El libro de Gaby Levinas pinta un cuadro de​l entonces "El Perro"​ Verbitsky para demostrar que, a raíz de andanzas de Horacio, eran precisamente los derechos humanos y la lucha contra la corrupción los que—como la Verdad—fueron víctimas de las diversas "guerras" sucias del ahora desacreditado “Topo,” lanzadas desde su propia villa miseria periodística. ​

Levinas se destaca al demostrar cómo el dúctil Verbitsky ​ha ​secuestrado ​a sabiendas el ​modelo​ argentino​ mundialmente​ alabado de "mini-Nuremberg​," la creación cuidadosa de un verdadero héroe de los derechos humanos, Raúl Alfonsín, transformándolo en un negocio​—Derechos Humanos SA— rentable​, extraordinariamente politizado, y vigente para un solo lado​.

Muestra de ello es el "Caso Juliana", una larga y dolorosa historia vinculada a hijos de desaparecidos —y una chica que específicamente no lo era—, utilizados como meros dispositivos de marketing. O cómo Verbitsky maltrató al fundador del grupo de derechos humanos CELS, Emilio Mignone (otro verdadero héroe a quien mi primer libro, Dossier Secreto, está dedicado en parte). Su crítica fue condescendiente, tanto de las Madres como las Abuelas de Plaza de Mayo, alegando—a la DDHH sa—el modelo de distancia y ecuanimidad.

Su ladrido de Perro reducido al zumbido de Topo… Verbitsky ahora sugiere a través una línea de la rata (ratline) con un Buenos Aires Herald oficialista: "Tuve poca influencia en (el grupo guerrillero) Montoneros"—lo que sólo puede ser entendido como su forma extremadamente ágil de tocar un acordeón de sus responsabilidades, dependiendo de la audiencia.

Esto, de alguien que se jactó haber sido en varias ocasiones el "canciller" o "embajador" en Perú del grupo insurrecto peronista, una ranura crítica en las relaciones de la guerrilla con Cuba y en los jugosos secuestros extensivos llevados a cabo por el escritor Rodolfo Walsh, el jefe de inteligencia montonero, y otros compañeros. Como explica el colega montonero Miguel Bonasso: "Horacio era el representante de la Orga en Lima, era como una especie de virrey".

Al final de 1975, cuando era inminente el golpe militar contra Isabel Perón, el Topo regresó a Buenos Aires y permaneció en la Argentina durante toda la dictadura, circulando con su propio nombre y—hasta el final de 1977—participando, con Walsh ya muerto, como un jefe de inteligencia montonera.

Con importantes militantes—armados o no—que terminaron siendo sus aliados y amigos, que fueron capturados en 1976-1979 y con muchos de ellos torturados ¿no es extraño que ningún compañero habló a sus captores, traicionando así el paradero de un Virrey Verbitsky clandestino?

"El hecho de que Verbitsky siga presentándose aún hoy como albacea y heredero de Walsh pero sin hacerse cargo de ninguna de las operaciones en las que estuvieron involucrados resulta, cuando menos, curioso," subraya Levinas.

Por esa misma época el fresco ex-Montonero frecuentaba la oficina del comodoro Juan José Güiraldes, oficial retirado de la Fuerza Aérea, ubicada en la calle Paraguay al 700, a escasos metros del Círculo de la Fuerza Aérea. Poco después, Verbitsky fue el "colaborador eficaz" del Güiraldes en la redacción del libro El poder aéreo de los argentinos, publicado el Circulo de la Fuerza Aérea en mayo de 1979--todavía un época del brutal terrorismo estatal. (Su nombre y apellido aparecen en la "Invocación, Agradecimiento y Dedicatoria" al principio del tomo nada clandestino.)

Es más: en función de cuál sea su audiencia, Verbitsky afirma que, o bien abandonó voluntariamente la organización Montoneros, o fue expulsado; que nunca abandonó Argentina, o que él fue de veras exiliado.

Entre las primicias mas importantes ofrecidos por el libro su prueba documental en la relación del Topo con Güiraldes y la Fuerza Aérea Argentina es una “crème de la crème” de un delicioso pastel (aunque sea de un perfil asqueroso). Sin embargo, Levinas da nuevas detalles de como el joven y ambicioso Verbitsky colaboró con dos medios golpistas—Confirmado y Primera Plana—en los años ’60. Con la “soberbia armada” montonera también el ex-Perro encontró su caudal para aportar. Y después de la guerra de las Malvinas/Falkland, se erige como factótum y tribunus de la nueva democracia.

Doble Agente ofrece un buceo real al submundo argentino—i amici degli amici—dando una luz brillante a rincones que aún los genios de Hollywood tendrían dificultad en mejorar.