Pero el caso con las FARC es muy distinto y las FARC son muy distintas al M19, y ni hablar de la modalidad de cómo se llevan las negociaciones en La Habana. Las FARC es terrorista y narcotraficante, y mientras negocian continúan los estragos violentos en el país. Los únicos que no los consideran narcoterroristas, al menos de los dientes para afuera, son sus aliados los Castro, Chávez y sus amigos, y algunas personas (algunas desinformadas) que los siguen.

No concibo en ninguna circunstancia que los crímenes de la guerrilla queden impunes: han secuestrado, asesinado, violado y ultrajado mucha gente y territorios. Este pasado viernes los colombianos han vuelto a expresar su rechazo por medio de marchas en distintos lugares del país y del mundo. Mientras que las FARC se llenan la boca en La Habana y salen en los medios internacionales diciendo que opinan que lo mejor es legalizar los cultivos de cocaína y pidiendo legitimidad social y política, juegan con los sentimientos de los colombianos anunciando que liberarán secuestrados que luego no liberan y aún peor, diciendo que no tienen secuestrados en su poder.

La ex senadora Piedad Córdoba lideró esta semana una misión humanitaria que tenía como objetivo liberar a dos policías. Las FARC arbitrariamente se negaron a cumplir su palabra debido a la presencia de los medios de comunicación en la zona de entrega. Más tarde liberaron a los policías.

Duele pensar que todavía hay quienes se ilusionan y creen en la palabra de las FARC. A un grupo que ha hecho tanto daño no se le puede creer nada. Pero además, resulta ser que ahora, después de haber estado en la sombra de los comunicados de prensa, eligen la prensa en la que quieren aparecer, emiten largas declaraciones en las que opinan de temas tan delicados como el de la legalidad de las drogas (después de haber vivido de ellas y de haber matado a miles de seres humanos con armas financiadas por las drogas) como si fueran estrellas de Hollywood. Tienen el descaro de jugar con las esperanzas de los familiares de los secuestrados poniendo condiciones que nada tienen que ver con la voluntad de liberación inicial.

El gobierno colombiano ha dicho que seguirá en la mesa de negociación antes de ordenar un cese al fuego y que lo más importante es que se firme la paz para dar un fin al conflicto. Ha invitado a los alcaldes de municipios colombianos, que tan afectados se han visto, a la fase 3 de la negociación.

Ya es hora que en Colombia haya paz sin violencia, y sin que sigan los crímenes de las FARC impunes. Estoy segura que los familiares de las victimas repudiarían cualquier legitimidad u oportunidad de hacer política que tenga el grupo guerrillero. Esperemos que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos siga con la inteligencia que ha tenido hasta el momento y no se le salga de las manos las conversaciones en La Habana, porque para entonces, la ilusión se irá al piso, y las FARC habrán recibido toda la propaganda internacional buscada. Colombia no puede ser un pueblo sin memoria y nuestras futuras generaciones tienen que saber quiénes han sido las FARC.