La escalada espectacular de sus precios ha hecho que el paÃs, el segundo mayor productor del mundo de este fruto tras China, viva una especie de revuelta social y culinaria.
Una línea que no debe cruzar ningún gobierno es permitir
que se desestabilice la nevera de sus ciudadanos. El tomate es casi tan sagrado
e importante en la cocina india como lo son las vacas para la religión hindú y
ahora se ha convertido en oro rojo. La escalada espectacular de sus precios ha
hecho que el país, el segundo mayor productor del mundo de este fruto tras
China, viva una especie de revuelta social y culinaria donde unos pocos están
ganando mucho dinero y la mayoría lo está perdiendo. Se han producido
protestas, asaltos de plantaciones e incluso secuestro de camiones que
transportan un vegetal hoy más caro que la gasolina. Pero sobre todo, más allá
de los incidentes puntuales, el fenómeno apunta a dos de los mayores retos en
el horizonte indio: el cambio climático y el difícil equilibro social de un
gigante con los pies aun de barro.
Según publicaba el India Times, en los mercados de Delhi
el coste del kilo de tomate ha subido un 700% desde enero. Un alza imparable
para uno de los productos estrella de la gastronomía local. El problema es tal
que incluso las hamburgueserías de McDonald's del país —una compañía que abrió
su primer restaurante vegano del mundo en la norteña ciudad de Amritsar— ha
retirado las rodajas de tomate de todos sus productos.
¿Por qué se ha producido este aumento de precios? Los
expertos señalan varios factores, con el clima como principal responsable de
las malas cosechas. “La primera cosecha se vio afectada este año por el calor
repentino, que provocó ataques de plagas en los cultivos de tomate, reduciendo
la producción y mayores tasas de mercado. Los virus de las hojas causaron
tantos estragos en Karnataka y Maharashtra, que el Comité de Mercado de
Productos Agrícolas local recibió un 40% menos de tomates este año”, explica un
reportaje de Outlook India. “Los expertos dicen que las malas condiciones climáticas
han dañado los cultivos, alimentando la escasez en el mercado y el desajuste
entre la oferta y la demanda. El Gobierno ha dicho que los precios al alza son
un problema temporal y que bajarán en los próximos meses”, señala, por su
parte, un artículo de la BBC Mundo.
Más le vale. El año próximo hay elecciones en abril y
mayo y el estómago es uno de los mejores indicadores de voto universales. En
algunos estados ya se han tomado medidas para controlar la “inflación roja” y
han comenzado a vender tomates a precios reducidos en puntos de venta
administrados por las autoridades.
El 30 de junio, el Gobierno indio lanzó el llamado Tomato
Grand Challenge Hackathon en Delhi, una especie de think tank popular de ideas,
abierto a todos los ciudadanos, para contener los precios. “Un encuentro para
generar ideas innovadoras para mejorar la cadena de valor del tomate y
garantizar su disponibilidad a precios asequibles”, asegura la página web del
Ministerio de Consumo que lanzó la propuesta.
El Gobierno aprovechó también para anunciar que va a
ofrecer incentivos para el cultivo de cebollas y asegurar su suministro durante
los próximos meses. También aquí las fuertes lluvias de abril dañaron
importantes cultivos. Si la falta de tomates es un problema para las familias
indias, añadirle la cebolla lo convertiría en un apocalipsis culinario que casi
nadie quiere enfrentar.
Casi nadie, porque en cada crisis hay alguien que casa
provecho. En este caso, hay productores agrícolas que están ganando mucho
dinero con esta situación. “Nunca he visto que mis productos alcancen estos
precios. Hace unos meses, había agricultores que literalmente estaban tirando
tomates o dándolo como pienso al ganado”, explica Mahendra Nikam, un productor,
en un reportaje del India Times.
Esta situación ha provocado que comience a haber un
tráfico ilegal de tomates en India. El periódico India Today mostraba
recientemente imágenes de dos vehículos cargados de la hortaliza que venían
desde Nepal, pese a que la importación de verduras desde el país vecino está
prohibida. “El precio del kilo de tomates en Nepal es de 60 rupias por las 150
que tienen en India”, asegura este medio. Incluso, algunas personas han
explicado que sus familiares traían ahora como regalo desde el extranjero
tomates. En concreto, según un tuit que se ha hecho viral, 10 kilos a petición
de una madre.
Pero el tomagedón indio apunta a retos mayores en el
futuro. Según un estudio publicado este año por la Universidad de Cambridge,
“India se enfrenta actualmente a una colisión de múltiples peligros climáticos
acumulativos. Las proyecciones a largo plazo indican que las olas de calor de
la India podrían cruzar en 2050 el límite de supervivencia de un ser humano
sano que descansa a la sombra”.
Los científicos aseguran que “desde 1992, más de 24.000
personas han muerto a causa de las olas de calor en India”. Para el futuro,
según Cambridge, el escenario es mucho peor: “Las estimaciones muestran una
disminución del 15% en la capacidad de trabajo al aire libre durante el día
debido al calor extremo que habrá en 2050. Se espera que el aumento del calor
le cueste a India entre un 2,8% y un 8,7% de su Producto Interno Bruto”.
La prestigiosa revista Nature publicaba en febrero pasado
un reportaje que señalaba los cambios que se están produciendo en las
precipitaciones. “El clima del sur de Asia se está volviendo cada vez más
difícil de pronosticar a medida que los monzones se vuelven más erráticos, y el
calentamiento global aumenta los riesgos que plantean las violentas tormentas
de lluvia”, dice la investigación.
Las cifras son complicadas de aplicar y analizar en este
inmenso país. Según el propio Departamento Meteorológico de India, el 34% de la
India en esta recién iniciada temporada de monzones ha recibido poca lluvia y
un 32% del país ha sufrido, por el contrario, excesivas precipitaciones.
Para entender como esta compleja ecuación afecta a los
cultivos, Al Jazeera aplicaba en una pieza la realidad empírica del refranero
español de que nunca llueve a gusto de todos. “Las fuertes lluvias han dañado
los cultivos de arroz recién plantados en los estados del norte de Punjab,
Haryana, Himachal Pradesh y Uttar Pradesh, y es posible que muchos agricultores
tengan que volver a sembrar. Por otro lado, la escasez de lluvias ha retrasado
la siembra de arroz, maíz, algodón, soja, maní y legumbres en estados como
Maharashtra, Telangana, Andhra Pradesh, Chhattisgarh, Bihar y Bengala
Occidental”.
Pero no solo el clima es un reto para la seguridad
alimentaria India. El crecimiento constante de población, de la ya nación con
más habitantes del globo, requiere una producción enorme de energía, agua y
comida con la que sostener a sus ya casi 1.500 millones de habitantes.
Cualquier pequeña variación supone un riesgo de explosión social. La ecuación
es sencilla: más población y más desarrollo, ergo más consumidores, equivale a
la necesidad de tener más recursos. Pero estos son limitados y el gran desafío
indio es el de demostrar que se puede salir de la pobreza y desarrollarse con
los menguantes recursos existentes. Las fuertes lluvias, frecuentes sequías y
despiadadas olas de calor quiebran ese frágil ecosistema. El tomate es solo el
principio.
https://www.elconfidencial.com/mundo/2023-07-21/tomatormenta-perfecta-india-precio-tomate_3704609/