Ese diario, generalmente bien informado sobre el Medio Oriente, amplió la noticia con detalles realmente preocupantes: la base sería operada por militares iraníes y venezolanos y equipada con misiles Shahab 3 y Scud B y C con un alcance que va desde 300 a 1.500 kilómetros.
Esta delicada noticia, como era de esperarse, dio la vuelta al mundo. Titulares en varios medios de comunicación la hicieron circular. En particular, el Miami Heraldprofundizó en ella haciendo nuevos delicados señalamientos: "Fuentes de inteligencia dijeron que personal iraní inició el proceso de construcción de bases militares en Venezuela desde hace ya varios años...Uno de los búnkers subterráneos más importantes habría sido construido cerca de la localidad de Zaraza, al este del estado Guárico, donde Irán ya habría almacenado parte de los misiles... En Valencia, hay otro búnker, es más pequeño, pero también fue construido para albergar armamento. Ahí tienen cierta cohetería, misiles tierra-aire, aire-aire y de mediado alcance...".
Elías Jaua, vicepresidente de Venezuela, en un acto de graduación de la primera promoción de oficiales de milicia, desmintió escuetamente la noticia. Sus palabras fueron las siguientes: "Esta noticia ya había sido lanzada en días anteriores para seguir agrediendo a Venezuela. Aquí hay un pueblo organizado para defender el territorio nacional. Nosotros desmentimos que en Paraguaná exista alguna base extranjera. Lo prohíbe nuestra Constitución. Nosotros mostraremos parte del equipamiento que nos va a llegar. El presidente Chávez defenderá la soberanía nacional y no permitirá que desde Venezuela, un grupo de oficiales retirados acompañen campañas de comunicación contra nuestro país"...
Este debate, que recién se inicia, debe ser un punto de importante reflexión para los venezolanos y los miembros de la Fuerza Armada en las próximas elecciones. Lo primero a señalar es que yo no he tocado el tema en ninguna de mis intervenciones, ni tampoco conozco si la noticia en cuestión es cierta o falsa. Lo que mantengo es que esta discusión debe orientarse de otra manera. Lo importante es evaluar si la política exterior de la revolución bolivariana, dirigida fundamentalmente por Hugo Chávez, compromete o no nuestra soberanía nacional y el destino de Venezuela. No creo que ningún padre de familia, y los militares lo son, desee que sus hijos vivan una situación de violencia como la que enfrentan Iraq, Libia y Afganistán.
La primera responsabilidad de un jefe de Estado es evitar conducir a su país a enfrentamientos innecesarios. Los casos de Saddam Hussein, Muamar Gadafi y Mullah Omar son, en estos tiempos, emblemáticos. Condujeron a sus pueblos a largas guerras que sólo dejaron atraso y sufrimiento. En la América Latina también tuvimos un ejemplo doloroso. El caso del general Manuel Antonio Noriega. Sus imprudencias, su egolatría y fundamentalmente su relación con el narcotráfico condujeron a la inaceptable invasión de Panamá por Estados Unidos. Sus amenazas altisonantes, con machete en la mano, de que moriría en las calles de Panamá defendiendo la soberanía de su país terminaron en una vergonzosa rendición y en la muerte de casi tres mil jóvenes panameños.
Venezuela ha conducido, en estos últimos años, una aventurera política exterior con un claro objetivo: exportar la revolución bolivariana a la América Latina. Ese esfuerzo ha tenido algunos éxitos: Bolivia, Ecuador y Nicaragua. También estruendosos fracasos: Colombia, México y Honduras. Su principal bandera ha sido el enfrentamiento con Estados Unidos. Sin ningún sentido, nos hemos dedicado a ofender permanentemente a un país que es, al mismo tiempo, nuestro primer socio comercial. Además, Hugo Chávez disfruta inmiscuyéndose en sus objetivos nacionales como si fuéramos una gran potencia. ¿Tiene sentido tomar partido en el conflicto árabe-israelí? Sin duda que no. Creo que la noticia de los misiles tiene mucho que ver con este absurdo.