El potente temblor deja dos muertos, más de un centenar de heridos, cuantiosos daños materiales y 3,6 millones de casas sin electricidad en la costa noreste nipona.
Otra
central nuclear japonesa tiene problemas tras el potente terremoto de
anoche. En la plata de Onagawa, al noreste de Japón, se han
detectado filtraciones de agua procedentes de los reactores 1, 2 y 3. En
concreto, el agua rebosó de las piscinas donde se almacena el combustible
usado, que es altamente radiactivo. Sin embargo, los tres reactores se
encuentran apagados desde el terremoto y el tsunami de hace justo un mes, que
golpeó a la central con una ola de 13 metros.
“Hemos
detectado un pequeño aumento de los niveles de radiación dentro del edificio del
reactor y estamos intentando encontrar las fugas”, anunció un portavoz de la
empresa que gestiona dicha planta, Tohoku Electric, quien aseguró que “no
hemos visto cambios en la radiactividad fuera del complejo del reactor”.
Según la
compañía, dos de las tres líneas eléctricas que refrigeran los reactores se
averiaron con el temblor de anoche, pero ya se han empezado a enfriar las
piscinas de combustible tras el terremoto y además hay un generador de
emergencia.
El epicentro
del terremoto estuvo localizado a sólo 20 kilómetros de la central de Onagawa y
dejó dos muertos, más de 130 heridos, varios incendios y escapes, numerosos
daños materiales y una nueva ola de pánico. Ese es el balance del potente
terremoto de 7,1 grados que sacudió anoche al noreste de Japón, la misma zona
que hace hoy justo un mes fue barrida por el tsunami que desencadenó otro
temblor de magnitud 9.
Los
fallecidos son un hombre de 79 años de la prefectura de Miyagi, que al parecer
murió de un infarto, y un mujer de 63 años de Yamagata cuyo respirador
artificial falló por la falta de electricidad.
Según la
agencia Jiji, 3,6 millones de hogares se han quedado a oscuras en la costa este
nipona por ese nuevo seísmo, que ha vuelto a meter el miedo en el cuerpo a
sus sufridos habitantes. De hecho, las autoridades activaron la alerta de
tsunami ante el temor de que el terremoto pudiera desatar olas de un par de
metros, conminando a la población a buscar refugio en lugares elevados. Al cabo
de una hora y media, la alarma fue levantada.
Además, el
temblor obligó a evacuar a los trabajadores que intentan controlar
la siniestrada central de Fukushima 1, donde estaban inyectando nitrógeno
en los reactores para impedir nuevas explosiones como las que destrozaron parte
de la planta días después de que el tsunami la inundara el pasado 11 de marzo.
Según el
Servicio Geológico de Estados Unidos, que rebajó la intensidad de 7,4 a 7,1
grados, este nuevo seísmo se situó casi en el mismo lugar que el de magnitud 9
de hace un mes. Originado en el mar, en una falla a 40 kilómetros de
profundidad frente a las costas de la prefectura de Miyagi, su epicentro
distó 65 kilómetros de Sendai y 330 de Tokio. Entre medias, a 115 kilómetros,
los técnicos han vuelto a sus desesperadas labores por enfriar los reactores
nucleares de Fukushima para cortar las fugas radiactivas.
Se trata
de la réplica más fuerte desde el terremoto del 11 de marzo, salvo una de 7,9
grados que tuvo lugar ese mismo día. Desde entonces, la Tierra ha temblado un
millar de veces en el archipiélago nipón, uno de los países con mayor actividad
sísmica al alzarse sobre el Anillo de Fuego del Pacífico.
“Ha sido
muy fuerte, se ha vuelto a derramar el agua de la pecera y nos hemos quedado
sin electricidad, pero estamos bien”, explicó por teléfono a ABC Lily Noriko
desde Sendai, cuyos alrededores quedaron arrasados por el tsunami. No hay día
que los japoneses puedan dormir tranquilos. Cuando no les quita el sueño la
central nuclear de Fukushima con sus escapes radiactivos, lo hace la
Naturaleza.