Sin duda alguna hay que agradecerle al dúo dinámico que conforman Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín sus ganas de poner ideas para debatir y hacer de los grandes temas asuntos verdaderamente públicos. No contentos con su recorrido por Ciudad Gótica, el dúo cruzó la frontera y publicó, el día de hoy, un artículo en el Washington Post donde señalan que la posible legalización de la mariguana en California pudiera ser el principio del fin del combate que libra nuestro país contra el crimen organizado.
Las reflexiones de Jorge y Héctor no sólo están hechas desde la buena fe, sino también desde un genuino interés por nuestra nación que, en efecto, en materia de crimen organizado, atraviesa momentos que no habíamos imaginado posibles ni siquiera a principios de año. Peor aún, el caso de Tamaulipas no deja de sorprendernos cada mes. Quisiera que fuera cierta la hipótesis de Castañeda y Aguilar Camín que, una vez que el 2 de noviembre los californianos decidan que la mota sea legal en su estado, se caerá una buena parte del negocio de los cárteles que operan en territorio mexicano. El poder de Nacho Coronel, por ejemplo, provenía de controlar el mercado de las anfetaminas, además de coca y otras sustancias, no de vender mota. Como bien puntualizó Jorge Fernández en su columna (Excélsior, 03/09/10) en respuesta a comentarios de Castañeda, las bandas no dejarían de pelear entre ellas si la autoridad deja de perseguirlas.
Independientemente de la legalización de la mariguana (que me parece será inevitable más temprano que tarde), no creo que esa sea una causa para disminuir la violencia. A los norteamericanos les va a convenir no perseguir a los mariguaneros porque, al final, tendrían que catear todas las casas de ese país para encontrar cultivos privados (algunos de ellos verdaderos laboratorios).
Ambos escritores utilizan sondeos para demostrar que la población no considera que se vaya ganando el combate a los criminales. No hay por qué dudar de los trabajos citados, pero hay asuntos que no pueden estar sometidos a encuestas ni al agrado de los demás. “Las encuestas reinan, pero no gobiernan”, decía con certeza un político francés.
Estamos ante una situación que todos queremos arreglar pero que no tenemos claridad sobre el cómo. Ciertamente no podemos ni debemos hacernos a un lado. Debatir es parte de lo que podemos hacer. Buscar, analizar otros casos y otras ideas es parte de lo que todos debemos aportar. Claro que se oye de todo. Hay quienes han dicho que se debe ver una serie de televisión llamada The Wire, porque es muy buena. Ojalá que cuando se enferme alguien de cáncer, no le digan que se puede curar si ve Dr. House.
Los autores señalan al final del texto que ojalá, en ambos países, actuemos antes de arrepentirnos por nuestra corta visión. Tienen razón. El texto de Héctor y Jorge no tiene desperdicio —incluso si no se está de acuerdo con ellos— y es un buen motor para despertar el debate del tema allá y para que aquí nos acerquen más las discusiones y los diálogos sobre los temas centrales que las animadversiones personales por cuestiones de ego.
