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15/06/2005 | Congo: El Corazón de las Tinieblas (II)

Nicolás Aikin Araluce

"...las elecciones ya se divisan en el horizonte acompañadas de negros nubarrones.Y es que, paradójicamente, el Corazón de las tinieblas permanece allá donde lo dejara Conrad a principios del siglo XX, sólo que el papel del "horror" que encarnara el macabro Kurtz en su obra, actualmente lo desempeñan los propios negros con singular arte, y algún que otro apunte ocasional aportado por los blancos."

 

Análisis Retrospectivo de la República Democrática del Congo

Aquel país había obtenido su independencia de Bélgica en 1960 pero atravesaba una situación muy inestable en la que diversos líderes tribales regionales ostentaban más poder que el propio gobierno central. A la secesión de las provincias de Katanga y Kasai – las más ricas del estado - el primer ministro de entonces, Lumumba, replicó solicitando ayuda a la URSS, en una peligrosa maniobra que no fue del agrado de Washington que no quería "una Cuba africana". Es por ello por lo que - según algunas fuentes - los EE-UU y la CIA apoyaron a Joseph Mobutu en su golpe de estado de 1965 que derribó al gobierno, tras el cual se convirtió en presidente.

A pesar de la corrupción del régimen y la prohibición de partidos políticos, durante los 70 y 80 este país - renombrado Zaire por Mobutu y tan rico en recursos naturales - atravesó un período de relativa estabilidad y prosperidad durante el cual no obstante ciertos partidos opositores permanecieron activos.

Pero Mobutu tenía el respaldo de EE-UU, Francia y Bélgica y se consideraba bastión del anticomunismo en África, factor que por otra parte no le impediría llevar a cabo su política de Zairización, culto personal y apropiación descarada de fondos públicos. Algunas fuentes estiman que disponía de más de $7.000 millones en su cuenta personal de Suiza. Ello, junto a su realizado sueño de construirse una especie de réplica del palacio de Versalles en su aldea natal de la selva y su negativa a pagar los sueldos al ejército – al que incluso animaba al robo y al saqueo – darán una idea del perfil psicológico de Mobutu.

Con el final de la guerra fría, el dictador ya no era pieza necesaria en el tablero de ajedrez africano, y la presión política internacional, la recesión económica, así como la creciente oposición interna al régimen, le obligaron a comprometerse a celebrar elecciones democráticas que jamás llegarían a realizarse.

En el interim, la actividad bélica de las facciones armadas opositoras aumentaba. Entre ellas destacaban las AFDL (Forces Démocratiques pour la Libération du Congo-Zaire), lideradas por el rebelde Katanganés Laurent Kabila que se alió en un matrimonio de conveniencia con los Banyamulenge, quienes recibían apoyo del nuevo presidente ruandés Paul Kagame (que veía a su país amenazado por la presencia de milicias de hutus próximos a su frontera occidental) y también del gobierno de Uganda.

Mobutu, que era pro-hutu, ordenó la expulsión de los Bayamulenge del Zaire y acusó a los gobiernos de Ruanda y Uganda (probablemente con fundamento) de pretender hacerse con los recursos naturales del país, lo cual desencadenó hacia finales del 96 la llamada primera guerra del Congo.

Sin embargo, la falta de apoyo internacional a su causa (con la excepción de Francia) y el desmoralizado estado de su mal pagado ejército hizo que muchos soldados se pasaran al enemigo y que finalmente Mobutu se viera obligado a huir al extranjero. Encontraría refugio en Marruecos, donde moriría de cáncer de próstata al año siguiente.

Kabila, un comunista de la vieja escuela que incluso antaño tuviera tratos con "El Che", se proclamó presidente en 1997 pero pronto se tornó en un dictador tan intransigente y corrupto como su antecesor. Además, finalizada la guerra, sus aliados ruandeses y ugandeses tutsis – que habían contribuido decisivamente hacia su victoria - no parecían tener mucha prisa en abandonar la parte oriental de un país que Kabila había renombrado República Democrática del Congo. Sus asesores tutsis en Kinshasa tampoco gozaban de gran simpatía entre las gentes, motivos por los cuales no tardó en enfrentarse con ellos y con los gobiernos de sus países de procedencia, iniciándose la Segunda Guerra del Congo.

Durante ésta, era ahora Jean-Pierre Bemba, líder del MLC (Mouvement por la libéracion du Congo) el que contaba con ayuda militar de Ruanda y Uganda contra Kabila. Éste no obstante contaba con el apoyo de los presidentes de Zimbabwe y Namibia, pues ambos tenían grandes intereses mineros y comerciales en el Congo. También tenía el respaldo del gobierno de Angola que veía su frontera norte amenazada por las continuas incursiones de las fuerzas rebeldes angoleñas de UNITA desde aquel país y el apoyo que recibían de los enemigos de Kabila.

Existía ahora la seria posibilidad de que estallara una guerra de tipo convencional entre seis países africanos: El Congo, Ruanda, Uganda, Zimbabwe, Namibia y Angola por lo que bajo fuerte presión internacional los 6 países implicados firmaron el alto el fuego de Lusaka en Julio de 1999.

Sin embargo, las facciones rebeldes del Congo no participaron en el proceso de paz, las hostilidades se reiniciaron y en enero de 2001 Laurent Kabila era asesinado por un guardaespaldas. Una vez más, esto sucedía en circunstancias que no han llegado a esclarecerse, aunque algunos analistas han vuelto a señalar en dirección de la CIA, argumentando que los E-UU ya habían tomado partido a favor de Ruanda y Uganda en la contienda, y que consideraban a Kabila elemento non grata, incluso más peligroso que el difunto Mobutu.

Éste fue sucedido por su hijo Joseph – personaje más popular en esferas internacionales - quien firmó un acuerdo de paz con Ruanda y Uganda que resultó en la retirada del grueso de tropas extranjeras y, en la llegada del contingente de paz de MANUC en abril de 2001. A ello siguió en junio de 2002 otro acuerdo de paz con las facciones rebeldes para compartir el poder en un gobierno de transición, elaborar una nueva constitución, y celebrar elecciones generales en mayo de 2005. 

Finalmente, el noviembre pasado de 2004 tuvo lugar en Dar es Salaam, Tanzania, una cumbre de 11 jefes de estado y gobiernos africanos en la llamada Conferencia Internacional sobre Paz, Seguridad y Desarrollo en la Región de los Grandes Lagos que resultó en una declaración conjunta de intenciones de crear estabilidad en aquella inmensa zona. Ello supuso el retorno a un estado de relativa calma y equilibrio en el Congo.

Se estima que hacia finales del 2004 alrededor de 3.8 millones de personas habrían muerto como consecuencia de las armas y enfermedades derivadas de un trágico conflicto en el que la avaricia y corrupción de sus consecutivos gobiernos, así como los choques étnicos políticamente alimentados por el control de sus recursos con la intervención de otros estados jugaron un dramático papel.

Complicado mosaico de facciones armadas en las provincias

Pero al día de hoy persisten choques étnicos en diversos puntos del país, especialmente insurgencias en Bakavu y violencia entre las tribus Hema y Lendu en los Kivu. Además existen graves peligros de enfrentamientos armados entre las fuerzas regulares del Congo y de Ruanda (FARDC y FAR respectivamente), y también entre las múltiples facciones bélicas existentes: las FDLR, FRPI, ML, FAPC, FNI, UPC/L, entre otras. Dichas facciones además forman un complejo puzzle de alianzas mutantes las cuales - con o sin el respaldo de etnias nativas y de gobiernos de otros países – se dedican al pillaje de aldeas, violación de mujeres y niños, tráfico de armas y explotación ilegal de recursos. Se trata de una serie de entramados de índole étnico-político-militar-económica de tal envergadura, que cualquier intento de comprenderlos (por no hablar de disolverlos) constituye un auténtico desafío.

Por una parte, en los Kivis (zona este) siguen atrincheradas las exFAR/Interahamwe (ex - fuerzas del ejército ruandés) y el FDLR (Frente Democrático de Liberación de Ruanda), ambos estrechamente asociados al genocidio de 1994 en Ruanda. Actualmente aún mantienen simpatizantes y colaboradores dentro de las FARDC, que paradójicamente también incorporan excombatientes de grupos rebeldes que recibían anteriormente apoyo ruandés. Ello ha conllevado diversos choques dentro de las propias fuerzas armadas congoleñas, y también amenazas de última hora del gobierno ruandés de cruzar la frontera en pos de los FDLR.

Pero existen otras facciones bélicas: las FAPC (Fuerzas Armadas del Pueblo Congoleño), el FRPI (Frente de Resistencia Patriótica de Ituri), el FNI (Frente Nacional de Integración), la UPC/L (Unión de Patriotas Congoleños), RCD-Goma (aliados ruandeses), etc. Muchas de éstas siguen provocando disturbios en diversas provincias porque el programa de desarme hasta la fecha ha sido voluntario y, por tanto, limitado.

En consecuencia, es imperativo implementar un programa fidedigno y transparente de desarme, desmovilización, repatriación, reasentamiento y reintegración. Mas no es ésta labor fácil, dada la reticencia de ciertos grupos a dejar las armas o a sacar de sus filas a miles de mujeres y niños soldados, y de facciones bélicas extranjeras a abandonar el suelo congoleño.

Así pues, se estima que tan solo unos 15.000 soldados extranjeros han sido repatriados a Ruanda, Burundi y Uganda hasta la fecha y, por poner un ejemplo, tan sólo el FDLR mantiene unos 10.000 efectivos en los Kivis. Se dice que este número difícilmente podría constituir una seria amenaza para la vecina Ruanda, y que Paul Kagame tiene y quiere mantener influencias políticas y económicas sobre estas enormes y potencialmente ricas provincias. No obstante, habría que desarmarlos para evitar otro conflicto bélico con Ruanda, pero –de ser viable - ¿qué hacer con ellos? A fin de cuentas son hutus que con su historial de genocidio, difícilmente serían bien recibidos al otro lado de la frontera.

También se habla dentro del seno de la ONU de llevar a los genocidas ante el Tribunal

de La Haya, pero ¿a quienes y a cuantos de ellos? Y hay más, pues a las múltiples denuncias de atrocidades cometidas en pueblos y aldeas por parte de bandas armadas de distinto pelaje hay que añadir – y esto si que es serio – actos de abuso y explotación sexual cometidos por componentes de las propias tropas de MONUC.

Es en este kafkiano entorno en el que se pretende celebrar unas elecciones generales el próximo mes de junio de 2005. Pero además existen otros retos.

De un lado, los propios problemas logísticos de los comicios, considerando la inmensidad del territorio (3,4 millones de Km2 y 11.000 Km de fronteras), la falta de infraestructuras y fondos en las provincias, así como las incertidumbres censuales asociadas con una población decimada por las guerras y enfermedades, y desubicada geográficamente. Todo ello en una nación compuesta por más de 200 etnias y donde, según datos del Banco Mundial, la renta per cápita anual no supera los $100.

Por otra parte, se han producido serios retrasos en la tramitación de legislación esencial por parte del gobierno transitorio. Ya hay un borrador de la nueva constitución que proclama la creación de un estado unitario de naturaleza bastante descentralizada. Sin embargo, el reparto del poder entre el presidente y el primer ministro, el grado de descentralización en las provincias, el contenido exacto de la ley electoral quedan aun por definirse, y - lo que es más importante – aprobarse dentro de los plazos establecidos.

Además, hay que lanzar una campaña informativa para educar a un supuesto electorado de 28 millones de votantes en un país con un elevado índice de analfabetismo, y establecer unos 9000 centros de registro de votos. Ello evidentemente supone la correspondiente financiación por parte de la comunidad internacional donante, no sólo de cara a sufragar estos gastos sino muchos otros asociados con la tarea global. Y, lamentablemente, no todos los fondos previstos se han materializado al día de hoy.

Perspectivas de Cara al Futuro

Consciente de estas dificultades, el 1 de octubre de 2004 mediante la resolución 1565,

el Consejo de Seguridad aprobaba un aumento en el número de efectivos de MONUC hasta 16.700 soldados, y autorizaba a las tropas a efectuar registros en búsqueda de armas ilegales y comercio con éstas. Semejante ampliación, en términos numéricos, supone el mayor despliegue militar actual de la ONU en el planeta. Al mando de la misión está el representante especial William Lacy Swing (EE-UU) y el contingente cuenta con un presupuesto de algo más de $700 millones.

Pero más allá de un gesto de buena voluntad, el incremento de tales recursos no inspira gran confianza dentro de un escenario en el que – al margen de todo lo demás -- nadie parece tener interés en demorar los comicios. Cierto es que el mismo presidente de la Comisión sugirió postergar las elecciones hace algún tiempo, y también que se produjeron violentas manifestaciones acto seguido, así como acusaciones de que el gobierno de transición pretendía mantenerse en el poder.

En el decimoséptimo informe de fecha 15 de marzo de 2005, el Secretario General informa que aunque se han producido algunos progreso en la implementación de la agenda de transición, la situación sigue siendo preocupante.

Existen conflictos entre los diversos componentes del gobierno de transición formado por diferentes facciones políticas, con acusaciones cruzadas de apropiación indebida de fondos, entre otras. Sigue pendiente la asignatura primordial de aprobar la constitución y la ley electoral, así como la de reformar el ejército (actualmente formado por unos 300.000 efectivos), aumentar y/o reentrenar a unos 35.000 policías y de transformar el sistema judicial.

A estos cruciales temas hay que añadir - como no – el desarme, desmovilización y reinserción de excombatientes, por no hablar de la lucha contra la explotación de recursos naturales y la inestabilidad regional. Es por ello por lo que en este último informe, se recomienda un aumento adicional de tropas hasta 23.900 efectivos, así como la extensión del mandato de MONUC hasta el 31 de Marzo de 2006.

Pero las elecciones ya se divisan en el horizonte acompañadas de negros nubarrones.

Y es que, paradójicamente, el Corazón de las tinieblas permanece allá donde lo dejara Conrad a principios del siglo XX, sólo que el papel del "horror" que encarnara el macabro Kurtz en su obra, actualmente lo desempeñan los propios negros con singular arte, y algún que otro apunte ocasional aportado por los blancos.

Diario Exterior (España)

 


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