A tres décadas del golpe del general Videla, en aspectos importantes parece que escasea la reflexión en mi tierra natal. Por ejemplo, en el camelo político conforme al cual no hubo más violencia ilegítima que la de los militares, lo que ignora los miles de crímenes perpetrados por los Montoneros y otras bandas terroristas, que de hecho fueron la causa principal del golpe.
El aprendizaje tampoco destaca en economía, donde predomina la ficción de que cuanto más se contravengan los criterios liberales, más velozmente se alcanza el paraíso económico y social. El reciente crecimiento de la economía tiene un componente artificial: el sostenimiento del tipo de cambio requiere una expansión monetaria que se traduce en inflación.
El Gobierno echa la culpa a cualquiera menos a su propia política, y ahora se le ha ocurrido prohibir durante seis meses las exportaciones de carne. Se lució el presidente Kirchner con esta increíble declaración: «No nos interesa exportar a costa del hambre y el bolsillo de los argentinos...Está bien que exporten, está bien que ganen, pero primero vendan a los argentinos a precios que puedan comprar».
Como señala Roberto Cachanosky (
www.economiaparatodos.com.ar ), si los argentinos no pueden comprar carne a precios internacionales «es porque Duhalde destrozó los salarios con la devaluación y el actual presidente continuó con esa política de mantener salarios en dólares acorde a los países pobres». El tipo de cambio, así, está pensado no para exportar sino para sustituir importaciones y beneficiar al ineficiente empresariado local.
Esta medida no resolverá el problema, porque la oferta menor a medio plazo presionará los costes al alza, e incrementará el riesgo institucional del país merced a la inseguridad jurídica, con lo que las inversiones no aumentarán, lo que será aún más grave en un contexto eventual de moderación del alza en los precios del petróleo y la soja. Hablando de inseguridad jurídica, el hostigamiento a Aguas de Barcelona prueba que no sólo en Bolivia cuecen habas progresistas.
Kirchner dice que admira a los políticos chilenos, pero también hace guiños a Hugo Chávez y Fidel Castro. Con amargura, Gustavo Lazzari, de la Fundación Atlas (
www.atlas.org.ar ), comparó el último disparate vacuno kirchneriano con la «Ley Seca Ganadera» que rige en Cuba, y evocó esta perla de la legislación penal de la dictadura comunista: «El que, sin autorización del órgano estatal específicamente facultado para ello, sacrifique ganado mayor, es sancionado con privación de libertad de cuatro a diez años». Cuatro a diez años. Lógicamente, en 1959 había una vaca por cada cubano, y hoy hay una por cada tres.