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14/12/2009 | El dinámico islamismo indonesio

Carlos Echeverría Jesús

Con sus ya 240 millones de habitantes Indonesia es el país musulmán más poblado - de dicha población 207 millones son musulmanes, 36 millones más que el segundo país musulmán más poblado, Pakistán - y la tarjeta de presentación más visible del emergente Islam asiático.

 

En este contexto de amplia población y de fuerte crecimiento demográfico el islamismo radical estaba obligado, siendo coherente con su gran motivación, a proyectarse lo más posible en dicho escenario. A dicho islamismo radical le atrae además el hecho de que Indonesia es país turístico y la tercera democracia del mundo en población, tras la India y los EEUU, motivos más que suficientes ambos para ocuparse de él. A ello se le añade el que haya sido uno de los pilares del despertar económico del Sureste Asiático o que tenga como sus principales socios comerciales a Singapur y a Japón. Además, el hecho de que incluso un rincón del país como es la banda de Aceh, en la que hace algunos años la Unión Europea (UE) llevó adelante su misión pionera en Asia dentro de la Política Europea de Seguridad y de Defensa (PESD), esté sufriendo el crecimiento de esta lacra ideológica con consecuencias inmediatas en la vida cotidiana de sus habitantes, nos invita a prestar atención a la evolución del islamismo radical en un país que, por otro lado, ha venido sufriendo importantes zarpazos del terrorismo ejecutado bajo su estandarte. La entrada en vigor del nuevo Código Penal Islámico este mes de noviembre constituye un paso más en el avance hacia la islamización del Estado y de su sociedad en términos de un rigorismo que chocará más pronto que tarde con la tradicional apertura de este atractivo país, destino de muchos turistas descrito durante muchos años como el "Islam sonriente".

Violencia yihadista sostenida en los últimos años

Que Indonesia es un terreno abonado para el radicalismo islamista lo atestigua el hecho de que sea cuna y principal país de despliegue del grupo terrorista Yemaa Islamiyya, una especie de red transfronteriza con proyección en diversos países vecinos - de hecho está presente con mayor o menor intensidad en todos los rincones del Sudeste Asiático - y que preconiza el Yihad guerrero contra sus enemigos, musulmanes y no musulmanes. Se considera a dicho grupo autor del sangriento atentado de Bali - en el otoño de 2002 - y de otras muchas y muy luctuosas acciones terroristas hasta llegar a los ataques del pasado 17 de julio en Yakarta que provocaron siete muertos.[1] El ideólogo y líder espiritual de Yemaa Islamiyya, Abu Bakar Bashir, de 71 años de edad, vive plácidamente en el Pesantren o internado de yihadistas de Ngruki, que él ayudó a fundar y que está localizado en una aldea del interior de la isla de Java, donde concede entrevistas a los medios de comunicación en las que niega cualquier relación con la violencia. Aunque ha sido juzgado nada ha podido ser demostrado sobre su implicación con los atentados de la presente década y tan sólo ha cumplido cuatro años de prisión por delitos menores saliendo de ella en 2006. No obstante, del internado de Ngruki salió lo más granado del terrorismo de Yemaa Islamiyya y aún hoy reune a buen número de yihadistas que tienen la oportunidad de tener junto a ellos a la emblemática figura de Bashir, un hombre que se radicalizó durante sus años de residencia en Malaisia donde se instaló huyendo del acoso de la dictadura del General Suharto.[2] Aunque desde su salida de prisión en 2006 Bashir parece haberse dedicado sólo a la predicación, lo cierto es que su mensaje iconoclasta que considera cualquier gobierno en la Tierra como un insulto a Dios alimenta el radicalismo de quienes sí ponen bombas en su lucha contra el régimen político de su país y de otros. Se permite además pronunciar frases lapidarias como "el Islam y la democracia no pueden coexistir" que los posibilistas que lamentablemente consideran a Bashir como un individuo pacífico no parecen comprender en su verdadero contenido.

 

El terrorismo yihadista salafista ha golpeado duramente al país en los últimos años y por ello sorprende la permisividad hacia individuos como Bashir y hacia sus seguidores. Tras los atentados de Bali en 2002, que provocaron 202 muertos siendo buena parte de ellos turistas australianos,[3] se produjo el ataque contra el Hotel J. W. Marriot de Yakarta, en agosto de 2003, el realizado contra la Embajada de Australia en 2004 y, un año después, en 2005, un triple atentado suicida en Bali que provocaba 26 muertos, algunos de ellos turistas extranjeros. Dicho ataque triple fue realizado por Salik Firdaus, un cabecilla de Yamaa Islamiyya, quien reclutó para dicha acción a otros dos suicidas en una típica operación "ad hoc" de carácter suicida. Finalmente, el pasado 17 de julio, fueron atacados, también por suicidas, los hoteles J. W. Marriot y Ritz-Carlton en Yakarta, cuando el hecho de que hubieran pasado casi cuatro años desde los últimos ataques había llevado a algunos a considerar que el terrorismo en Indonesia era ya parte del pasado.[4] Detalle importante de estos últimos atentados fue que los dos suicidas que en ellos actuaron - Dani Dwi Permana, de 18 años de edad, y Nana Supriyatna, de 28 - entraron en los hoteles como clientes y montaron las bombas en sus respectivas habitaciones: una nueva modalidad, imaginativa y más segura para los terroristas, de realización de atentados suicidas contra establecimientos hoteleros. El pasado 9 de octubre dos hermanos considerados por las fuerzas de seguridad indonesias participantes en los atentados del 17 de julio en Yakarta, morían en un enfrentamiento con estas. Syaifudin Zuhri Bin Jaelani y su hermano Mohammed Syahrir morían durante una operación contra su escondite situado en la misma capital y estaban considerados como miembros de la Yamaa Islamiyya conectados directamente a su líder, el también fallecido Noordin Mohamed Top.[5] Este último, de origen malayo, era el terrorista más buscado por las fuerzas de seguridad indonesias como líder de la facción de Yemaa Islamiyya partidaria de la ejecución de atentados suicidas, y moría el 17 de septiembre tras nueve horas de un sangriento asedio a su escondite en la región central de la isla de Java: de hecho, su fallecimiento hubo de ser confirmado a través de pruebas de ADN.[6] Su liderazgo ha permitido la creación de un grupo de terroristas que se supone no es muy numeroso - aunque la cifra estimada de entre 20 y 50 miembros que se le asignan es una cantidad más que respetable - pero sus componentes tienen bien asentada la idea del martirio y de hecho consideran que sus acciones deben de ser siempre "istishhad" (convertirse en mártir o "shahid") y no meros actos de suicidio.

Era además muy paradójico que precisamente en el momento en que los partidos de carácter religioso habían sufrido un varapalo en las últimas elecciones fuera el momento en el que mayor visibilidad - y contundencia - adquirían los islamistas, tanto a través de estos atentados como en el seno de la sociedad a través de una creciente influencia que se refleja en términos de legislación.[7] Visibilidad también en las calles donde, a título de ejemplo, miembros de los denominados defensores del Islam del Frente Pembela (Front Pembela Islam, en sus siglas FPI en inglés), amenazaban en Yakarta a fines del pasado verano, antes y después del Ramadán, a los dueños de bares y prostíbulos amenazándoles de muerte si no ponían fin a sus pecaminosas actividades.

El Presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, también conocido por sus iniciales SBY y que trajo al país la estabilidad tras algunos años erráticos que siguieron a la caída del dictador Suharto, en 1998 tras 32 años en el poder, acaba de presentarse a su primera y última reelección el pasado 8 de julio. De los seis candidatos que se presentaban sólo otros dos contaban además de SBY, aunque sin representar amenaza alguna para el Presidente que al final superó holgadamente el 50% de los votos emitidos alcanzando el 60,8%: por un lado Megawati Sukarnoputri, ex Presidenta e hija del fundador del país, líder nacionalista del Partido Democrático de Indonesia para la Lucha (PDI-L), y por otro el entonces Vice-Presidente, Yusuf Kalla, conservador. La primera obtenía según la Comisión Electoral el 26,7% y el segundo el 12,4%.[8]

Entre los principales desafíos que tiene por delante está el de superar viejas lacras, en particular los durísimos efectos de la crisis financiera de 1997 que se han agravado con la crisis actual desatada en el otoño de 2008. Habiendo sido considerada como la primera economía del sureste asiático, Indonesia arrastra ahora temores en ámbitos como el comercio exterior - el 25% de su PIB hasta los 118.000 millones de dólares anuales vienen de sus exportaciones -, la inversión extranjera y el flujo de capitales. Habiendo llegado a crecer a un 17% anual en los años de bonanza, en 2008 lo hizo al 6% y es probable que al finalizar 2009 lo haga a tan sólo el 4%.[9] Ha vivido los efectos de las caídas de las economías de sus principales socios, Japón y Singapur, y algunos apuntan a que pueda ser el país que más acuse la crisis actual. En cualquier caso, el nuevo Presidente tendrá también que luchar con más eficacia contra la corrupción, algo en lo que no tuvo éxito en sus cinco años de mandato anterior, mejorar los servicios públicos con especial atención a la educación, la salud y la energía en un país con un altísimo crecimiento demográfico, frenar el islamismo en el país musulmán más poblado del mundo y combatir separatismos como el de Papúa. 

Mientras este terrorismo hacía visible al país desde el exterior el proceso político y social ha venido siendo testigo de una islamización menos visible durante años pero chocante hoy cuando algunos de sus efectos más conocidos son ya una realidad. En un Estado formado por 17.500 islas diseminadas en casi 5.000 kilómetros de Océano - en el que por ejemplo el recuento de los votos en las elecciones del pasado mes de abril tardó semanas precisamente por dicho motivo - era visto como algo normal el que avanzara por la senda de la descentralización del poder. El problema es que dicho proceso natural ha permitido que una cincuentena de Gobiernos regionales puedan permitirse hoy contar con normativas basadas en la Sharía escapando con ello a lo que ha sido una tradición de moderación y de modernidad en las décadas posteriores a la independencia. De hecho, e independientemente de que el país haya sufrido un largo período de dictadura, la del General Suharto hasta hace ahora una década, este cuenta con una Constitución que garantiza por ejemplo la libertad religiosa. La independencia de esta antigua colonia holandesa tras la Segunda Guerra Mundial llevó a su primer Presidente, Sukarno, hijo él de madre hindú balinesa y de padre musulmán, a reflejar en la Carta Magna la rica variedad étnica y religiosa del país aunque este ya entonces fuera de clara mayoría musulmana. Años después, en 1966, cuando el nuevo Presidente, Suharto, asumió el poder con el telón de fondo de una fuerte ofensiva contra los comunistas en la que murieron medio millón de personas, este gobernó el país con mano férrea evitando los enfrentamientos. Cuando en 1998 fue obligado a dimitir el movimiento estudiantil que canalizó las movilizaciones lo hizo en buena medida bajo el estandarte del Islam. Desde entonces el pulso entre un Islam más permisivo y partidario del statu quo y uno más rigorista que pretende la islamización profunda del país borrando sus impurezas y ubicándolo en un bloque islamista universalista no se ha parado y en tal pugna los yihadistas salafistas tratan de imponer sus tesis.

En este contexto muchos se sorprenden de que el régimen del moderado ex General Susilo Bambang Yudhoyono, actual Presidente de la República que renovaba su mandato en julio y al que se le ha cuestionado por su pobre religiosidad desde la oposición, haya aceptado esta realidad sin intervenir para frenar sus efectos más perversos. Lo cierto es que en un país tan extenso, tan discontínuo y de tanto contraste el pragmatismo se impone, y en muchas ocasiones la convivencia política con los partidos islamistas se hace obligada para que, a través de concesiones a estos en términos de costumbres, puedan perpetuarse corruptelas de todo tipo.

El problema es que Bambang Yudhoyono empieza a ser, como muchos otros líderes de países musulmanes, rehén de partidos islamistas que le garantizan la permanencia en el poder pero que a cambio logran imponer sus exigencias en términos de islamización de la vida política y social.[10] Desde 1998 los islamistas se han hecho con el poder en algunas provincias imponiendo en ellas normas inspiradas en la Sharía y reflejadas en la vestimenta femenina o en la prohibición del alcohol y en algunos sitios incluso de la práctica del Yoga. Por otro lado, y como ocurre en otros rincones del mundo islámico como Marruecos, la religiosidad se ha disparado y en ese contexto los islamistas radicales tratan - y en parte lo consiguen - de asentarse conduciendo el discurso hacia sus tesis.

Junto al doble problema planteado por el radicalismo islamista en términos tanto de terrorismo como de posibles desafíos a los modos de convivencia el recién renovado mandato obligará al Presidente indonesio a tratar también de superar viejas lacras, en particular los durísimos efectos de la crisis financiera de 1997 que se han agravado con la crisis más reciente desatada en el otoño de 2008. Habiendo sido considerada como la primera economía del sureste asiático, Indonesia arrastra ahora temores en ámbitos como el comercio exterior - el 25% de su PIB hasta los 118.000 millones de dólares anuales vienen de sus exportaciones -, la inversión extranjera y el flujo de capitales. Habiendo llegado a crecer a un 17% anual en los años de bonanza, en 2008 lo hizo al 6% y es probable que al finalizar 2009 lo haga a tan sólo el 4%. Ha vivido los efectos de las caídas de las economías de sus principales socios, Japón y Singapur, y algunos apuntan a que pueda ser el país que más acuse la crisis actual. En cualquier caso, el nuevo Presidente tendrá también que luchar con más eficacia contra la corrupción, algo en lo que no tuvo éxito en sus cinco años de mandato anterior, mejorar los servicios públicos con especial atención a la educación, la salud y la energía en un país con un altísimo crecimiento demográfico, y, por ende, combatir separatismos como el de Papúa.[11]

Independientemente de los desarrollos políticos y económicos del país las células terroristas ligadas a Yamaa Islamiyya y a sus grupos satélites seguirán tratando de reclutar candidatos al martirio siguiendo la estela de líderes como Noordin Mohamed Top y lo harán en colegios e institutos, en círculos de amigos y en los pequeños grupos de discusión de carácter religioso formados por entre 6 y 10 personas y que son habituales en el país, como han hecho en la última década. El uso de tecnologías como los CDs, los DVDs, los mensajes SMS codificados y los correos electrónicos y los sitios Web protegidos seguirán siendo las herramientas más usadas, como hasta ahora, y el ascenso del islamismo en la sociedad no hará sino facilitar las cosas abonando el terreno a más radicalización.

El laboratorio de Aceh: la banda de los contrastes

La entrada en vigor del nuevo código penal islámico en noviembre abre las puertas a la siniestra figura de la Policía de Vigilancia de la Sharía (Wilayatul Hisbah), habitual en países dominados por regímenes rigoristas islámicos de diverso pelaje - suníes como Arabia Saudí, shiíes como la República Islámica de Irán o neutros en lo caótico como el Estado fallido somalí -, y permitirá al menos en principio que horribles prácticas como la lapidación puedan pasar a ser una realidad. Dicha tendencia tendrá sin duda resistencias en un país que apuesta fuerte por el turismo extranjero pero que también tiene a la mitad de su población femenina formando parte del mercado de trabajo pero ya es muy preocupante que en términos legales tales figuras se hayan hecho un hueco en el ámbito normativo. Hace mil años que el Islam se estableció en este enorme archipiélago y hoy el 86% de sus 240 millones de habitantes son musulmanes, la inmensa mayoría de ellos suníes, universo atractivo para que islamistas más o menos radicalizados se vean obligados a imponer su visión.

En el caso de que la banda de Aceh, donde como recordábamos anteriormente la UE presume de haber jugado un papel clave en términos de apoyo a la estabilización y a la normalización política y social, encontramos paradójicamente el mayor radicalismo en la aplicación de dicha legislación islámica. La UE se implicó con fuerza en el proceso de normalización de Aceh, donde el tsunami de diciembre de 2004 diezmó de tal manera a la población que permitió atacar, con éxito al menos en su fase de salida del conflicto, el problema político que aquejaba a la región. Por otro lado, siendo ya como era desde años atrás la región más religiosa de todo el país a nadie le había sorprendido que fuera la primera en implantar la Sharía, en 1999, aunque hasta tiempos recientes esta no ha sido visible en sus componentes más escabrosos. Hoy, la banda de Aceh es la pionera en implantar la Patrulla de Vigilancia de la Sharía, formada mayoritariamente por hombres aunque también dispone de mujeres siendo estas muy activas, que patrulla el territorio día y noche y que sanciona a los incumplidores con castigos corporales.

Por supuesto se espera que el hecho de incluir en la nueva legislación la lapidación de los adúlteros - e incluso se ha estudiado ya la posibilidad de instaurar la amputación quirúrgica de las manos a los ladrones - no se refleje en una pronta aplicación de sentencias en ese sentido, y menos con una cobertura mediática que a buen seguro mancillaría la imagen de un país que entre las principales fuentes de ingresos tiene las del turismo. Pero aquí hay que señalar dos cosas: por un lado, que el Gobernador de esta región no tiene capacidad para vetar la ejecución de una lapidación si esta es dictada por un tribunal islámico; y, por otro lado, que no por ser desagradable a nuestros ojos y a los de muchos musulmanes dicha práctica no va a verse aplicada si así lo deciden quienes tienen ya poder para ello.

Por de pronto la Sharía, que ya había empezado a ser aplicada en algunos de sus ámbitos allá por el año 2001 en la banda de Aceh - momento en el que el Gobierno central concedió a Aceh el estatuto de Región Autónoma Especial - es impuesta desde 2005 por la susodicha Patrulla de Vigilancia de la misma. En términos de endurecimiento de la legislación ha sido en el presente año cuando las herramientas legales han sido aportadas siendo aprobadas por el Parlamento de Aceh en enero por el voto favorable de seis de los siete partidos políticos representados en el mismo: el séptimo, el del Presidente Yudhoyono, no votó en contra sino que se abstuvo para no enfrentarse con los influyentes islamistas.[12] Tenemos pues en una Indonesia golpeada en la presente década por el terrorismo yihadista salafista un laboratorio de aplicación de normas islámicas que tenderán a hacerse más duras en la medida en que la islamización entendida como herramienta político-religiosa es la solución propuesta para atacar dichos problemas.

Carlos Echeverría Jesús (Madrid, 26 de marzo de 1963) es Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y responsable de la Sección Observatorio del Islam de la revista mensual War Heat Internacional. Ha trabajado en diversas organizaciones internacionales (UEO, UE y OTAN) y entre 2003 y 2004 fue Coordinador en España del Proyecto "Undestanding Terrorism" financiado por el Departamento de Defensa de los EEUU a través del Institute for Defense Analysis (IDA). Como Analista del Grupo asume la dirección del área de Terrorismo Yihadista Salafista.

Notas [1]Véase FINKEL, Michael: "Indonesia. Desafiando al fanatismo" National Geographic (España) noviembre 2009, pp. 48-69.

[2]Ibidem p. 55.

[3]En noviembre de 2008 era ejecutado Alí Ghufron (alias Mukhlas), uno de los organizadores de dichos atentados detenido en diciembre de 2002 y verdadero guía-inspirador de Noordin Mohamed Top. Ghufron fue maestro de este último en la década de los noventa en el internado de yihadistas de Pesantren Lukmanul Hakim, en Johor Bahru, en Malaisia.

[4]En 2008 las fuerzas de seguridad habían conseguido abortar un intento de atentado contra un café frecuentado por turistas occidentales en la localidad de Bukittinggi, en Sumatra Occidental. Véase International Crisis Group (ICG): "Indonesia: Radicalisation of the ?Palembang Group?" ICG 20 mayo 2009, en <www.icg.org>.

[5]Jaelani, quien se había educado en Yemen, estaba acusado de ser el reclutador de los dos suicidas que atacaron el J. W Marriot y el Ritz-Carlton. Véase "Recent Highlights in Terrorist Activity" Combating Terrorism Center at West Point CTC Sentinel Vol. 2, nº 11, noviembre 2009, p. 25, en <www.ctc.usma.edu/sentinel/>.

[6]A Top se le consideraba involucrado en atentados como el de agosto de 2003 contra el Hotel J. W Marriot de Yakarta y, posiblemente, también en el renovado ataque contra dicho establecimiento y contra el [Ritz-Carlton de julio pasado. Véanse "Recent Highlights in Terrorist Activity" CTC Sentinel Vol. 2, nº 10, octubre 2009, p. 22, y HUDA ISMAIL, Noor: "The July 17 Jakarta Suicide Attacks and the Death of Noordin Top" CTC Sentinel Vol. 2, nº 9, septiembre 2009, pp. 20-22.

[7]En las últimas elecciones los partidos islamistas obtuvieron menos del 23% de los votos, perdiendo posiciones ya que en los comicios anteriores habían obtenido el 38%.

[8]"Présidentielle en Indonésie. Ecrasante victoire pour le président Yudhoyono" El Moudjahid (Argelia) 24-25 julio 2009, p. 7.

[9]CANO, Fernando: "Indonesia se tambalea" El País (Economía) 30 noviembre 2008, p. 37.

[10]INISHI, Norimitsu: "Indonesia. Adopción de un islam más estricto" El País-The New York Times 12 noviembre 2009, p. 3.

[11]"Sureste Asiático. Indonesia consolida su democracia" Informe Semanal de Política Exterior (ISPE) nº 658, 20 julio 2009, p. 7.

[12]Ibidem.

Grupo de Estudios Estratégicos (España)

 


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