Henri Guaino, consejero especial de Nicolas Sarkozy, resumió el estado de crisis moral de Francia, con motivo de la segunda jornada de manifestaciones nacionales de protesta: «Los manifestantes expresan, a su manera, una angustia colectiva, profunda».    

Por su parte, Christian Loiseau, director departamental de la seguridad pública, denunció la emergencia de una criminalidad suburbana de nuevo cuño: «Estábamos habituados a las encerronas, a pedradas.

Desde hace meses, los sindicatos de policía constatan la aparición de bandas armadas con pistolas y fusiles. Atacar a las fuerzas del orden con armas de fuego es una novedad inquietante». En Etampes, en Mureaux, en Grigny, en la periferia parisina, las unidades policiales han sido víctimas de encerronas que culminaron con tiroteos y heridos. Se trata de una escalada «selectiva»: bandas étnicas que intentan imponer su ley de la selva pertrechadas con armas de fuego.    

Según el Ministerio del Interior, los servicios de seguridad tienen informaciones precisas de unas 220 bandas relativamente organizadas en toda Francia. Pero el 79 por ciento se encuentra en la periferia parisina, donde han aumentado los territorios donde las fuerzas del orden se mueven con dificultad.    

El tráfico de armas y drogas es un comercio floreciente. Pero hay muchas otras formas de violencia suburbana. Han aumentado los delitos racistas y se han multiplicado las profanaciones de cementerios donde hay tumbas judías o musulmanas.  

  La violencia suburbana se aproxima a los centros neurálgicos de las grandes urbes. En París, la estación de metro y ferrocarril con más tráfico de Europa, la Gare du Nord, se ha convertido en una encrucijada de violencia. Militares y fuerzas antidisturbios montan guardia a todas horas. En vano, con frecuencia. Los choques entre bandas rivales se suceden sistemáticamente.       A la Gare du Nord, a diez minutos de metro de la catedral de Notre Dame, afluyen a diario decenas de millares de jóvenes franceses de origen africano, magrebí, antillano, no siempre integrados con facilidad, con frecuencia miembros de familias desintegradas.   En esta estación se cruzan de manera conflictiva bandas del norte de la capital y la periferia, y precipitan reiteradas crisis cuando la violencia suburbana prolifera en colegios e institutos. En las últimas cuatro semanas, varias bandas saquearon colegios en la región parisina.