Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
En Parrilla  
 
15/08/2007 | México en AL

Eugenio Anguiano

La reciente presencia en nues-tro país de los presidentes de Argentina y de Brasil, así como el anuncio del mandatario venezolano de que restablecería relaciones normales con México, ponen sobre la mesa de discusiones un viejo asunto que aparece en forma intermitente: ¿cuál es la posición que realmente ocupamos en América Latina?

 

Según la interpretación del diario español El País, que en mi opinión le dio mejor seguimiento a esos acontecimientos que la prensa nacional, la febril actividad diplomática de Luiz Inacio Lula da Silva en México, Centroamérica y el Caribe, y la de Hugo Chávez en Sudamérica, reflejan una competencia entre ambos por el liderazgo en Latinoamérica. Sea simplista o no tal interpretación, lo cierto es que en esa iniciativa de brasileños y venezolanos el gobierno del presidente Felipe Calderón aparece como sujeto pasivo de un juego estratégico que para algunos será mera demagogia internacional populista, pero que sin duda refleja la existencia de proyectos políticos de envergadura en las dirigencias de Brasilia y de Caracas.

Al mismo tiempo, el tamaño específico de México —población y territorio, PIB y magnitud de su comercio exterior— lo hace ocupar un lugar de primordial importancia en la región, de manera que quien aspire a construir alianzas en la misma tiene necesariamente que tomar en cuenta la participación mexicana. Ya no hay cabida para esquemas como los que, por ejemplo, manejaron algunos estrategas y políticos brasileños en los años 60 del siglo pasado o a principios del actual siglo, en los que la esfera natural de influencia de México se circunscribía a Centroamérica y parte del Caribe, sin inclusión de Sudamérica; eso explica la actitud de algunos impulsores de la antigua Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, los que trataron inútilmente de bloquear el ingreso de México a dicha organización, y también la posición de no pocos políticos sudamericanos, quienes consideran al actual Mercosur como la respuesta al proceso de integración de América del Norte, al que nuestro país se alineó.

Creo que el presidente Lula, en palabras que improvisó al concluir la lectura de su discurso en la cena de Estado que le ofreció en días pasados su homólogo mexicano, resaltó un hecho real: que tanto Brasil como México han buscado preferentemente un acercamiento con Estados Unidos y Europa, en vez de con Latinoamérica. En todo caso, esto responde a una lógica elemental, porque ese país y la parte occidental de aquel continente han sido los centros de dominación política, económica y tecnológica del mundo en los últimos más de 150 años, desde el surgimiento mismo de los estados latinoamericanos.

Más que por un sentido de pertenencia regional o de ideal bolivariano, la posición de México en América Latina ha estado determinada por factores de vecindad geográfica inmediata. La consolidación de la independencia mexicana tuvo que sobrevivir la confrontación con una potencia emergente como Estados Unidos, nuestro vecino del norte, que comenzó a construir su poderío en el Pacífico a partir de la guerra con nuestro país, al que le arrebató territorios clave para su desarrollo ulterior, así como la intervención francesa que nos impuso a Maximiliano.

Esa experiencia no la sufrieron otros países latinoamericanos, que si bien tuvieron que soportar presiones del imperialismo estadounidense, evolucionaron principalmente en función de conflictos geopolíticos intrarregionales: la guerra de Paraguay contra la triple alianza (Argentina, Brasil y Uruguay), y la de Chile contra Bolivia y Perú en el siglo XIX; o el enfrentamiento entre Bolivia y Paraguay por la posesión del Chaco boreal en 1932-1935, por citar algunos casos.

Durante la segunda mitad del siglo XX, México desplegó una activa diplomacia multilateral en América Latina y asumió posiciones de liderazgo o de defensa a principios internacionales básicos en momentos cruciales para la región que le ganaron prestigio, pero nunca hubo una intención política mexicana de buscar un liderazgo regional. Más bien, a partir del gobierno de Carlos Salinas de Gortari se ha procurado la integración económica con Estados Unidos, principal socio comercial histórico de México, y por obligación circunstancial con Canadá, lo que ha implicado una mayor coordinación política con Washington con resultados parcialmente positivos, lo que pone en evidencia la imposibilidad de una verdadera alianza con EU.

La enorme asimetría entre este país y el nuestro impide que se solucionen concertadamente problemas como el de la emigración de mexicanos a Norteamérica, o que se combata el crimen organizado compartiendo costos y beneficios. Una amplia cooperación con Latinoamérica serviría de palanca estratégica para lidiar con nuestro poderoso vecino y socio comercial del norte, por eso habría que aprovechar iniciativas de acercamiento como las comentadas.

Profesor investigador de El Colegio de México

El Universal (Mexico)

 


Otras Notas Relacionadas... ( Records 1 to 10 of 5272 )
fecha titulo
22/12/2014 México: El salpicado
28/11/2014 A acabar con la corrupción y la impunidad política en México
10/11/2014 Mexico - Tsunami de violencia y corrupción
09/11/2014 Reconstrucción de la captura y muerte de los estudiantes de Iguala
08/11/2014 Mexico - Historia de un fracaso
07/11/2014 La economía del crimen en México
03/11/2014 Mexico - El Estado secuestrado
26/10/2014 México: el grito de Iguala
20/10/2014 Violencia mexicana
20/10/2014 Mexico - Un cementerio llamado Iguala


Otras Notas del Autor
fecha
Título
17/12/2008|
19/11/2008|
19/11/2008|
30/01/2008|
25/10/2007|
11/10/2007|
11/04/2007|
11/04/2007|
16/03/2007|
07/03/2007|
11/01/2007|
11/01/2007|
21/12/2006|
21/12/2006|
11/10/2006|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House