Las tropas americanas pactaron con Lucky Luciano la toma de la isla y entregaron a la Cosa Nostra alcaldÃas y un total poder que ha desangrado hasta hoy el paÃs.
“Los aliados dieron a la mafia el control de Sicilia”,
explica a El Confidencial Ezio Costanzo, escritor y periodista autor de
numerosos libros sobre el desembarco angloamericano en la isla entre los que
destaca 'Mafia & Aliados'. Los servicios secretos americanos y el
desembarco en Sicilia. De Lucky Luciano a los alcaldes "hombres de
honor". La toma de Sicilia, de la que el 9 de julio se cumplen 78 años, y
la posterior toma de Nápoles y el sur de Italia, han tenido un alto coste para
los liberados: se entregó a los colaboracionistas de la mafia y la camorra el
total poder territorial. Esa herida ha desangrado el país hasta hoy.
Todo comienza años antes con una figura clave de los
gánsteres italoamericanos, el siciliano Lucky Luciano, jefe de la Cosa Nostra.
“En 1942, las autoridades estadounidenses contactan con Luciano (encarcelado
desde 1936, pero que controla la organización desde prisión) porque saben que
en los muelles del puerto de Nueva York hay espías que dan información a los
alemanes. Los submarinos nazis hunden decenas de embarcaciones americanas con
cargamentos que van a sus aliados británicos. Cuando se abre una investigación,
descubren que los muelles del puerto están controlados por la mafia italiana y
se habla con Luciano para que se “liberen”. Todo esto está documentado”, señala
Costanzo.
Esa estrecha relación con el criminal más importante del
país se profundiza cuando estadounidenses y británicos preparan la operación
Husky, el primer gran desembarco conjunto aliado de la Segunda Guerra Mundial,
con el que se pretendía conquistar Sicilia y desde ahí conquistar toda Italia.
Los servicios de inteligencia estadounidenses entienden entonces que parte de
la “incómoda” comunidad italoamericana que controla buena parte de los negocios
sucios de su país puede tener un papel relevante. Su capo, Luciano, juega un
rol determinante a cambio de su libertad: la mafia ayudará en el desembarco y
control de la isla.
“Se piden fotos, datos, mapas, y todo tipo de información
a los italoamericanos. Luciano da el visto bueno a esta colaboración y da una
lista, que sigue siendo un misterio que se busca desde hace décadas, con
nombres de sus contactos en la isla que ayudaran a las tropas aliadas”, señala
Costanzo.
En el libro 'Nápoles 1944', del escritor y miembro de los
servicios secretos británicos Norman Lewis, que vivió más de un año en la
Nápoles recién liberada, queda constancia de este acuerdo en diversos párrafos
como este: “Vito Genovese (mafioso napolitano que huyó de EEUU a Italia en
1937) había sido el segundo de una familia de la mafia neoyorquina dirigida por
Lucky Luciano, añadió Edwards, y había ocupado la jefatura cuando encarcelaron
a Luciano. Había regresado a Italia poco antes de que estallara la guerra para
eludir la acusación de homicidio en EEUU, se había hecho amigo de Mussolini y
cuando cayó el Duce transfirió su lealtad al Gobierno Militar Aliado donde se
cree que ejerce el poder entre bastidores. Genovese controla los alcaldes de
todas las ciudades en un radio de 80 kilómetros de Nápoles (…). ¿Qué había que
hacer? Nada contestó Edwards. El CIC (contraespionaje americano) había
aprendido a no meterse en ningún asunto en que interviniera Genovese, que
intervenía en casi todos. Muchos oficiales americanos habían sido elegidos para
la campaña italiana porque eran de origen italiano”, narra el esclarecedor
libro del espía británico que no para de toparse durante su estancia en Nápoles
con camorristas que ostentan el poder con el beneplácito de los militares
aliados.
El mismo Genovese, que menciona Lewis que se movía a sus
anchas por la Italia del sur liberada, acabó regresando a EEUU y controlando en
Nueva York al clan de los Genovese, uno de los más despiadados y con mayor
poder de la mafia americana. Luciano, en 1946, fue extraditado a Italia por los
americanos por, dice el informe, “su incalculable servicio al país”. Falleció
en Nápoles en 1962 sin que nunca dejara de ejercer su profesión, mafioso, a
ambos lados del Atlántico.
Legitimar la Cosa Nostra
El gran problema fue la total cesión del poder
territorial que los aliados dieron a la mafia. El colaboracionismo de la Cosa
Nostra con el desembarco tenía, además de las llamadas de Luciano, el interés
de abatir a un enemigo común: el fascismo. Mussolini y su prefecto para
Sicilia, Cesare Mori, habían puesto contra las cuerdas a la vieja organización
delictiva con una política durísima de encarcelamientos y represión desde 1924
hasta 1929. El policía turinés, apodado como el prefecto de hierro, plantó cara
a los mafiosos a los que humillaba públicamente. Su caída en desgracia fue por
llegar muy lejos y destapar ciertas conexiones entre la organización criminal y
el partido fascista en la isla, lo que supuso su obligado retiro. El fascismo
no podía tolerar que se supiera que sus miembros no eran inmaculados patriotas,
pero el trabajo de Mori en cinco años había casi desmantelado el aura y poder
de la organización criminal.
La llegada de los soldados aliados y su necesidad de
controlar la isla tras la victoria militar le devolvió a la mafia ese poder.
“En el año 43, las autoridades americanas nombran numerosos alcaldes entre los
mafiosos sicilianos. El más destacado fue don Calogero Vizzini, al que se
nombre alcalde de Villalba. Los aliados creen que necesitan asentar su poder en
la isla para evitar revueltas”, explica Costanzo.
Esos son años convulsos en el sur de Italia, donde hay
también varios movimientos independentistas en marcha que abogan por el regreso
del reino de las Dos Sicilias y la separación del norte. Se agita el fantasma
del comunismo en ese reclamo. En el norte de Italia, aún zona ocupada por los
nazis y Mussolini, se sabe que la revuelta la encabezan los partisanos y muchos
ven ahí la amenaza de un futuro régimen comunista. Los americanos dudan e
intentan controlar el territorio mirando a otro lado ante esos movimientos
independentistas estrechamente ligados también a clanes mafiosos.
Don Calò es un claro representante de ese conflicto. En
el 43 forma parte del Movimiento Independentista Siciliano para acabar formando
parte años después de la Democracia Cristiana, un nuevo partido que gobernará
finalmente Italia durante décadas bajo el velo de una nueva democracia que
desembarcó con los aliados y que en realidad todos sabían que estaba podrida
por dentro. “Se le permitió portar armas, llevar guardaespaldas y los propios
'carabinieri' le preguntaban a él qué debían hacer. Hubo alcaldes mafiosos a
los que se les dio en un lugar donde había hambre el control del reparto del
grano. Eso era un poder inmenso”, explica Costanzo.
“¿Y cuál será el premio que se conseguirá el final? El
renacimiento de la democracia. La maravillosa perspectiva de poder elegir algún
día a sus gobernantes entre una lista de hombres poderosos cuyas corruptelas
son casi todas del dominio público y se aceptan con cansina resignación. Los
tiempos de Benito Mussolini deben de parecer un paraíso perdido comparados con
eso”, escribe un desencantado Norman Lewis ante la realidad que vive de la
supuesta democratización y liberación aliada.
Más dura y significativa aún es la carta que el capitán
norteamericano W.E. Scotten, miembro de los servicios de inteligencia, escribió
sobre la situación en la isla tras el desembarco. Una película italiana de 2016
titulada 'In guerra per amore' recoge esta historia. La comedia, de hecho, se
hizo con la ayuda de diversos historiadores y sirvió para destapar esta cruda
historia del colaboracionismo de la mafia. El 29 de octubre de 1943, Scotten
hace un informe que titula 'El problema de la mafia en Sicilia' y dice que “se
trata de un fenómeno que tendrá graves implicaciones en la situación política
actual y futura de la isla y el resto de Italia”. El capitán señala en su
informe tres opciones para afrontar este problema: una acción directa contra la
mafia, una tregua negociada o dejar a la mafia el control de la isla y las
tropas americanas fortificarse en pequeños enclaves regidos por la autoridad
militar. Los americanos optaron por la opción tercera y entregaron la isla,
como pasó con las regiones de Campania o Calabria, a los grupos delincuentes a
los que no solo se les permitió actuar, sino que se legitimó su poder con
numerosos cargos públicos. La democracia regresaba a Italia.
https://www.elconfidencial.com/mundo/europa/2021-07-08/mafia-liberacion-sicilia_3173028/