En búsqueda de administradores del caos. DEA, FBI. Las batallas que a veces empiezan a dar resultados positivos en el terreno se desperdician, o empiezan a perder, en las redes sociales. La compulsiva necesidad de dar detalles de cada operativo evidencia la atroz falta de conocimiento de la movida Narco en Argentina, sus alcances, sus triangulaciones y mutaciones.
Estremece la escenografía de la lucha contra el
Narcotráfico y la Inseguridad.
Se impone el voluntarismo en las insólitas comunicaciones
celebradas por un sector social sano y confiado, así como por el sector
malicioso y despiadado de las distintas ramas del crimen organizado. Una masa
crítica que lejos de alejarse, se consolida. Se acomoda en la ignorancia
ministerial celebrada que trafica tanta información como ellos droga.
El Narco ya dejó, desde el arribo de Cambiemos, la etapa
de la intuición para pasar a la etapa de la constatación. La constatación de
que no hay una lucha contra ellos que pueda desestabilizarlos en calidad.
Saben, que ni las redes sociales, ni el tendido de relaciones internacionales
son lo suficientemente poderosas para tocar su matriz subterránea. La que se
diseñó meticulosamente en las décadas de abulia y omisión. Ambas, conniventes.
Ni siquiera en la cantidad, el Narcotráfico, se ve
doblegado. “Por cuatro cargamentos que secuestran, entran seis”, dice una
fuente apostada en la frontera de múltiples circulaciones en donde hay más
anuncios que concreciones.
Porque así como las vertientes del crimen organizado
supieron que durante más de 20 años hubo un vale todo, ahora también saben que
desde lo Nacional, el Ministerio, está compuesto por el pico que supo enfrentar
a los gremios y los fracasos atroces en otras administraciones.
“No tiene escrúpulos. Por eso la pusieron ahí. Pero para
combatir al narco no necesitas de inescrupulosos sino de inteligentes. Al
delito no lo desarticulas con bala sola sino con estrategia”, constata un
informante clave que asiste a los dimes y diretes de un espacio de peleados y
calculadores entre sí.
Un ministerio de seguridad sin cuadros. Con buenas
intenciones, desde ya. Insuficientes, por supuesto, para darle batalla a un
proyecto de poder que financia, entre otras actividades, al terrorismo.
Cada incautación vale una suelta de globos y una catarata
de Twits, RT y Citas de Twits. Apoyos de los mismos integrantes del ministerio
que le “temen”. No quieren correr la suerte de Eugenio. El secretario que tuvo
un paso poco feliz por la administración de CABA (Policía Metropolitana) y que
es, aunque pese, el más articulado de la improvisación.
Burzaco, es el recurso humano -amigo del Señor Presidente
Mauricio Macri- sobre el que todos conspiran como conspiraban las bailarinas
del Moulin Rouge contra la más linda.
Las conspiraciones trascienden los reductos de las
diferentes secretarías. Mensajes por redes, llamados telefónicos, e-mails y
operaciones berretas circulan contra el secretario para sacarlo de la cancha
por ser, simplemente, el hermano del “arrepentido”. Incluso, hasta
Guillermo Montenegro, cuentan algunos cercanos, se espanta frente a la pompa de
la nada.
Administración del delito
Como un viaje de egresados de pocos, viajaron a los
Estados Unidos para pedir apoyo. El primer mundo constituido -frente a sus
sucesivos fracasos en la guerra contras las drogas- como la panacea.
Le pidieron a la DEA y al FBI ayuda para combatir los
delitos complejos sin siquiera tener, localmente, configurada la urgente pata
de la inteligencia criminal.
La Ministro, que quiere cambiar la doctrina de seguridad
sin plan, buscó que más recursos humanos del país que junto con Brasil, es el
mayor consumidor de cocaína del continente, se sumen a luchar contra las
mafias.
Estados Unidos atraviesa, conforme a los informes
internacionales, una epidemia por el consumo de opiáceos. Fundamentalmente, se
trata del consumo de la heroína ilegal que deja miles de muertos sin tocarse,
en el protocolo de lucha selectiva, el negocio de laboratorios y farmacias.
(Empresariado)
Un país, como la mayoría, que jamás se preocupó por la
demanda. Cuando la demanda es la base primaria de la oferta.
Lo cierto es que la Señora Ministro Bullrich junto al
Señor Secretario Milman y compañía, viajaron también para solicitar
herramientas vinculadas al análisis de datos, olvidando que la DEA y el FBI
saben con quiénes están tratando. Conocen que la Argentina no tiene un
diagnóstico claro porque el barro en las botas es solo para la foto.
Saben de sus limitaciones pero también de sus ganas de
pasar a la historia en la concreción de lo que en el desarrollo fracasó. Un
país sin Narcotráfico.
Fueron, con slogans, justamente a tratar con los grandes
conocedores de un negocio sin competencia.
Es que en la soberbia, el Gobierno Nacional olvida
también que la DEA les conoce, a muchos, el pasado voluntariamente olvidado
ligado a un aparato cuestionado. Un pasado tergiversado en monótonas
explicaciones.
Fueron a buscar administradores del desorden. El cual
versa entre el heredado y el gestionado con impericias que se vieron,
penosamente y desde el comienzo, en la Triple Fuga orquestada como bienvenida a
la Gobernadora María Eugenia Vidal. El único cuadro sensato y con sentido de la
realidad de Cambiemos en lo que hace a la lucha contra el narco.
Rosario: El mismo Conurbano pero con muertos
Compraron las lanchas porque el problema, según ellos,
era Rosario. La hidrovía era el mal. Pero las lanchas no llegaron y por la
hidrovía incautan de poco, a nada.
Lo que si regresaron, a Rosario, son los tiros y con los
tiros, los muertos.
Ocurre que terminó la etapa de contención que logró el
Gobernador Lifschitz junto al Ministro Pullaro. Fueron dos años de disminución
de homicidios al salir, la banda de Los Monos, del epicentro delictivo. Se
trata, la banda de Los Monos, de la primera banda de narcotraficantes con
perfil de cartel que no llegó a cartel.
“Los Monos supieron acopiar los métodos del narco
internacional y habrían recibido las “enseñanzas delictivas” de un cartel
mexicano hoy decadencia” confirma un investigador apostado en la ciudad.
Uno de los factores que explica la no transformación de
banda a narco a cartel, fue el absurdo asesinato del “Pájaro” Cantero en el
descuido por la jactancia del poder.
Ahora bien, durante dos años el nuevo gobierno de
continuidad socialista pero con otra decisión, afrontó el problema. Hizo
purgas, el ministro se metió en el barro y los barrios y junto con la presencia
de Gendarmes y Prefectos lograron una reducción del caos. A todo esto, la
intendente Fein, se mantuvo en una inquietante quietud.
Fueron años de medición de fuerzas en donde tanto
Provincia como Nación se confiaron en que Los Monos habían terminado. Cuando en
realidad, la banda, no solo había dejado un legado, también había dejado
recursos humanos de comando y sicarios. Muchos de ellos operando hoy para las
bandas que se disputan el territorio a sangre y fuego.
Sin embargo Rosario y el Conurbano no difieren en demasía
como se busca instalar en la conciencia colectiva. La única diferencia está en
la cosecha de cadáveres. Es decir, en el Conurbano, la Mala Bonaerense aún
administra el territorio y las bandas responden al campo de acción asignado. El
respeto por el territorio es lo que evita la masacre. En cambio, en Rosario,
nadie regula nada. Con lo cual queda al descubierto, en términos del filósofo
Pierre Sansot, que “el marginal simboliza la figura del delincuente”.
Es, la marginalidad “urbanizada", la que creció en
la contradicción de la riqueza narco. Sin códigos, sin educación, ni
instrucción. Son, sin más, los hijos de la droga.
Chocobar y las fuerzas de seguridad
Al momento de cerrar esta nota el caso del policía local
de Avellaneda Chocabar -que de civil y fuera de servicio mató a un delincuente
en CABA- sigue siendo motivo de debate.
Chocobar encarna el error de la creación de las policías
locales. Aquellas que no fueron configuradas desde la prevención entendida como
seguridad, sino como un brazo armado de segunda de la mala policía de la
Provincia de Buenos Aires.
El error de crearlas y el error de mantenerlas.
Policías sin preparación cuya conducción es pedida por
muchos intendentes para despojar, al Ministro Ritondo, de su capacidad de mando
y así detentar ellos un poder de policía que simplificaría, según confirma una
fuente, “los pasos de la recaudación”.
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Así como la lucha contra el Narcotráfico se está dando en
la frontera, extraña y sintomáticamente, sin derramamiento de sangre, en los
centros urbanos es al revés. Es que el Ministerio de Seguridad de la Nación se
“inmola” por las fuerzas de seguridad. Las mismas que fueron divisadas durante
años como conniventes de la penetración narco en el país.
Hoy, no solo se les da el debido apoyo y la necesaria
confianza, sino que además, son el plan de seguridad frente a la falta de un
plan real en esa cartera de Gobierno. Por eso mismo, el problema va más allá de
Chocobar y esos protocolos a la bartola que dicen haber elaborado sin tener la
menor idea de cómo se encuentra el tejido social delictivo para su abordaje.
La policía no puede ni debe sentirse Gobierno. Debe
sentirse sí, una fuerza respaldada para salvaguardar a la población pero sin
superpoderes. Porque cuando la Policía comience a sentirse Gobierno, la
Argentina terminará por conurbanizarse. Y el cambio de doctrina de seguridad
proclamado -sin plan de seguridad- asentado en meter bala a la delincuencia,
lejos de mejorar el problema de la inseguridad, lo incrementará.
Se reproducirá el odio y la venganza de la masa crítica
sin continentes. Con ley de calle, y no de tribunal.
**Mas:
http://soclauraetcharren.blogspot.com.ar/2018/02/solo-bala-es-no-tener-plan-de-seguridad.html