa como instrumento de transformación social. Debemos promover la educación, porque se trata de una inversión que rinde enormes beneficios”, afirma por su parte Alexandre Magno Leão dos Santos, director de la división del SENAI en Minas Gerais.

Paula puede dar fe de tales afirmaciones. Después de trabajar como mecánico para diversas empresas, regresó al SENAI, donde ejerce actualmente como instructor a tiempo completo y ha obtenido dos medallas de oro en las Olimpiadas del Conocimiento. Se ha casado y tienen un hijo de un año. “Lo único que me falta”, señala, “es una casa propia”. Pero ahora al menos cuenta con las destrezas para perseguir ese sueño.