Los servicios de Inteligencia de Israel calculan que unos 120 cautivos siguen en manos de las facciones palestina.
La propuesta de alto el fuego israelí presentada por Joe
Biden ya está en manos de Hamás. El portavoz de Exteriores de Qatar, Majed Al
Ansari, confirmó que había recibido esta propuesta «que refleja las posiciones
declaradas por Biden» y que se la entregó al grupo islamista, cuyo cuartel
general en el exilio está en Doha. Al Ansari matizó que están a la espera de
obtener la «aprobación concreta» por parte de los islamistas e Israel, donde
los ministros ultranacionalistas amenazan con abandonar el gobierno que lidera
Benjamín Netanyahu si acepta esta hoja de ruta presentada por Biden el viernes.
Estados Unidos envió al director de la CIA, Bill Burns, a Doha, y al asesor en
temas de Oriente Medio de presidencia, Bret McGurk, a El Cairo para intentar
dar el impulso final al proceso.
La presión interna es fuerte sobre un Netanyahu que se
debate entre su supervivencia política o un plan que permita liberar a los
rehenes que quedan en Gaza. Los servicios de Inteligencia de Israel calculan
que unos 120 cautivos siguen en manos de las facciones palestina, de los que
una tercera parte estarían muertos según sus informaciones.
Al Ansari insistió en la importancia de que el texto
transmitido a Hamás sea resultado de «una posición israelí clara que represente
a todo el gobierno (…) hemos visto declaraciones provenientes de ministros que
no nos dan mucha confianza en que haya una posición unificada en Israel sobre
esta propuesta actual sobre la mesa». La noticia positiva de la jornada para
Netanyahu fue que el partido ultraortodoxo Shas, su mayor socio en la
coalición, comunicó su «pleno apoyo» a un posible acuerdo para liberar a los
rehenes. No ocurre lo mismo con las formaciones ultranacionalistas.
Hamás se lo piensa
La confusión que rodea a la propuesta israelí ha generado
dudas en Hamás y uno de sus altos cargos declaró al canal Al Mayedeen que hasta
que Israel no aclare su posición, no enviarán una delegación a negociar. Desde
que Biden presentó el plan de tres fases para acabar con la guerra, los
islamistas lo valoraron «de forma positiva», pero ahora esperan a tenerlo en
negro sobre blanco porque piensan que el enemigo sólo persigue un alto el fuego
temporal para liberar a los cautivos y luego poder seguir con la guerra.
Sami Abu Zuhri, alto responsable del movimiento
islamista, que es considerado terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos,
se mostró molesto con la insistencia de Biden para que ellos acepten la
propuesta porque «no es Hamás quien está obstaculizando el acuerdo». En opinión
de Abu Zuhri, el enemigo «no se toma en serio la idea de llegar a un acuerdo en
Gaza y todavía está maniobrando bajo la cobertura de Estados Unidos, y la Casa
Blanca sabe que el problema está en Israel».
Hamás se mantiene firme en no aceptar un acuerdo que no
recoja el final de la guerra, la retirada total de las tropas israelíes y un
plan de ayuda para la reconstrucción de una Franja arrasada por los bombardeos
de los últimos ocho meses.
Biden y Netanyahu
En una entrevista concedida a Time, Biden culpó a Hamás
de la falta de acuerdo y dijo que el grupo «podría poner fin a esto mañana».
Con elecciones en cinco meses y una creciente crítica en el interior del país a
su apoyo militar y diplomático a Israel en Gaza, Biden presiona para intentar
que la hoja de ruta se ponga en marcha lo antes posible y las armas callen en
Gaza.
El presidente estadounidense confirmó en Time «la
disposición de Israel a seguir adelante con las condiciones que ahora se han
ofrecido a Hamás» y añadió que Estados Unidos, Egipto y Qatar, los tres
mediadores, están comprometidos con «la plena implementación de todo el
acuerdo». Este es un paso clave para ofrecer garantías a Hamás.
Biden también tuvo palabras de apoyo a Netanyahu de quien
aseguró que está «dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperar a los
rehenes». Unas declaraciones que contrastan con otra parte de la entrevista en
la que confesó que la gente tiene «todas las razones» para creer que el primer
ministro israelí está prolongando la guerra por razones políticas. La relación
personal entre ambos líderes no es buena, pero la relación entre Estados Unidos
e Israel está por encima de sus mandatarios.
El fin de la guerra permitirá abrir una investigación
sobre los errores de seguridad que abrieron las puertas al ataque de Hamás de 7
de octubre y las responsabilidades llegarán hasta el máximo puesto de poder en
Israel, el que ocupa Netanyahu.