La batalla da cohesión, genera unidad, y eso lo han sentido ya los opositores en el Senado. Tienen con qué guerrear y tienen apoyo.
Así como la película se llamó Un día de furia, el
miércoles pudo llamarse ‘Un día de oposición’. En efecto, para todos los que
estamos duro y dale con que la oposición no existe, que la oposición es una
mierda, que está aplastada por el Presidente, que está hundida en la
corrupción, que no atina a balbucear nada, por segunda vez en el año nos calla
la boca. Primero con la reforma eléctrica y ahora con el plan de militarización
del presidente López Obrador y propuesto por el líder del PRI. Bien por esos callones.
No debió ser sencillo para los senadores del PAN, PRI,
PRD y MC resistir las amenazas, ofrecimientos y presiones que el gobierno
desplegó de manera descarada en estos días. La batalla da cohesión, genera
unidad, y eso lo han sentido ya los opositores en el Senado. Tienen con qué
guerrear, y tienen apoyo: la gente que les ha estado reclamando acciones ha
sabido también aplaudirles y reconocerles el valor de enfrentar una maquinaria
autoritaria, despótica y amenazante que es en lo que se ha convertido el gobierno
en estos días.
Deben ser días felices en la oposición. Resistieron y
triunfaron. El gobierno y sus esquiroles tuvieron que retroceder, lo cual ha de
haber puesto al Presidente de un pésimo humor. La oposición debe aprovechar
este momento en que está unida y cohesionada, en que tiene fuerza y
reconocimiento para hacer planes, elaborar un discurso inmediato de fortaleza y
ánimo hacia la ciudadanía, tirar a la basura la falsedad de los
sociedadcivilistas e invitar a la ciudadanía a hacer de los partidos instrumentos
de política activa con miras a las elecciones que vienen. No pueden
desperdiciar esta oportunidad de ánimo y reconocimiento.
Por otro lado, estos deben ser días de preocupación para
los operadores de López Obrador. También para ellos es la segunda vez en el año
que se quedan sin nada que entregarle de resultados al jefe. Para que no les
pasara los mismo, apretaron las tuercas sobre el señor Alito, a quien acusaron
de ser corrupto para finalmente corromperlo y quedarse con su apoyo. El líder priista
obedeció, se inmoló ante el poder presidencial y ofreció a su bancada y a su
partido. Si era posible más descrédito, el señor Alito lo consiguió y siguió el
camino de la decadencia que, como bien se sabe, no tiene límite. Todo se veía
como un asunto entre los priistas, un pleito entre ellos y quién correría la
suerte del líder, quién no resistiría la oferta o la amenaza, o las dos juntas.
La sorpresa vino del PAN. De pronto apareció Mario Delgado con la cabeza en
charola de un panista. Un verdadero don nadie. Sin mayor historia que la de
aceptar moches y participar en fiestas con prostitutas. Así llegó a ser senador
y, ya motivado con eso de la prostitución, pues vendió su amor, como dice la
canción. En los panistas que se han pasado a Morena el ejercicio es el mismo
que hizo el yucateco Paz, solamente ha variado el precio y las aficiones
personales.
Se armó la hecatombe con la adquisición del panista
¿Quién seguiría? ¿Resistirían todos? Y sí, resistieron.
Quedan unos cuantos días para entrar de nuevo en la
discusión del plan de militarización del PRIMor. Serán días efervescentes para
la política nacional, días de discusión pública y deliberación legislativa.
Como debe ser en una democracia. Por lo pronto, hay que felicitar a la
oposición y felicitarse por tenerla.