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10/05/2010 | México apuesta por combustible tóxico

Noé Cruz Serrano

Vuelve al carbón, la energía más sucia; CFE incrementará la demanda de 10 millones de toneladas, a 25 millones en 2024.

 

México, anfitrión de la cumbre mundial contra el cambio climático, retomó el uso del carbón, uno de los combustibles más contaminantes, para generar energía.

Informes de la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte señalan que las tres carboeléctricas que operan en el país emiten al ambiente 20.8 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), 30% del total nacional.

El dióxido de carbono es uno de los gases causantes del calentamiento global.

La misma comisión agrega que las carboeléctricas también arrojan dióxido de azufre, óxido de nitrógeno y mercurio, que producen serios daños a la salud humana, así como al medio ambiente.

La Comisión Federal de Electricidad anunció que incrementará la demanda de carbón de 10 millones de toneladas, a 25 millones en 2024, un aumento de 137%.

El director general de Investigación en Política y Economía Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Carlos Muñoz, explicó: la expansión de las carboeléctricas es parte de la cartera del gobierno federal y no podemos negarnos a ninguna opción.

Aclaró que México no tiene compromiso de reducciones de contaminantes, por lo que puede emplear el carbón. Actualmente, dijo, no hay límites, porque no hay acuerdos internacionales.

Greenpeace México advirtió que con esa decisión el país se ha colocado en la ruta del “suicidio ecológico”.

¿Cuál es el costo por usar carbón?

El gobierno federal decidió retomar el uso de carbón, considerado como uno de los combustibles más contaminantes a nivel mundial.

Sólo para generación de electricidad, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tiene previsto incrementar la demanda de 10.8 millones de toneladas anuales de 2000 a 25.6 millones en 2024, lo que representa un aumento de 137%, con el consecuente efecto nocivo en el medio ambiente y en la salud de cientos de mexicanos.

De acuerdo con la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte, organismo en el que participan los gobierno de México, Estados Unidos y Canadá, las tres centrales carboeléctricas que operan en el país son responsables de la emisión de 20.8 millones de toneladas de dióxido de carbono (30% del total nacional) y de otros contaminantes, como el dióxido de azufre, óxido de nitrógeno y mercurio, que producen serios daños a la salud humana, así como al medio ambiente.

Carlos Muñoz, director general de Investigación en Política y Economía Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), aseguró que como “México no tiene ningún compromiso de reducciones de emisiones contaminantes, podemos llegar a emplear el carbón que necesitemos”.

El funcionario explicó que cada país puede buscar con toda libertad las fuentes de energía que más le convengan.

¿Usarlo a costa del daño al medio ambiente?, se interrogó al director de Semarnat.

La expansión de las carboeléctricas es parte de la cartera del gobierno federal y “no podemos negarnos a ninguna opción”, dijo el funcionario.

Nos autoimpusimos metas de reducción en el acuerdo de Copenhague, pero no límites, porque no los hay. “Los límites llegarán en cuanto se alcancen los acuerdos internacionales”, añadió.

Gustavo Ampugnani, director de campañas del grupo ambientalista Greenpeace México, advirtió en entrevista que la decisión de incrementar el uso del carbón para la generación de energía constituye “la ruta del suicidio ecológico de México”.

“Suicidio porque México sigue apostándole a la fuente más sucia para generar electricidad, más sucia en términos ambientales y en específico en términos de cambio climático; porque aumenta la dependencia del exterior, dado que la mayor parte del carbón que se utiliza es importado; y porque representa al pasado”, indicó el ambientalista.

Además, los criterios que utiliza la CFE para generar electricidad y proveerla para servicio público, se basa en “lo más barato”, pero hoy en día lo más barato no significa lo más limpio y tiene un alto costo para el medio ambiente y la salud de las personas involucradas en el proceso de búsqueda y extracción del mineral, combustión, y para quienes habitan en lugares cercanos a minas y plantas generadoras de electricidad.

Alfredo Elías Ayub, director de CFE, reconoce en el “Programa de Obras e Inversiones del Sector Eléctrico 2009-2018”, que “sobre la base de los escenarios de precios de los combustibles definidos por la Sener y los costos de inversión para las diversas tecnologías de generación, el desarrollo de centrales basadas en el uso de carbón resulta competitivo en el mediano y largo plazo. En este programa se confirma la participación de la tecnología de carbón en la expansión del sistema de generación... hasta 15% como máximo”. Actualmente la participación de las carboeléctricas es de 11%.

Por ello, se tiene programado el proyecto Carboeléctrica del Pacífico, con una capacidad de 678 megawatts (MW) y dos plantas más “supercríticas” de 700 MW cada una, a partir de 2017.

En el documento, el funcionario señala que el “uso de carbón resulta atractivo, tomando en cuenta que estas plantas constituyen una tecnología moderna; resulta el energético primario con más reservas a nivel mundial, y el precio ha sido menos volátil.

Sin embargo, plantea la necesidad de garantizar el suministro de las regiones de Sabinas y Río Escondido, en Coahuila; Cabullona y Barranca, en Sonora; Tlaxiaco y San Juan Diquiya, en Oaxaca o bien incrementar su importación.

En materia de precios y utilizando la unidad calorífica millón de BTU, CFE y Sener consideran que en el escenario hasta 2018, el carbón es el combustible más barato, pues se espera que se mantenga por debajo de 3 dólares, mientras que el gas podría oscilar entre 7.5 y 8 dólares y el combustóleo entre 8 y hasta 10 dólares por millón de BTU.

Actualmente, operan tres centrales carboeléctricas: Petacalco (presidente Plutarco Elías Calles), ubicada en el estado de Guerrero, con una capacidad de 2 mil 100 MW y tiene la posibilidad de quemar carbón o combustóleo. Hasta ahora emplea carbón importado casi en su totalidad; Carbón II que tiene una capacidad de mil 400 MW y utiliza carbón nacional e importado y Río Escondido (José López Portillo) con mil 200 MW y consume carbón nacional. Estas dos últimas localizadas en el estado de Coahuila.

De acuerdo con el estudio “Emisiones Atmosféricas de las Centrales Eléctricas en América del Norte”, la central de Petacalco genera anualmente 8.2 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2); Carbón II, 6.4 millones y Río Escondido, 6.2 millones de toneladas.

La contribución del sector de generación de electricidad al total de emisiones de CO2 en nuestro país es de 30%, mientras que en Estados Unidos es de 39% y en Canadá de 22%.

Estados Unidos genera la mitad de su electricidad con base en carbón, mientras que México sólo obtiene 8% de su energía eléctrica mediante el consumo de este combustible fósil.

Uno de los efectos a la salud por las emisiones de las centrales generadoras de electricidad, fue analizado por el Instituto Nacional de Ecología (INE), que encontró que tan sólo en la operación de la termoeléctrica Adolfo López Mateos (Tuxpan), una de las de mayor capacidad instalada en México, “podría estar relacionada con más de 30 muertes ocurridas al año, con un costo de 9 millones de dólares anuales”.

No obstante, el subsecretario de Planeación y Política Ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Fernando Tudela Abad, consideró oportuno el uso de carbón para la generación de electricidad, siempre que pensemos en la captura y almacenamiento del carbono.

No se puede quemar sin una mejora tecnológica, pero también es cierto que necesitamos diversificar las fuentes de suministro de combustibles, porque las tradicionales como el petróleo se están acabando. Yo creo —añadió el funcionario—, “que la energía más limpia es la que no se usa”.

Su uso para crear energía, tendencia global

Las proyecciones internacionales de organismos, como la Agencia Internacional de Energía, la International Energy Outlook 2009, North American Electric Reliability Corporation y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre otras, indican que hacia 2025 los combustibles de mayor utilización en la generación de electricidad seguirán siendo el carbón y el gas natural.

Al igual que la Secretaría de Energía, los organismos internacionales plantean que la generación mundial de energía eléctrica a partir de carbón, seguirá siendo la de mayor participación, con un crecimiento de 2.5% anual para el periodo 2006-2025.

En 2006, 41.3% de la energía eléctrica se generó a partir del carbón. Explican que a pesar de los altos precios registrados para este combustible, seguirá siendo más atractivo para generar electricidad que los hidrocarburos líquidos y el gas, sobre todo en países con grandes reservas del mineral como Estados Unidos, China, India y Australia, en donde aún no se penalizan las emisiones de contaminantes.

En Estados Unidos, las centrales que utilizan carbón aportaron 32.7% de la capacidad total instalada en el 2006, y generaron 49% de su electricidad total, pero también, las plantas son responsables de emitir 2 mil 178 toneladas anuales de dióxido de carbono, 44 mil kilogramos de mercurio, 4 millones de toneladas de óxido de nitrógeno y 9.2 millones de toneladas de dióxido de azufre.

En 2006, China, Estados Unidos e India fueron los países con la mayor capacidad instalada para utilizar carbón, con 350 Gigawatts (GW), 314 GW y 78 GW, respectivamente.

Los planes de crecimiento hacia 2025 son mayores para China con 4.6%, mientras que para India son de 2.3%, y se espera que en la Unión Americana la expansión aumente en 0.3% en promedio anual.

La información de los organismos internacionales muestra que de un total de reservas mundiales, estimadas en 826 mil millones de toneladas en 2008, las mayores reservas de carbón están en Estados Unidos (28.9%), Rusia (19.0%), China (13.9%), Australia (9.2%) e India (7.1%)

Esta situación les confiere cierto grado de seguridad energética a la mayoría de estos países en el suministro del combustible para la generación de electricidad, lo cual se refleja en la dominante proporción de la capacidad carboeléctrica instalada en ellos.

En Canadá, la utilización de carbón se mantendrá relativamente invariable durante los próximos años, como resultado de algunas adiciones de capacidad en provincias como Alberta y Nueva Escocia, que compensarán en cierta medida los retiros de capacidad en la región de Ontario.

Este país genera 128 millones de toneladas de CO2, lo que supone un promedio de 831 kilogramos por MWh producido en la actualidad.

Australia y Nueva Zelanda en conjunto utilizan carbón para generar aproximadamente 70% de su energía eléctrica. El resto es producido a partir de energías renovables (principalmente a partir de fuentes hidroeléctricas) y derivados del petróleo.

En el caso de naciones como, Corea del Sur, el carbón y la energía nuclear aportan 41% y 38% de la generación total, respectivamente, se establece.

El portafolio de generación eléctrica en Sudamérica está dominado por las hidroeléctricas, que cubrieron dos tercios de la electricidad producida en 2006, pero en países como Brasil que debido al riesgo de cortes de energía durante las ocasiones en que se presentan severas sequías, se está promoviendo una mayor inserción de la biomasa, gas natural y carbón, que en complemento de la capacidad hidroeléctrica, buscará amortiguar los posibles efectos de los periodos secos en Brasil que inician en mayo y se prolongan casi hasta final de año.

En el caso de México, en 2008, el consumo de carbón representó 0.3% del consumo mundial, el cual se concentró básicamente en la industria siderúrgica y el sector eléctrico.

Actualmente, 76.6% de la capacidad instalada en el sector eléctrico corresponde a tecnologías que utilizan combustibles fósiles como gas natural, combustóleo, carbón y diesel, mientras que 23.4% restante corresponde a fuentes alternas, de las cuales las hidroeléctricas aportan 19.4% del total instalado.

Sener reconoce sin embargo, que dado que México no posee yacimientos carboníferos con un costo de extracción competitivo y con la calidad requerida en cuanto al contenido de azufre y cenizas se refiere, es necesario incrementar la importación.

El Universal (Mexico)

 


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