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25/10/2008 | Un laborista y un 'tory' en el yate del hombre más rico de Rusia

Eduardo Suárez

Dos prominentes políticos del Reino Unido se reunieron en Grecia con el magnate del aluminio Oleg Deripaska.

 

Un yate descomunal ha atracado desde hace unos días en el corazón de la política británica: el del magnate del aluminio Oleg Deripaska. Un hombre en torno al cual pivota una red de favores e influencias que amenaza con llevarse por delante a dos de los políticos más prominentes del país: el laborista Peter Mandelson y el conservador George Osborne.

Uno y otro estuvieron en agosto en cubierta del Queen K, el imponente barco del ruso, atracado en el exclusivo puerto griego de Corfú. Amigo de Vladimir Putin y familia política de Boris Yeltsin, Deripaska es el hombre más rico de Rusia. Uno de tantos oligarcas nacidos al calor de las privatizaciones post-soviéticas. Una amistad poco saludable de la que los británicos no habrían sabido nada de no ser por el retorno a la política doméstica de Peter Mandelson. El primer ministro Gordon Brown repescó a su viejo enemigo a principios de octubre, antes de que se agotara su mandato como comisario de Comercio en la UE. Un golpe de efecto que le reportó a Brown réditos mediáticos y cogió a los tories con el pie cambiado.

Tal vez por ello, el responsable económico conservador, George Osborne, decidió disparar una salva de bienvenida y filtró a la prensa que se había encontrado en agosto a Mandelson y que éste había «arrojado veneno» sobre Brown. Sibilino y correoso, el ministro respondió que él también podía contar las cosas que Osborne había dicho sobre su jefe, el conservador David Cameron.

Una advertencia que no arredró a Osborne, que puso entonces sobre la mesa el nombre de Deripaska y reveló que el departamento de Mandelson en Bruselas había tomado decisiones muy ventajosas para el magnate y para Nat Rothschild, su hombre de confianza en el Reino Unido. La venganza no se hizo esperar. Rothschild -amigo de infancia de Osborne- remitió una carta al diario The Times diciendo que éste le había pedido al ruso una donación de unos 62.500 euros al cambio actual.

Posición embarazosa

Un episodio del que no existe testimonio alguno, pero que ha puesto al responsable económico conservador en una posición muy embarazosa. Y no porque haya cometido ningún delito -las donaciones foráneas en el Reino Unido son ilegales, pero ésta no llegó a producirse-, sino porque despierta los fantasmas de los sobornos y la corrupción que destruyeron la imagen pública de los tories en los años 90.

Por el momento, no parece que el escándalo vaya a costarle la cabeza a Osborne. Sus colegas le critican a media voz, pero David Cameron lo defiende en público. Alguien le preguntó ayer al líder conservador si destituiría a Osborne en caso de demostrarse que había mentido. «Si mi madre tuviera ruedas sería una bicicleta», contestó Cameron.

Mientras, crece también la presión en torno a Mandelson, cuyos manejos con Deripaska fueron la chispa de la crisis. Varios diputados han pedido una investigación a fondo de su etapa en la Unión Europea. Podría batir un récord: sería su tercera dimisión.

El Mundo (España)

 



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