En rueda de prensa, el comisario europeo de Economía, Olli Rehn, se quejó del "cansancio de las reformas en Atenas o en Madrid" e insistió en que los cambios de política son la única vía para salir de la crisis. La Comisión está inquieta por las manifestaciones de los últimos días y por las reformas que aún no ha aprobado el Gobierno español.

La UE está dispuesta a aguantar hasta que el Parlamento griego no apruebe el nuevo paquete de recortes y reformas. Los ministros de Economía de la zona euro se reunirán el domingo 3 de julio, en otra nuevo cónclave extraordinario, para aprobar la ayuda más urgente para Grecia, 12.000 millones sin los cuales el Estado heleno tendría que declararse en quiebra este verano. Los fondos sólo llegará a Atenas sólo si el Parlamento griego acepta el nuevo paquete de recortes del gasto exigido por la UE y el FMI. El plan de ajuste es "ultranecesario", según Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo. Rehn insistió en que la responsabilidad "pesa sobre los hombros del nuevo Gobierno griego".

"Aumentamos la presión, porque también hay precedentes, conocemos las estadísticas falsas en Grecia, conocemos sus dudas... hay que estar seguros de que todo el mundo va a aplicar el plan", explicó Didier Reynders, ministro de Economía belga, en el tercer día de reunión de los mismos políticos sobre el mismo asunto en menos de una semana. La de ayer duró cerca de ocho horas y se alargó hasta las dos de madrugada sin resultados.

Aparte de la ayuda de emergencia, el Eurogrupo espera avanzar en julio en el nuevo plan para prestar otros 80.000 millones extra a Grecia más allá del verano y hasta 2014 tardará aún más. Pese al acuerdo genérico entre Angela Merkel y Nicolas Sarkozy el viernes, los ministros siguen negociando los peliagudos detalles de cómo empujar a los bancos y otros inversores privados a seguir comprando deuda griega.

El ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, insistió en que no es justo que el peso del rescate lo lleven sólo los contribuyentes y la vicepresidenta Elena Salgado admitió que los gobiernos deberán tratar con las instituciones financieras en un proceso que será largo.

El 11 de julio, como pronto, los ministros aprobarán el primer plan para negociar con los acreedores griegos bajo la batuta de Jean-Claude Trichet, presidente del BCE y quien, por cierto, lideró el Club de París, encargado de gestionar las suspensiones de pagos.

La negociación más complicada es la que vendrá ahora para que los grandes bancos alemanes, franceses y griegos cobren sus bonos de deuda pública helena, pero compren otros iguales para ayudar al Estado en apuros. Los bancos españoles casi no se juegan dinero: apenas 500 millones en títulos griegos repartidos entre el BBVA, Santander y Bankia.